La pasarela nacional se ha reducido un poco. Mientras menos noticias veo, oigo y peleo, menos sé y por ello es complejo dedicar tiempo de escritura a acontecimientos nacionales y extranjeros o a opiniones imposibles sobre temas que desconozco al cien por ciento. Me enteré por ejemplo que habían matado al presidente de Haití y que creen, que como una humilde mayoría no tenía ni idea de quien era el occiso, ni de su nombre, ni de sus orígenes, ni de sus alcances. Hasta en las noticias dijeron mal su nombre que ahora se ha acordado llamarlo Jovenel Moïse y leer la jota como los yanquis y la i dieresada cómo i sin diéresis aunque escuché Muase como los franchutes y Moisé, para dejarlo en últimas como lectura simple sin la e final Moís, abandonando el ua franco y eliminando la e como lo hacen allá mismo. Puede que alguno de los idiomas sincréticos de la isla pueda responder al nombre y a la escitura del mismo. Al caso ¿quién era el presidente asesinado que fue catalogado cómo magnicidio? Los obituarios no nos lo dirán y menos las biografías cacográficas, ni los medios de comunicación tan entregados en averiguar cómo subir el raiting. Claro que yo tampoco puedo decirlo, aunque bajo la ley de la estadística y sabiendo aquella humilde frase que me atribuyo; "Si me oyes bien cuando critíco: !qué caiga lo que apeste a poder¡" y esa otra que dice "luchamos contra todo lo que esté en los círculos estrechos del poder" y más para dejar sentado. Haití es un pueblo pobre, pobrísimo, comparte una isla con República Dominicana por lo que no es raro que sus habitantes hablen español y por su origen étnico nada raro que mezclen idiomas africanos, el francés les viene de la colonia, ya que Francia tuvo los papeles de posesión y explotación de la isla en esas épocas. El hombre al mando del gobierno, como todo aquel que pretenda dirigir las riendas de un país, provenía "de la clase baja" e hizo promesas de redención y de resurgimiento y aunque ganó elecciones democráticas, se le acusaba igual de fraude electoral ─avance, en la democracia siempre hay fraude─ y de corrupción aunque se le catalogó cómo un grande empresario y al que se le acusaba además de pasarse más tiempo del que le correspondía por elecciones en el poder y últimamente había disuelto el parlamento y convocado a un referendo para una nueva constitución. Eso no nos dice nada de la razón por la que fue asesinado, ni la controvertida historia de mercenarios colombianos enviados a cometer el asesinato, ni de la muerte violenta a la que fue sometido: 12 disparos, un ojo perforado y algunas fracturas. No veo la razón de tanto disparo, a no ser por la cantidad de mercenarios involucrados por lo que encuentro sevicia y algo de retaliación, más propia de vendettas entre grupos disidentes que de un profesionalismo mercenario, si es que tal cosa existe. Veo incoherencia de elección para realizar un asesinato político. La gama de formas de asesinato que incluyen el conocimiento Borgiano y el de las empresas dedicadas a la seguridad de estados como el FSB, la CIA, la NSA o las desaparecidas Stasi y KGB que han empleado métodos novedosos con envenenamientos imperceptibles con Novichok o Ricino. Los Borgía modernos nos cuentan una historia diferente o unos planeadores terriblemente malos al igual que sus contratados. La televisión jura que el asesinato no quedará impune, por que es lo que hay que hacer y decir en tales circunstancias, pero podemos citar igual con Lee Harvey que recibió el peso del complot contra Kennedy John y el de Juan Roa que recibió todo el peso de la multitud por el de Eliécer Gaitán. Detrás de un asesinato pueden haber múltiples personas y en este caso habrá que seguir el dinero y el poder. ¿Quién andaba detrás del poder? ¿A quién le convenía tal muerte? ¿El dinero involucrado de dónde venía? No escribo para incentivar a los investigadores, lo hacía para resaltar el carácter típico de estas historias detectivescas que luego aparecerán en la historia como juzgadas y acertadas, pero cuya verdad histórica radica en que los verdaderos culpables asumen el poder y desvían toda atención de sí mismos conformándose en investigadores y jueces de unos responsables que son más chivos expiatorios y ejecutores que planeadores o autores intelectuales. Para el caso la intelectualidad en la ejecución está en entredicho y en la planeación parece no haber más que retrasados mentales o sádicos carniceros.