Por estos días me encontraba con una persona que juraba estar en la cima de la evolución y en la cima de la cadena alimenticia. Tocó venir a mis insermos para desengañarlo. Lo primero es entender que la evolución no tiene un fin y que no hemos terminado y nunca se termina la evolución —caso en el que la tierra no desaparezca por completo—. Lo segundo que se refiere es a quien es capaz de crear su propio alimento sin necesidad de cazarlo: la cima de la cadena trófica. Las plantas, mi amigo, están en la cima de la cadena alimentaria, pues fabrican su alimento con la luz del sol, las cianobacterias o algas verdiazules y algunas bacterias del fondo marino que emplean la quimioautotrofía convirtiendo sustancias inorgánicas en orgánicas para alimentarse y las algas, por supuesto. Otra interpretación procede del animal que no tienen predadores naturales. Un león en su selva es un superdepredador, no tiene enemigos naturales. La ballena azul, el tiburón ballena y el elefante adulto son superdepredadores aunque algunos sean vegetarianos no tienen enemigos naturales por su tamaño. Probablemente, en su hábitat, el giganotosaurio, el carnotauro y hasta el diplodocus fueron o estuvieron en esa cima alimenticia. ¿Está el hombre en la cima de la cadena alimentaria? No. Hasta el mismo hombre en su entorno es su propio enemigo. La rata que se esconde en ciudades, avalada por supermercados, carnicerías, tiendas de ropa, aparatos tecnológicos, armas y computadores no está ni cerca de ello. Es probable que algún avezado cazador, dueño de armas y municiones pueda sentirse así en la selva hasta que se le acabe la munición o lo devoren los mosquitos, pero es completamente falso. Es probable que todos los que han tenido que colonizar extensas regiones o vivan en un lugar apartado, sepan la verdad de esta afirmación. En las selvas, en igualdad de condiciones con la naturaleza, somos un quebradizo eslabón, una hoja al viento, una triste presa que debe andar a mil ojos para no perecer. Pongamos por caso quien se pierde en la selva amazónica. ¿Cuántos pueden decir, que, aún armados y con alimento pueden sobrevivir allí una semana? Demos por sentado el mar. ¿Cuántos marineros de agua dulce sobrevivirían tres días en altamar? o Vamos más atrás en el tiempo ¿Cuántos de nosotros habrían salido airosos de aquel accidente del equipo de rugby en Los Andes? Correcta respuesta. La mayoría moriríamos de miedo, hambre, sed, desconsuelo, frío o acribillados por animales desconocidos. Es falsa nuestra seguridad en ciudades repletas de comercio, donde no tenemos que cazar, encontrar frutas o esforzarnos para buscar pareja. No tenemos que encontrar refugio, hacer fuego o espantar fieras. Demos por caso el más grande magnate del mundo Elon o Jeff. Abandonémoslos en algún paraje desértico o isla abandonada. ¿Que pasaría apenas perdieran la señal de sus Iphones y se quedaran sin batería? ¿Cuéntenme que pasaría cuando deban caminar 4 kilómetros para hallar un agua de pozo negra lo más bebestible posible? y ¿Apenas llegue la noche sin sus aires acondicionados y sus camas mullidas frente a una tormenta feroz? No papito. La cima de la cadena alimenticia no somos, ni la cima evolutiva y, es más, si planteamos la vida en las calles, en nuestras propias ciudades, donde grupos de criminales organizados te roban tu iphone o te pegan para quitarte tu almuerzo o te cobran vacuna para dejarte vivir en tu casa, nos ponemos más de acuerdo en que la selva, cualquiera sea ella, siempre tiene individuos que matarían por comer y nosotros fuimos criados con los diez mandamientos.
La idea de cima evolutiva conlleva decir que la evolución tiene un sentido, un propósito y un fin lo que es, ciertamente, una falsedad simplista. No existen seres "superiores" o "mejor" que otros. La adaptación de cada ser a su entorno en su nicho ecológico es fruto de la estrategia de supervivencia: El escarabajo bombardero, el camarón mantis, la ardilla voladora, la secuoya, el pino longevo, los alerces milenarios, el camaleón, la anguila eléctrica, la boca de algodón, la haloarcula marismortui o la estafilococus aureus... cada una, cima evolutiva en su hábitat. ¿Es el hombre la cima evolutiva en su hábitat? Ya lo mencioné brevemente al final del insermo. A la mayoría de nosotros nos aterraría salir al cartucho, el bronx, al metro prado, a las chatarrerías de los puentes y eso en colombia, pero espere, Petare en Venezuela, Cité Soleil en Haiti, Barrio Medina en Honduras, las Favelas de Río do Janeiro y las que se me escapen. El hombre sólo es apenas una especie predadora y fuerte en grupos, solo, aislado, es un mar de reacciones psicológicas que dan pena.
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