viernes, 7 de noviembre de 2025

Al dolor

 A mí sí me pasa que si me pasa algo no quiero mediar con nadie. Me encantaría que nadie me preguntara ¿qué te pasó? Hasta informar a las directivas del colegio me molesta. "Tuve un incidente" debería ser más que suficiente, pero empiezan a preguntar: ¿Está bien? ¿puedo ayudarle en algo? ¿Se aporreó? Hay gente que dice: "quedo informado" y listo, pero, sobre todo con los amigos, uno quiere saber más: bueno ¿Cómo fue? ¿Le pasó algo al vehículo? ¿Estás en el hospital? ¿Fue tu culpa? Si de casualidad se enteran más personas de la cuenta no faltan los once mil timbrazos de los chismosos y las jesusitas interesadas en ser las primeras en enterarse del chisme completo. A mí por ejemplo, en el colegio me pasa con los profesores, los alumnos, las directivas que desean saber los motivos de una ausencia o de una falta. Sé que algunos lo hacen de corazón, con verdadera preocupación, pero la mayoría es puras ganas de chisme. Si cojeo me preguntan mil veces que me pasó, si tengo un yeso no paran de preguntar cómo me lesioné, si expreso dolor ―vivo con dolor y no soy House― tengo que explicar que padezco alzheimer, parkinson, túnel carpiano, bursitis olecraniana, artritis, síndrome del manguito rotador, diabetes, hipertensión y desapego de la humanidad. Por favor. Dejen en paz al paciente y al accidentado, no quiere saber nada de nada y menos mientras su vehículo está casi desguazado y derribado en la calle. El herido no quiere informar los antecedentes de sus dolores y el accidentado no quiere contar una y mil veces cómo fue que se le apareció una mancha de aceite y preciso en ese momento llevaba sudadera de competición en vez de pantalones de cuero. Me accidenté, punto. Me duele, punto. Soy un enfermo de dolor, punto. Estoy viejo, punto. Igual me pasa con los deliquios de los muertos cercanos y los infinitos pésames y los "lo siento", "lo acompaño" "estoy con usted"... No. Se murió alguien, la cosa más común del mundo, un muerto, respeten el dolor del otro y quédense callados. Pasaremos por insensibles pero seguro seremos un oasis en medio de la plañidera humana. Pasado el impase, se consiguen los compañeros que andan detrás. ¿Cómo seguís? Y está el pobre paciente harto de repetir lo mismo a todos. Aquí aparece el valor de la crónica. Yo hago una crónica y al que me pregunte se la envío por correo, San se acabó. Lástima los que no tienen el don de la palabra escrita ni el de la hablada que de tanto repetir el incidente terminan por olvidarlo todo o darle valor a lo que no se debe. Por el momento les pido que no me molesten, ni me llamen, ni me pregunten nada: Tuve un incidente.

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