Se le ocurre a un profesor de Educación Física entrar con el comentario, que leía de la red, de que la música es una terapia suficiente para curar enfermedades. Seguro que no se refirió a enfermedades del alma porque leyó a Shubert contra el estreñimiento y a Mozart contra la depresión. Se la ganan ambos. La música no cura absolutamente nada y espero que a nadie se le ocurra que a punta de canciones se curará el cáncer o el alzheimer. Que la música es terapia queda en los anales de las propiedades psíquicas como aquello de que la luna enloquece o de que los colores son calmantes o relajantes. Un análisis simple concuerda con la generalidad, pero, son irrelevantes a la hora misma de la cura. No hay pues la cura de una enfermedad aunque pueda existir la musicoterapia, la odoroterapia y la orinoterapia, que para nada son maneras científicas de tratar enfermedades. El caso es que si hay música que da mucha rabia y música que saca de quicio, que acelera y golpea, música que despierta y abofetea y música que saca lágrimas y deprime. Para la que da rabia no es sino ponerse o escuchar obligado ese golpeteo tan terrible de ciertos ritmos que hoy son moda patria y consumo superlativo. Lo que escucha el conductor del taxi, el del bus o el albañil y hasta uno que otro profesor de escuela. Existe la música que reivindica porque dice lo que no somos capaces de expresar y es ahí donde un ente turibulario dice: "Esa es mi canción". El cariño y el amor son las madres de estos cacos plagiarios que rivalizan con el autor interpretando a boca jarro el contenido y acomodándolo a su antojo para que resuma sus vidas amorosas. Claro que dije que las canciones de amor son un compendio de patologías amorosas que la adolescencia eterna, por lo menos la mental, les obliga a convertir en himnos de batallas perdidas y de añoranzas pueriles. Existe música de batalla, que para nada se diferencia de la anterior, aunque la intención sea más o menos loable ─revísese por favor, mi música para las marchas─ dependiendo de lo que piense el protagonista. Es verdad que hay música que te hace erizar y que te envía oleadas de impulsos. No puedo dejar de pensar que la música activa procesos de memoria y que libera hormonas del placer por evocación. La canción más mala del planeta, si la escuchaste en cierta etapa de tu juventud, te llevará de nuevo a esos momentos y por ello la disfrutas, aunque la lógica la rompa a golpes. No dudo que eso pase con muchas bandas legendarias y con cada época, sobre todo desde que Alba Edison inventara el cono grabador reproductor de cera y la música empezara a adquirir estatus de colección. Decir que Garrik se curará de su tedio escuchando los "Blue Man group" o los "Meros recochans boys" o escuchando "Cierta historia de amor" de Silvio es una falacia completa, pero no dudo que a los amantes de Star Wars les levante el alma oír la obertura de la saga al igual que a los amantes de "Tiburon" su tema central o a los que adoran la de "El señor de los anillos o la de "Rocky". La estupidez no puede curarse oyendo a Shakira ni a los Le Luthiers y no se es más inteligente por escuchar a Facundo o a Larralde. Los obreros que se consideran tan aptos por que sus letras son impresionantemente críticas, se van de sieso porque no entienden lo que quiere decir Daniel con su "Rey rojo" y sus "vacas despavoridas" o se asustan de no captar la "chorizada del plutonio" y "la piedra del costo que se nos perdió" de Evaristo. Los oligarcas que se sienten tan profundos e intelectuales por escuchar a Shubbert o a Rajmáninov no curan ni el ego con sus colecciones absurdas e imposibles de escuchar y la nobleza no hace curso de salvación por tener en sus mecenazgos a Mozart o a Liszt, tal cual la iglesia no deja de ser una aberración aunque se jacte de ayudar en el mundo a los pobres, a los niños y a los desamparados, porque nigún precio del mundo y ninguna música del mundo cura el remordimiento y la desazón, aunque pueda encubrirla.
PS: Yo no dudo que creacionistas apliquen sus oídos a escuchar música cristiana para sanar alma y cuerpo y que tal vez, mientras se agoniza en un hospital, una marcha fúnebre acelere el paso. Pero me apego a que Mozart no cura el cáncer y Beethoven no ayuda a la gastritis y aclaro que todo regueton abusivo de sus parlantes me descompone el día.
PS: ¿Alguno podría preguntar a DeLarge porque escuchaba música clásica mientras hacía de las suyas? ¿sabe alguien el género musical que Dammer escuchaba mientras consumía a sus víctimas? ¿No fue Gaicy un fanático de la música y el baile? la pobre música puede tener culpas, pero la más abyecta es la de no reflejar la cultura de su clase.