Lo que es la vida de la semana santa en Medellín yo la he vivido y hasta he participado en ella. Nunca se me ha ocurrido viajar al país del nacimiento o a la sede principal del cristianismo en Italia para vivir tan magno evento que hace el recuento de lo ocurrido al Jesús de Nazareth durante los días que sucedieron a su arresto, muerte y supuesta resurrección. Vamos que acá nos enteramos que eso dice la biblia y los evangelios. No he ido a ver a al señor caído de Girardota, ni al milagroso de Buga Colombia, ni la catedral de sal de Chiquinquirá, ni siquiera he tenido ganas de ir, pero sé de muchos que sufrirían de mambos místicos si visitaran tales monumentos y hasta jurarían que se sintieron espiritualmente tranquilos y hasta que se curaron de quien sabe cuantas cosas de las que nunca sufrieron. Un hombre, considerado un revolucionario, es apresado por ir contra la ley hebrea, a según cuentas por trabajar en Sabbath y hacer milagros de cuarta y quinta, como lavar roñosos y jurar que eran leprosos, quitarle las legañas a dormidos y jurar que les había devuelto la vista, levantar catalépticos de sus tumbas y repartir panes y peces como asalariado en Colombia que le alcanzó para una multitud apreciable. Puede ser que alguna compañía cervecera estuviera involucrada en aquello, que un tipo haciendo vino a la zoca colodra les daba no sólo mala espina sino competencia desleal. El caso es que cuenta la leyenda que el hombre fue apresado, castigado, latigueado, coronado con espinas y crucificado. Alanceado, vapuleado, escupido y apedreado. Luego de tres días, sale de su tumba y asciende a encontrarse con su padre que es un enredo incestuoso de los mil carajos y que no viene al caso hoy en nuestra historia. Fíjate, fíjate, fíjate. Pruebas lo que es pruebas no hay, sólo chismorreo y supuestos manuscritos que avalan estas historias místicas. Mil setecientos años después estoy yo viendo en la televisión nacional la transmisión desde la basílica de San Pedro de un viaje de pelados con gorro en cúspide cantando en italiano y rezando y alabando vasijas de plata y bendiciendo aceites de diferentes manufacturas que uno era para los catecúmenos ─para mí siempre ha sido un insulto esta palabreja─ para los pobres y para no sé que otra sarta de pendejos. Hombres maduros ─apuesto que un viaje de pederastas, ladrones, avaros y asesinos intelectuales─ cifran sus esperanzas en ritos ridículos de trazado de cruces en el aire y gestos que asumen les devolverán la paz que ellos tienen pero que la comunidad no. El pobre pueblo creyente se santigua, va a las iglesias, paga sus diezmos y lo que obtiene ─nada─ lo asume como un gran regalo divino. ¿Obtienen paz? Sea. No soy creyente para juzgarles sus conciencias. Pero eso de que paran guerras, huracanes, tempestades, sanan gente o salvan almas está en entredicho y en contra posición con la experimentación simple y llana. Resumo. Vi una transmisión por televisión nacional, sin querer, donde hombres adultos ruegan a sus dioses con ritos extravagantes donde el oro y la plata y las vestimentas juegan un papel importante y recordé ritos chibchas de adoración, la danza de la lluvia, la danza de las cosechas, el quemado de incienso, la ofrenda de alimentos, la muerte de corderos o palomas, el sacrificio humano para aplacar dioses o llamar su atención. No fue más. Humanos que aún ven dioses donde sólo hay naturaleza presente y pretenden con riegos y oraciones sanar lo que tiene remedio claro. Hay una especie de sensación de impotencia, una risita sarcástica que puede ser de dolor y un golpe de pecho por tanto pobre imbécil alienado que hay en el mundo.
PS: Recuerdo un querido amigo que cada que lo invitaban a visitar al señor caído de Girardota decía "No se ha podido parar ese HP."
PS 2: Por favor no me malentiendan. Intelectuales no por sus conocimientos y lecturas que no pasan de la biblia y el listado de los libros prohibidos por ellos mismos. No, cuando digo asesinos intelectuales me refiero a que ellos han elucubrado los planes para acabar con millones de seres humanos, bástese Santa Inquisición y lo que hoy sea, como la congregación para la doctrina de la fe y el index librorum prohibitorum.
PS 3: Claro que yo participé en los ritos cristianos, siendo joven casi era llevado a ellos y sobre ellos reflexioné e hice experimentos que me llevaron a la conclusión vaga de que no hay dioses omnipotentes, omnisapientes, omnipresentes y todobondadosos. Muy temprano en mi vida abracé la religión del maligno, más por ofender a tanto católico que por una fe verdadera que me llevó a la misma conclusión: ni dioses ni demonios. Los pobres niños humanos son sometidos a las creencias de los adultos y deben ser fuertes para negarlas todas. El día de hoy todo rito sólo me causa lástima, asombro y molestias.
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