La mejor manera de tratar con el mundo es no tratarlo. Claro, si lo que buscas es prosélitos, ovejas y rebaños, la mejor manera de adaptación es tratar al mundo. En él siempre hay personitas ávidas de un líder nato a quien copiar. El macho alfa o por lo menos aquel que intenta ser seguido lo logra fácilmente porque los rebaños necesitan un líder aunque sea un perfecto imbécil. Es más, mientras más imbécil mejor. Vea al papa, dos mil millones de seguidores y cree en el agua bendita, en un dios omnipotente, en su infalibilidad y esos dos mil millones de seguidores que son unas completas turmas. Me desligo de todo acto, fe ciega, estupidez, cartomántico, mantrista o religioso. Casi me quedo solo en un solo acto. Miren a María Fernanda Cabal o a Trump miles y millones de seguidores con discursos de odio y con acciones impertinentes de adolescente tierno. Me desvinculo de la política, los partidos, las asociaciones, las comunas, las juntas de acción comunal y cualquier cosa que apeste a democracia. Existe apenas la democracia de Thoreau de un sólo individuo. Observen a Jaime Maussan o a Sixto paz, con una élite de seguidores porque acusan a unos extraterrestres de llevárselo o disfrazan momias de alienígenas. Me independizo de buscadores de ovnis, alienígenas ancestrales, seguidores de ufología y conspiranoicos roswellianos. Fíjense en La bruja Lola, el Indio amazónico, Walter Mercado o Nostradamus, miles de millones de seguidores que buscan el número de la suerte, la piedra óptima o el color que se ajusta a la suerte del día. Feng shuistas que pretenden con orden y color conquistar el mundo y la paz perdida. Me separo de lectores de horóscopos y parlantes del signo zodiacal, artesanganos, amuletistas —incluidos los de escapularios y medallitas de la virgen o del santo patrono— agoreristas, numerólogos y pedreristas. Pongan su atención en Samuel Hahnemann y sus diluciones infinitas o el similia similibus curantur que embauca millones de personas diariamente, adeptos de la medicina homeopática. Me distancio de medicinas energéticas, acupunturistólogos, moxibustiólogos, reflexólogos, tántricos y naturistas. Fíjense por un momento en los iniciadores de conspiraciones estúpidas: el terraplanismo tiene millones de adeptos en el mundo. Me emancipo de los más puros creyentes en los pretendidos misterios del triángulo de Las Bermudas, de los terraplanistas, de la caída del WTC con explosivos desde el sótano, en la lectura de mentes, tele y psicoquinesis. Sigamos con los fanáticos deportivos, unos 4 mil millones apenas para el fútbol que ya me cansa cuando hablan de tal o cual jugador, de tal o cual equipo, de su peso, su valía o sus goles, pero cualquiera que me hable de deporte, ciclismo, golf, curling, incluso de artes marciales deportivas o MMA le considero un inocente bobito. Me desligo de fanáticos, fans, barras bravas, porristas, hinchas y deploro cualquier charla que de allí provenga. En cuánto a halagadores profesionales, mequetrefes que sólo ven lo bueno, serviles y lamezuelas, calientaoídos, chupamedias o sensibleros me apenan sobre manera. Desde aquí podría quedar claro que en el mundo lo que falta es gente seria, que la masa es idiota por naturaleza y sigue cuanta estupidez se le presenta como un hebetado: vota, cree en un dios, afirma conspiraciones y se acentúa en creencias porque es humano e idiota a la vez. Luego me salen unos imbéciles redomados en redes que se apuntan un penique por criticar una banda, un concierto, una moda o una forma de vestir y hasta una idea. No, no existe la filosofía del metalero o del punkero, no existe una filosofía del rock. No existe un partido punk o partido metalero ni un dios punk o metalero. No existe una política punk, ni un modo metalero. Lo que importa no importa tanto como para compartirlo y es mi culpa por escribir a un respecto y socializarlo. Existe tan poca gente cuerda que lo mejor es apagar e irse.
PS: ¿Es el golf un deporte? ¿Se llenarán las olimpiadas de ajedrecistas, curlineros y monopolistas? Seguramente pero no esperen que me vuelva fan de ellos. Los griegos definitivamente morirían de la risa al verlos y seguramente serían candidatos a estar inscritos en una ostra.