Existen amplia gama de seres humanos, aunque yo repita con entusiasmo que todos son iguales: mismos traumas, misma actitud de rebaño, mismas ansias de sobresalir, mismas pretensiones de ser diferentes. No hay mucho de donde escoger, simplemente unos son peores que otros. El ser humano que más me gusta es el que no tengo que soportar. Léase que si debo tratar con él, ya es pérdida para mí. Es escaso encontrar alguno inteligente que opte por no adherirse a la razón social y prefiera vivir aislado del mundo. A ese lo considero un hermano, ¡qué bello! Existen otros que no suman ni restan, aunque molestos oyen razones y sacan conclusiones, lo más malo que hacen es que utilizan esas razones para blandirlas en contra del abanderado a sus espaldas y no tenemos idea de lo que pueda pasar por sus cabecitas arrebañadas a la hora de la cátedra. Un tercer grupo, bien harto molesto, es el que se ocupa de la creación de excusas y abandera a los menos como defensor de la mediocridad. Esos son los que van en este renglón: Hablan más de la cuenta y se creen más listos que todos, dicen cuanta barrabasada les llega de quien les llegue y sin pensar en absoluto en el daño que ocasionan siendo mensajeros de la iniquidad, la religión y la pseudociencia porque creen en ovnis, fantasmas, tierraplana, Santa Teresa, Bad bunny... Ahh sí, casi todos son cristianos acérrimos, conservadores, nacionalistas y paisanos que aman su tierra hasta el riesgo último de comérsela antes que venderla, pero que va, sus convicciones son las que les han metido sus padres y abuelos de lo mismo que les enseñaron a otros sus latifundistas. La tierra es un bien y un derecho en la medida en que vivimos en ella y aprovechamos de sus cosechas y animales, el nombre de la misma no representa más que una barrera mental que la mayoría de habitantes de la tierra se traza para entrar en conflicto y defender ideales inexistentes: patria, estado, frontera, extranjero... El ser humano al que me refiero posee la mar de excusas, excusas comunes que repite para autocongraciarse: se me olvidó, siempre me pasa a mí, por qué a mí, preciso hoy que lavé el carro llovió, justo me tocan donde estoy herido, la sociedad es la culpable de mis irresponsabilidades, el bus salió tarde, no entendí. Es justo el tipo de personas que se enojan visiblemente si les llaman la atención por hablar demasiado y sandeces y se ofenden con la postura mental que no esté apoyándoles y hasta citan la ley que los defiende sin tener en cuenta que los errores parten de sí mismos: Según la ley no puede usted multarme porque el decreto 32 de 1994 dice que no puede; lo mínimo que debe tener en cuenta es mi intención que ya vale un montón; tengo derecho a presentar reposición; en el examen me fue mal por culpa de los calificadores, es que soy tan demalas, no mejoré el salario porque las preguntas las hicieron en el tema que no repasé, fueron preguntas ambiguas y los calificadores tienen predilección, eso fue un robo, estaba arreglado, cómo llegué tarde no alcancé a leer todas las preguntas, se me olvidaron las gafas, no sabía que tenía que ser a lápiz 2B... Entendiendo que todos tenemos problemas de concentración, de familias disfuncionales, de deudas, de padres ausentes, de aprendizaje y de memoria, se escudan en cualquiera de ellas para parecer más desolados e inermes. ¡Pobrecillos! tan desvalidas ovejas en este mundo de lobos. Ciertos seguidores del nacionalcatolicismo les dan alas, excusando sus excusas y tratándolos tiernamente y pobre de aquel con otra idea del sufrimiento personal, el que cree que somos culpables de lo que nos ocurre y que para mejorar debemos enfrentar nuestros clichés y nuestros miedos y que la culpa no es de la vaca. Definitivamente existen esos seres que se dan golpes de pecho, se autocompadecen de su suerte y sus humildes intenciones y esperan que los demás les den abrazos y palmaditas en la espalda. ¡El ser humano es culpable de sus cuitas! Si se enamora es su culpa, si sufre por la patria es su culpa, si falla es su culpa, si tiene frío o calor es su culpa. No dudo que la sociedad sea la culpable de muchas penas de la humanidad pero es deber de cada uno asumir sus faltas y enfrentarlas ¡Quejarse es debilidad!
PS: Un apunte de José Ingenieros reza: "El mediocre no inventa nada, no crea, no empuja, no rompe, no engendra, pero en cambio custodia celosamente la armazón de automatismos, prejuicios y dogmas acumulados durante siglos." que explica sucintamente el problema del mediocre que se autocompadece y perpetúa. Y Carlos Ruíz Zafón aporta esta perla: "Siempre he pensado que el que tiene mucho apego a un rebaño es que tiene algo de borrego." Defender al rebaño es apego a él. El escritor Erich María Remarque explica que "No existe nada más aburrido que escuchar a alguien empeñado en mostrarnos su inteligencia, especialmente si no la tiene." Y apuntala con inteligencia mi sensación ante los autocompasivos que se excusan con decretos y normas. Remata Ramón Vicente Lizcano "Me repugnan los seres que se quejan, quejarse es declararse débil." Porque quejas oigo todo el día de los mismos pusilánimes. Opuesto a ese ataque de la debilidad está Aristóteles: "La debilidad reclama siempre igualdad y justicia; la fuerza no se cuida para nada de esto" Cuenta que cuando las liebres fueron a reclamar igualdad ante el león, el león respondió: reclámenla con garras y dientes. Soy epicúreo pero amo a los estoicos.