domingo, 25 de mayo de 2025

Crónica de Evaristo

 Sí. Me invitaron al show de Evaristo en Bogotá y dije anteriormente que gracias al Weren y a Araki de Los Suziox. ¿Las redes explotaron? No. Lo más normalito, aunque parece que la audiencia en Chile y en Argentina, —en Chile por partida doble— y hasta en México, fue de mucha mayor presencia. Aquí, según creo, se pusieron a despotricar del lugar, del valor del evento, de lo lejos de la presentación, de los organizadores y su fama de capitalistas mercenarios y hasta de la dudosa procedencia de sus cuentas bancarias, de mis intereses creados y de si soy o no soy punk rocker, todo a raíz de una crónica similar que hice para expresar mi opinión sobre el evento en cuestión. En ella, gente de muy alta ralea destruyó mi credibilidad, mi asociación con los productores y hasta mi "título" de "punk". Les agradezco la atención. Punk no soy y nunca he creído que se pueda ser tal cosa, ni me la merezco. Si me creen o no me tienen un rato sin cuidado. Se agradece la postura de los que fueron, aplaudieron y disfrutaron aunque nunca falta el grupo de orfeones que gritaron a coro "hijueputas", "vendidos" y hasta "capitalistas". Así fue: Desde diciembre escuché que venía el viejo y me llamaron personalmente con la invitación. Camilo muy excitado reenvió la llamada y yo guardé calma. Lo expresé hace poco: tocar con una banda reconocida no me hace mejor o peor que nadie, la mayoría de las veces es por relleno, rosca o palanca. Tres meses después, con el evento encima, teniendo más que el mínimo contacto con los organizadores, nos llamaron para hacer publicidad en un parque de Carlos E. Al final salió el cartelito donde nos informaban que listo: Punkies toca. Faltando dos semanas no nos habían contactado para pasajes o algo similar y le avisaron a Camilo que fuéramos de bolsillo nuestro que después se arreglaba. Camilo consiguió plata prestada que aún se debe y consiguió pasajes en bus porque los de avión estaban al precio de la coca pura y si debíamos llevar instrumentos, la cosa se ponía peor. Salimos a Bogotá en bus y llegamos. Nadie preguntó, de parte de los organizadores, si estábamos adentro o afuera. Pero Camilo envió una foto donde estábamos en la terminal del Salitre y la retuitearon con el texto. "Llegó el grande", pero nadie fue a recogernos, ni a ofrecernos estadía o comida. Un buen amigo, Fulgore, nos llevó a desayunar y luego pasamos las siguientes 12 horas tratando de llegar al evento entre los trancones de Bogotá. Cuando llegamos nos trataron como lo que éramos: invitados de segunda: no pudimos entrar sino a un invitado y mi hijo se quedó con su esposa afuera, que aunque habían comprado la boleta, la organización fue tajante: "nadie entra hasta que ordenemos". Logramos ingresar después de mil perendengues: que por aquí no, que den la vuelta, que espere confirmamos quienes son, que muestren documentos ―¡no tenemos documentos legales que demuestren que somos de la banda! Seguro algunos pensaron que estábamos generados por IA― que las boletas, que el número de cédula, que documentos. Fuimos por nuestra cuenta detrás del escenario porque cuando ingresamos al sitio mismo de la tarima, nadie nos notó y nos señalaron un lugar por detrás del escenario. Por fin, creo que los chicos de SNM nos metieron a una carpa muy lujosa, con poltronas, agua y café, donde dijeron llegaría Evaristo, pero, antes de que se presentara "Sin Nadie al mando", banda a la que le debo unas gracias absolutas por su amabilidad y desempeño ―además del préstamo del bajo― nos mandaron desocupar porque ese era el camerino del rey y a nosotros nos pasaron a un lugar igual, al lado, pero sin poltronas, agua, café o cerveza y con dos sillas de plástico. Subimos al escenario, porque aunque llevé libros, la organización fue de nuevo tajante: nada de ventas no autorizadas y me volví a traer los libros que llevé. Tocamos sin pena ni gloria y cuando dije que nada tenía que decir, un grupito a la derecha del escenario coreó en mi contra. Yo hice el de la vista sorda y terminé el mini show con canciones que no teníamos preparadas. Me avisaron que daría una entrevista para la posteridad, entrevista que nunca llegó, pero que tampoco esperaba. Evaristo, al parecer se quedó en otra parte más lejos y sólo llegaron sus músicos donde reconocí a Abel. Creo que alguien me lo presentó. ¿Licor de parte de la organización? Dos cervezas que me ofreció el Weren; ¿Comida de parte de la organización? nada. Llevábamos todo el día con el desayuno que nos brindó Fulgore. Cuando el viejo llegó, llegó directo al escenario y su show fue limpio y tendido. No escuché ninguna consigna, ni un "hola peña" o "muy buenas" igualito que en la casetera de mi casa, de vez en cuando se rascaba el culo como acostumbra y a la media hora me senté en una silla y me dormí. Cansado, no ebrio ni de mala fe. El show estuvo bien y la gente estuvo muy ordenada y en cintura. Me desperté y alguien me dijo que esperara que ya llegaba Evaristo, pero creo que el viejo ya subía por las escaleras de algún avión, harto de tanto imbécil. Tomé mis libros y regresé a la terminal para volver, catorce horas después, a mi retiro estilita de donde no debí haber salido.

PS: Lamento informar que no lo conocí en persona, no le dí la mano, no me tomé una foto con él para publicar en redes, no obtuve su autógrafo, no lo grabé en mi móvil que no cargo, no me dieron pajuelas, pics o púas contramarcadas con el nombre del show o del artista, no me dieron boleta del evento,  y aunque la tuviera ni Punkies ni "SNM" aparecen en ella por algún lado. Literalmente fuimos el relleno y así nos trataron. A más que yo no necesito una firma para saber que allí estuve o que me sirva para algo más que, ya al borde del abismo, sentir que mi vida no fue en vano o para ostentar el gran logro que no fue tal.

PS 2: No falta el imbécil que me quiere encontrar la caída que aduce que ya no hay tweets porque Twitter no existe o que llame "dolor" a esta afrenta que cometieron con nosotros y que era de esperarse. ¿Decepción? la había previsto y no me decepcioné.

PS 3: No me pregunten que no sé cuánto cobró el viejo por la presentación, no sé cuánta gente hubo en el evento o cuánto valió el local, el sonido y la logística. No sé cuántas boletas se vendieron o si quedaron o no ganancias y menos cuáles fueron los verdaderos organizadores. No leí la letra pequeña del contrato porque no hubo contrato, sólo un correveydile detrás de un sitevinomeacuerdo y muchísimo meimportaunculotubanda.

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