domingo, 19 de enero de 2025

Hablando sobre la coherencia

 Me descargaron una retahíla comercial respecto a la coherencia mental, psíquica y física y yo tragué callado porque cualquier cosa que dijera sería tomada como ofensa práctica, contando que antes de la retahíla me pidieron que rezara y agradeciera a dioses inexistentes. Guardé pan para la leche y me vine a esta página donde desahogo mis pensamientos. La coherencia comprende el pensar, decir y hacer y que la una y las otras vayan de la mano. No puedo criticar la mojigatería y ser mojigato o determinar que el porno indiscriminado destruye la sexualidad y ser un ávido consumidor del mismo. Sería tachado de incoherente. La coherencia consiste en reivindicar el pensamiento con la actitud. Pienso que la puntualidad es importante y soy puntual. Defino que si alguien me calla la boca o me quita la palabra es de muy mal gusto y no callo o le quito la palabra a los demás. Pedir no sentarse en la palabra y no sentarse en la palabra. Justo. La coherencia no implica amarrarse a preceptos vacíos. Ayer no me gustaba el partido político X y hoy ya lo avalo porque sus miembros han cambiado. Ayer amaba el modelo Z y hoy lo desprecio porque su aplicación no me convenció. Nótese la coherencia de los colombianos amarrados a los colores de su partido simplemente por partido y que los unos y los otros ―políticos― con el transcurrir del tiempo, han militado en ambos bandos, pero seguimos teniendo liberales de pura cepa y conservadores de raca mandaca. Nada que decir de los equipos de fútbol. La gente está amarrada a un color y a un sentimiento. Soy hincha del rojo así pierda y del verde así robe. Tampoco la coherencia es admirable en sí misma que coherentes fueron los nazis, los judíos y los banqueros. Entonces no siempre la coherencia es una virtud. La coherencia es diferente al fanatismo y si me lo permiten, justo es contraria al fanatismo. ¿A quien se le pide coherencia? A todo el mundo. Pero ¿es posible hablar de coherencia a los seguidores del cristo o de mahoma? Claro que sí. Si creen en un dios tanto como para someterse a él o a sus representantes, deben hacerlo. Pero miren: Yo creo en dios sanador omnipotente pero cuando necesito un diagnóstico acudo a la medicina científica: hipócrita. Sé que dios cura todos los males y cuida a los suyos pero recibo el dictamen de un médico que dice: cáncer terminal, opípara ingesta voraz: hipócrita, incoherente. También el acérrimo defensor de la ciencia que en casos terminales recurre a ese dios omnipotente para que le libere: incoherente. Desaparece la coherencia en ambos casos. Obsérvese enseñar ciencias y religión dogmática. Matemáticas y padre nuestro. Física de partículas y génesis. Química y  espíritu santo. Yo no puedo hablar de coherencia, no lo soy. Pido soledad y tengo que compartir con cientos de personas, exijo respeto a mi falta de creencias pero no tengo a mi alrededor más que creyentes en seres imposibles. Algunos piensan que mi dios es el de Spinoza y ni siquiera creo en Spinoza. Un ser coherente debería ver la imposibilidad de sacar todo de la nada o de ser omnipotente, omnisciente y onnipiadoso, debería ver la contradicción de la virginidad de un alumbramiento y la ineficacia estadística de todos los santos, entender que no puede hacerse un hombre de barro y una mujer de una costilla o detener el sol sobre Gabaón. Ya no existe coherencia y lo he dicho un mil y una veces como en el cuento, la ciencia y la religión son contrarias, ergo, incoherente tratar de sobreponer ambas. Hábleme de coherencia un político que piensa desfalcar a todos y lo hace, pero expone sus promesas en torno al bienestar que le reportará a su comunidad. Hábleme de ello el cura que promete el cielo y desecha las riquezas pero nunca he visto una comunidad religiosa que no haya hecho rico y poderoso a su pastor: el de menos tiene carro, casa y diezmo. Sea coherente el profesor que promete enseñar pero se ciñe al dedillo de un programa de enseñanza. Convierta en coherente al médico que hizo el juramento de Hipócrates pero apenas te envía lo que le permiten las normas: acetaminofen. Dígame que la sociedad es coherente y yo le voy a poner mil ejemplos de lo contrario. Empiece porque tienen un código moral ―bien sabido es que los colombianos son dignos hijos de los conquistadores y por ello cristianos, de diferentes sectas, pero cristianos― y a cual más levanta falsos, embustero, patético, abusador del espacio de los demás, matón y cizañero. Viene pues la máxima de la cuestión: quien me pide coherencia no siendo coherente, me pide una incoherencia porque no es coherente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario