Se me acabaron los mensajes de mi primer interdicto, pero me quedan algunas bellezas de aquellas que llaman adagios o refranes con sentencias y moralejas y que por más, digo yo, que la sabiduría popular es exquisita, no conmueve en lo más mínimo mi alma desalmada. Refiérome a aquellas frases de consultorio como esa ya tratada de que la excepción pone a prueba la regla. Es bien entendible que muchos de ellos puedan tomarse de varias maneras como aquel de "al que madruga dios le ayuda" lo que ocurrirá si adelanta en labores, pasa primero por un sitio y se encuentra algo y lo que no ocurrirá si se duerme manejando el vehículo o lo atracan en la soledad de la mañana. "No hay mal que por bien no venga" es una contradicción a la secuencia porque después de todo bien sigue, en consecuencia, también un mal, luego un bien, otro mal... Después de la tempestad viene la calma y luego la tempestad y luego la calma...
No discuto si están bien elaborados o si necesitan de un arreglo, lo que digo es que de sabiduría popular no tiene más que la experiencia pero que como lo uno ocurre lo contrario es igual de posible, aunque, a veces, es una perfecta contradicción sin más.
No discuto si están bien elaborados o si necesitan de un arreglo, lo que digo es que de sabiduría popular no tiene más que la experiencia pero que como lo uno ocurre lo contrario es igual de posible, aunque, a veces, es una perfecta contradicción sin más.
Pero a mi me quedan unas dudas con aquellas más usadas, o más bien, aquellas que me han hecho creer a "pies juntillas" (dando a entender, a la par, que me quedo en desequilibrio para que me empujen como a un bobito sin ningún problema). Fíjense por ejemplo en "nadie compra huevos para vender huevos" que indica que no se puede comprar y vender al mismo precio algún objeto, Pero nadie puede comprar huevos y vender chorizos a menos que se manifieste como un alquimista filosofal de lo orgánico. Si compra huevos, vende huevos o un derivado de la transformación del producto por vía lógica (aplastamiento, cocina o batimiento) como la tortilla o el ponche. Es decir, se pueden comprar huevos y vender ponche, o se pueden comprar huevos y vender tortillas, pero el que compra huevos obligatoriamente, vende huevos o se los gasta. "Un rayo no cae dos veces en el mismo sitio" indica la improbabilidad estocástica de un incidente repetido, como un temblor o un accidente aéreo, pero que le digan eso al inventor del pararrayos para que se parta de la risa. Por el mismo lado va aquel de "al perro no lo capan dos veces" que equivale a que el hombre no se equivoca o no lo engañan dos veces, todos sabemos la falsedad de la frase, pero es literal, nadie puede ser castrado dos veces. "Más vale malo conocido que bueno por conocer" indica que no se deben correr riesgos pero "el exceso de prudencia rompe el saco"o "desde el desayuno se sabe lo que va a ser el almuerzo" a menos que paguen el salario después del desayuno. "Dime con quien andas y te diré quien eres" brincos diera (yo ando con rockeros, mendigos y viciosos, soldados, harapientos y universitarios ¿quien soy?), "agua pasada no mueve molinos" a menos que sean los que están del paso para abajo o el de los vecinos. "Aunque la mona se vista de seda mona se queda" similar a aquel de "el hábito no hace al monje" pero es tan falso que sin importar que haya debajo saludamos a los rockers como tales, a los punkies como tales y a los curas como tales... "un clavo saca otro clavo" entre mecánicos y ebanistas la frase es bien posible, pero al ciudadano de a pie que le den un martillo de peña para sacarse el clavo. "Cuando marzo mayea, mayo marcea" y cuando lunes festea, martes lunea y ¿cuando noviembre decembrea, diciembre enerea? Terminemos: no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague, ni mal que dure cien años ni prostituta que lo resista, ni entierro que no entristezca, ni escritor que no cierre el párrafo.