sábado, 30 de marzo de 2024

Las disculpas del sanedrín

 Haberse dado cuenta y decirlo es pecado, pero qué más hace un gentil como yo que recalcar la verdad que me encuentro. Maldito vicio de no decir nada en tres párrafos... Lo que me trae hoy a estos insermos son las justificaciones mundanas de los mismos mundanos para explicar sus creencias con algún nivel científico ─cómo si eso existiera─ (me refiero a la ciencia de las religiones y a la religión de las ciencias), sin quedar mal con la ciencia misma ─cosa que jamás logran, exceptuando con unos cuantos bobitos que caen de cabeza en la trampa─. No es posible, dicen, demostrar la existencia de dios porque la ausencia de pruebas no es prueba de ausencia. ¿Dónde habré oído yo tamaña estupidez? Si no existen pruebas, definitivamente, no existen pruebas. No guilty. Punto. Ahora resulta que como no hay pruebas de que yo maté a Galán, significa sólo que no se han hallado dichas pruebas. Alrededor de ustedes señores creyentes las únicas pruebas son las de la ciencia, todo lo que pueden ver a su alrededor: sillas, mesas, casas, máquinas, ropas, telas, teclas y computadores. Hasta la misma PC o móvil inteligente que ustedes usan para publicar sobre creencias inciertas y que seguramente son falsas, las ha creado la ciencia, ningún dios: Alá, Jesuscristo, Paloma, Amon, Hanuman, Ganesha o Visnú puede abrogarse nada de lo creado. No hay pruebas de ello como si hay pruebas de que cada una de las cosas mencionadas, incluso la evolución del ser humano o la formación del planeta o del sistema solar tienen bases bastante claras donde no cabe ni por puntada el dedo de alguna divinidad de las que tanto les gusta alabar a ustedes. La religión amenaza con destituir o echar de su seno a quien la critique y no lleve su dogma, incluso con infiernos y purgatorios. La ciencia sólo condena a sus descreídos a la ignorancia y la penitencia es simple: estudie, compruebe, verifique, busque pares que corroboren. George Smoooth escribía en "Arrugas en el tiempo" que no se puede negar la existencia de los "tabikubis" porque no los hemos encontrado y porque no sabemos si su proporción es tan baja que son casi indetectables. Ese argumento científico es válido en el sentido de la duda razonable, pero los creyentes lo aplican a todo. Un zoocriptólogo ─pseudociencia─ jura que no hemos encontrado un licántropo o un sasquatch por la baja tasa poblacional y las vastas extensiones sin explorar. Un uapista ─pseudociencia─ jura que la vastedad del universo justifica extraterrestres y que justamente por tan pocos "tabikubis" no los hemos visto ni contactado. "Si dios hubiese querido que volásemos nos habría dado alas" dice la aerofobia tan elocuente. Facundo Cabral expresa que los Taraumara de la sierra mexicana decían: "nosotros no usamos armas porque si las armas fuesen necesarias habríamos nacido con ellas". Y, de la misma cosecha de ese Facundo está lo que le oyó a los beduinos del Negev: "nosotros no hacemos nada porque pretender hacer algo es dudar que el señor terminó la creación". ¡Tan bonitos y mal arrendados! ¿A poco los cristianos y creyentes no vuelan en aviones? Claro, aunque juren que esos aviones se sustentan por gracia divina, que ellos no entienden de aerodinámica, diferencias de presión, empuje o motores de propulsión a chorro. Ese dios no les dio neumáticos pero van felices en sus vehículos de dos llantas y de tres o cuatro sin priorizar más que un "dios líbrame de un accidente" sin anteponer habilidad y conocimiento en conducción. Por favor, si ese dios nos hubiese querido habitando en casas no habría hecho como las tortugas y si ese dios quisiese que hablásemos por teléfono nos habría creado con uno muy bueno, hasta con el último android. Si quisiese que... Todo avance tecnológico es una prueba contra dios y un insulto a su cacareada creación. Lo único que prohibió fue "comer del árbol de la ciencia y de la sabiduría". No se puede afirmar ni negar la existencia de algo, de dios por ejemplo o de un agujero blanco, dice algún científico tibio. De él se pegan los que se llaman agnósticos que creo que andan perdidos en la cola de impresión y más parecen querer estar al lado de las dos tendencias y no quedar mal con nadie. Yo afirmo la inexistencia de dios y me atengo a las consecuencias, nada de que no es posible comprobarlo, claro que sí, aunque la fe ciega sea inmune a la razón. De ninguna manera la intuición es superior al conocimiento y no es lo que hoy vengo a discutir, pero tiempo habrá para ello. Cierro estas anti apologías con la frase: "no tengo pruebas pero tampoco tengo dudas". Claro queda que si no les molesta ser engañados, hallar pruebas o dejar sentado, la frase está hecha a la medida, pero esgrimirla es optar por creer sin más. Cuando no se necesitan pruebas se cae en el más absoluto descalabro porque todo esto queda en el aire. No necesitar pruebas es dejarse embaucar o no querer dejar de ser embaucado. Tener fe ciega como ya lo dije o ni siquiera necesitar tal fe es equivalente al que acepta la culpa y dice ¿Fui yo y qué? Creo como el credo, una retahíla de sumisiones y una secuencia de miedos e inseguridades y no necesito que nadie ponga en duda esa fe porque yo no tengo dudas, ni requiero demostraciones de existencia. Triste, aceptable pero triste.

 PS: Aquí alguien puede contraponerme los descubrimientos de la santa madre iglesia y de todos los científicos creyentes que han descubierto algo, el mismo Nicolás Copérnico o Galilei, Pasteur, Mendel, Fleming, Heisemberg, Bohr, Pauli, Maxwell... y de que yo, por supuesto, no he descubierto nada. No se trata de puntualidades. Una golondrina no hace verano y el texto basa su salud en las excusas dadas por ellos y no en sus momentos de lucidez.

PS 2: Cuando dicen que se caiga todo lo que esté flojo, se cae todo porque hasta la ciencia tiene su rabo de paja, pero las primeras en caer son las religiones que no tienen donde adherirse.

PS 3: La alegría de los peces: Una conversación entre Chuang y Hui en el libro "El camino de Chuang tzu": -Fíjate que libremente corren los peces, esa es su felicidad. -Ya que tú no eres un pez ¿Cómo sabes que los hace felices? -Dado que tú no eres yo ¿Cómo es posible que puedas saber que yo no sé qué es lo que hace felices a los peces? -Si yo, no siendo tú, no puedo saber lo que tú sabes, es evidente que tú no siendo pez, no puedes saber lo que ellos saben.

jueves, 28 de marzo de 2024

Lo que se pudre y se daña

 El alegato de la semana no puede tener gente presente porque la gente absurda piensa cosas absurdas y lo que yo pienso es absurdo per se. La fecha de caducidad de las cosas está impresa en los productos por alguna ley escrita que así lo requiere y obliga. Algunos pelmazos no comen de una chocolatina que esté "vencida" o con fecha reciente  a su vencimiento y su cerebro les juega la mala pasada de no disfrutarla por la fecha. No se trata de que un bombón de azúcar, la azúcar misma y la miel con la panela no se pudran porque hay un ejemplo de cuatro mil años que lo prueba. Falso, me quedo con Eskorbutin "el tiempo lo pudre todo". Definitivo y absoluto. La miel si puede degradarse y lo hace si las condiciones son las correctas y puede mantenerse comestible por mucho tiempo si las condiciones son las correctas. ¿Qué es la fecha de vencimiento? Una fecha aproximada, que se calcula por experimentación y estadística en la que el producto que la lleva puede consumirse sin peligros. Tendrían que ser magos para adivinar la fecha exacta, pero, de acuerdo a los tratamientos, a los empaques y a las envolturas, puede aproximarse tal fecha. Normalmente esa fecha se calcula con un porcentaje de error a favor del producto, es decir, que aún con la fecha vencida, el producto puede conservarse en buen estado y puede ser comido sin peligro. Puede ocurrir que un producto se dañe incluso antes de la fecha marcada en el empaque, aunque, seamos claros, es más escaso que ocurra por los rígidos controles de calidad de las empresas. La pregunta que me queda es ¿Por qué se dañan las viandas? y el caso es muy simple mis queridos desalumbrados, porque desarrollan microorganismos que pueden ser letales al ser humano o por lo menos infecciosos o molestos. También puede ocurrir que la luz y la exposición a los elementos los degrade y su sabor u olor, o su valor nutritivo, ya no sea el mismo de antes de vencerse. ¿Tiene el ser humano algún detector propio para saber cuando un alimento está en mal estado? No. Debemos fiarnos de la fecha, del olor, de la visión y de la sana lógica. Sabemos a que  huele y sabe una naranja descompuesta, reconocemos el moho creciendo en el pan y el olor de la carne podrida, como podemos observar la producción del dióxido de carbono en los envases inflados. Los animales no miran la fecha de vencimiento por obvias razones y aunque la  miraran no lograrían mucho. Confían en su instinto, en su olfato y en su organismo para resistir algunas bacterias. Problema sin resolver que algunas bacterias no degradan el alimento, ni lo estropean y esas son las más peligrosas porque no las podemos detectar. ¿Tiramos pues los alimentos vencidos? Parece ser lo más sano y sobre todo es una sana recomendación para los humanos más delicados y enfermizos. A mí se me antoja que muchos de ellos sólo sirven para quejarse porque no tienen ni idea de lo importante de la exposición al medio para la salud de nuestro sistema inmune. ¿Esta mala la chocolatina? toca ver si tiene moho, si está mojada (casi imposible en el empaque), si su sabor se ha alterado, si presenta alteración a la vista. No importa si tiene un cuarto de leche y aceite de soya y tiende a perderse más que el chocolate solo. El producto está seco, en un empaque sellado, fresco y aislado del sol ¿Qué bacteria podría vivir allí sin humedad? Cómase la maldita chocolatina o bótela, pero no me salga con que el chocolate se dañó porque la fecha del empaque es un método de adivinación intrínseca de las empresas empacadoras y es absoluto.

PS: Dice la magna ciencia que los huevos duran un mes después de la puesta, los chocolates entre uno y dos años, los alimentos enlatados, obvio que tratados, pueden llegar a la friolera de 10 años. El arroz, el maíz y las pastas entre seis meses y dos años. Adelante desháganse de la comida caducada o que lleve en sus alacenas y refrigeradores todo ese tiempo que hay todo un regimiento de hambrientos dispuestos a no hacerle caso ni al más obvio proceso de descomposición.

sábado, 16 de marzo de 2024

Baile con lobos

 No debería estar comentando este tema en mi diario personal sino en los escritos evolutivos, pero ya le llegará su turno en ese acápite. Hoy he de referirme al baile en otro sentido aunque tal vez caiga a la misma conclusión. Anoche, a petición de un compañero, nos pasamos por el Tibiri, un local donde se oye música de baile. Yo no pude reconocer ninguna canción, pero la gente bailaba hermosamente, un paso acá, una vueltecita allá o dos sobre su propio eje y más pasos que los acercaban y los alejaban rítmicamente mientras, parte importante, se decían no sé que cosas. A nivel del suelo los pies de cada uno, al compás de la música, producían movimientos que, de nuevo no tengo idea cómo, no se sobreponían el uno al otro. Maravilloso ver esa sincronía en parejas tan dispares que, según pude observar, ni se conocían. Desde mi punto de vista con dos píes izquierdos y sin rodillas fue majestuoso observar los bailarines y entender que una sociedad se reúne en sitios similares a compartir eso. Claro que lo he visto muchas veces y he estado en muchos "bailes" pero inconsciente de lo que se gesta en ese momento, pero, ¿Qué se gesta? Dos individuos desconocidos se acercan a una distancia incómoda y se toman de las manos para ejercitarse mutuamente. Sí, el baile es una forma de ejercicio, no me queda duda, el movimiento y la agitación aceleran el ritmo cardiaco y la exigencia pulmonar, lo que repercute en la circulación, en el equilibrio, en la coordinación. ¿Cuántas cosas se pueden decir del baile? supongo que muchas, la coordinación y la memoria, la reducción del estrés, la salud mental y física. Eso no se reduce al baile ajetreado como la salsa o el merengue; el vallenato y la música romántica también se pueden considerar ejercicios y un slam dance o una meneada de cabeza metalera también es un ejercicio. Algunos de ellos con impredecibles consecuencias que me han dicho que al Tommy le prohibieron que siguiera meneando el pelo por su misma salud y en los pogos, cada rato me toca ver dos o tres reventados, no por falta de coordinación sino por exceso de ella y por animosidades también en exceso. Es cierto que muchos bailes se realizan con parejas conocidas e incluso con la pareja con la que se está casado y es un hábito social de las reuniones que se ponga algo de música para bailar y no solo para escuchar, cantar o gritar, es cierto que el baile refuerza lazos de amistad y de amor, si tales cosas existen y es cierto que bailar estimula áreas del cerebro y libera endorfinas. Realidades que supongo no son las que necesito en esta banal deducción. No estoy por concluir si es bueno o malo, que con tantas bondades ha de ser bueno. Definitivamente es una presión social producida por la cultura, es decir, el baile es un formato cultural aprendido para apaciguar dioses, atraer bondades sobre la tribu o despedir muertos. Incluso se ha usado como intimidación hacía otras tribus, como demostración de fuerza y cómo componente del ritual de crecimiento y de llegada a la madurez. El baile en parejas, que es al que me refiero acá, al día de hoy, no es más que la resulta de demostrar a las posibles parejas que se es apto para la reproducción y que se tienen esas habilidades mencionadas arriba, por lo que el baile no es más que un ritual de apareamiento, similar al que hacen algunas aves para demostrar sus cualidades y capacidades físicas. Demostración impecable de que se está sano biológicamente para transmitir los genes a la generación siguiente.  Una manera de conseguir pareja y una oportunidad para conocerla. Probablemente al día de hoy, el baile no es más que el baile y la diversión, pero allá en el fondo se oculta ese vaho de selva primitiva que me aterra tanto. El bailar es un acto social que refuerza lazos. Lo dicho, como lo expresó Desmond Morris y parafraseándolo, hemos llegado a la misma conclusión del zoólogo y etólogo: el baile no puede ser más que un sucedáneo del aseo social de los monos. Discúlpenme pero no puedo ver el baile sino como a una bandada de simios adolescentes buscando donde meter el pito.

PS: Me queda una afirmación por resolver que está bastante en entredicho. Se trata de si pudo existir el baile antes del ritmo. Baile sin música no puedo aceptarlo de buenas a primeras y queda por explorar el nacimiento de la música y del ritmo. Me parece a mí que movimientos coordinados no pueden ser baile hasta después de inventarse la música en cualquiera de sus formas, aunque fuese el simple golpeteo en una superficie. ¿Hay baile sin tempo? Quede para otra ocasión más propicia.

PS 2: Nadie expresa que sea malo, pero si cuenta para entender que es lo que me resulta tan poco atractivo de invitar una hembra al baile. No es que no aplique la reproducción y la evolución en mí, es que nuestra manera de cortejo no es invitando, saludando o dando regalos o haciendo demostraciones de habilidades. Aquí es que me identifiqué con los Neandertales. Dejo a la imaginación.