sábado, 27 de julio de 2019

Familia zombie

No sé dónde archivar esta pregunta y no sé cómo responderla sin ofender a los seguidores de los muertos que caminan y hasta el festival zombie que hacen en Medellín donde se disfrazan muy parecido. Un chico me preguntó si se puede hacer una droga que vuelva zombie a la gente. Por respeto a Sagan la debo responder, pero yo, al contrario de él, pienso que sí, sí existen las preguntas idiotas y los imbéciles que hacen preguntas. De todas maneras la harina de este costal es la posibilidad de una droga que convierta en zombie y primero hay que definir zombie y los zombies vienen del folclor haitiano donde sacerdotes o asesinos contratados, daban un poderoso veneno que ralentizaba las funciones —la tetrodotoxina del pez globo— para luego usar un ritual vudú y simular despertarlo y luego mantenerlo con base a datura stramonium, un poderoso psicótico que les producía desorientación y amnesia. Hasta ahí los zombies existen y las drogas que pueden provocarlos también. El zombie tradicional que se alimenta de cerebros y contagia su enfermedad al que muerde y sólo muere si le cortan la cabeza o le disparan allí, es un absurdo. La única manera de explicar un cuerpo humano en movimiento es electricidad, tendones, huesos y en esas magias hollywoodescas no cabe un ápice de ciencia. La ciencia exige un equilibrio entre lo consumido, los procesos de transformación a energía y el uso de tal energía como calor y movimiento. Discutirá alguien que los zombies no son de sangre caliente, está bien, pero tienen un metabolismo que debe cumplir determinados parámetros. Un hueso roto no sostiene un cuerpo, músculos destrozados impiden mover tales huesos; nervios de la columna pueden paralizar todo el cuerpo y nuestros zombies televisivos sólo mueren si les dan en la cabeza y se levantan de sus tumbas sin ápice de músculos, o secos como las momias del Atacama o soportan un terrible castigo y mueren felizmente si les cortan la cabeza o si les disparan allí. Su subsistencia más allá de sus capacidades de alimentación y de protección son deseables pero absurdas. A veces me pierdo en mi objetivo y el objetivo consiste en explicar si existen las drogas zombies y la respuesta es si, una dieta a base de datura, el pepino de los zombies, hará que nos comportemos desconcertados, que no recordemos nada, que seamos dóciles, como quienes consumen o les dan escopolamina o que han consumido exhorbitantes cantidades de licor o de drogas diversas. Sí, los zombies existen, mire en el bar de su esquina y verá salir los fines de samana o todos los días, unos zombies que trabajaron toda la semana y ahora van a casa trastabillando y sin un asomo de conciencia porque van ebrios y sin cerebro. Mire a cada lado suyo y vea como un montón de zombies ni siquiera caminan porque están pegados a las pantallas de sus smartphones en actitud beatífica y sin asomo de cerebro; mire cada semana los cientos de zombies que se dirigen al estadio y que gritan como hebetados unas cosas sin sentido y no se le ocurra atravesárseles con la camiseta del equipo rival; En cada trabajo hay zombies y autómatas, su profesor es un zombie que sólo repite los mismos teoremas y principios; el obrero promedio es un zombie que llega a marcar tarjeta, el campesino de azada y machete es un zombie dedicado al trabajo constante y sin descanso, el alumno promedio es un zombie que procesa sin utilizar el cerebro y recibe la información sin almacenarla o someterla a un análisis, el ser humano promedio es un zombie que repite diariamente los mismos pasos sin preguntarse sobre la utilidad o la necesidad o sin dudar que es su destino y su fatalidad en un sólo caso. Fíjese muy bien que en su casa tiene un aparato que genera zombies y cuente cuanto tiempo pasan sus padres y hermanos pegados a él o esperando algo en él, haga el ejercicio de observarlos cuando empiecen a ver su novela favorita o una película de fin de semana, encontrará similitudes pasmosas con los zombies. Vea a su lado y encuentre zombies que están ahí por inercia, que no tiene un ideal más que alimentarse y caminar, que no preguntan, que no responden, que todo se les olvida, que les da lo mismo ocho que ochenta y cuya actitud es hacer todo a la topa tolondra y vivir de zoca en colodra.

PS: En la saga de los 80: "The return of the living dead" se le echa la culpa a un químico experimental que les hacía querer comer cerebros para calmarse, luego aparecían los mordidos con la misma enfermedad; para matarlos había que dispararles en la cabeza, pero se supone que ya no tenían  cerebro, pues el mismo había sido consumido por los que le infectaron.

PS 2: En "The walking dead" Los muertos vivientes son tantos, que asombra como se han logrado mantener si sólo pueden comer gente viva y cómo deben de pasar hambre los pobrecitos por la escasez de humanos. ¿pueden ser los zombies caníbales? supongo que sí ¿Y si son carnívoros porque no aprenden a cazar otras presas animales? ¿Se vuelven los animales también zombies que sólo consumen a los de su especie? Esa respuesta está en la terrible película "Zombeavers" una desgracia para el género y para el séptimo arte en general. (Castores zombies).

PS 3: Es probable y no se desmiente, que existan drogas capaces de encubrir el instinto humano de supervivencia o de miedo o de sueño, drogas que den valor o que espanten el sueño e incluso drogas que nos permitan evitar el instinto de conservación, saben que sí, para eso no me necesitan. Una buena estrategia de guerra sería crear un gas que inhiba el deseo de vivir, que actúe sobre la hipófisis produciendo una depresión suicida, o fabricar una droga que produzca mucha rabia y enojo para tener combatientes más fieros, la ciencia actual con el genoma y la biotecnología pueden hacerlo.

PS 4: Me llama la atención el captagón que menciona mi amigo H. L. y no sé si dudar de su existencia, deberé investigar, pero sin duda, una droga que hace zombies y bobitos a diestra, siniestra, alderredor y adentro, es cualesquier religión del mundo. Por curiosidad asómese a una iglesia y mírelos como retuercen las manos, se arrodillan y murmuran entre dientes —supongo que no piden cerebros— y si les ve las caras, no podrá menos que compararlos con orates del manicomio; mírelos como hacen fila para que les den un pedazo de hostia y notará esa parsimonia que los caracteriza ─puede ser que ahí esté la droga porque los veo salir muy circunspectos y sin masticar─ aunque los zombies de televisión son más alebrestados y menos organizados; A mí la verdad me dan mucho miedo cuando se arrodillan y levantan las manos y cierran los ojos. Y me queda claro que hablar con ellos es como hablar con Groot, a toda hora es dios ─debe ser el equivalente a !cerebro¡─ y dios es la gloria y dios lo quiso y si dios deja y por la santa gloria de dios. Alguna vez me pase por un club de fans de Jehova y yo les tengo pánico porque parecen uniformados y dicen unas retahílas incomprensibles que parecen atacados de verborrea illucidum y empiezan con los cantos de alabanza ─de nuevo piden cerebros─ y eso es como la hora llegada; alguna vez entré en una mezquita ─no me derretí por cierto─ y no vi nada diferente a los zombies de otras parcelas libres de impuestos ¿y dónde me deja eso de que mormón sólo come mormón?. Concluyo esta postdata: las religiones son drogas zombie.

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