Es complejo hablar de conceptos religiosos cuando no se es religioso. Hablé del alma hace poco, pero su concepto religioso no fue el que toqué, fue el que ataqué. Hablar de karma me resultaría fácil si hubiese vivido o nacido bajo los designios de alguna religión dhármica y la religión con la que más la asocio es el budismo. Hay que comprender que para ellos es una energía y que hay karma bueno y malo y que dicha energía es el resultado de las acciones que realizan. Como creen en la reencarnación, suponen que lo que les pasa en la vida es fruto de una anterior acción, o sea consecuencia kármica. El karma es la tercera ley de Newton a nivel espiritual y que me perdone Sir Isaac por hacer tal comparación deítica. A toda acción buena o mala, síguese por consecuencia, una reacción, buena o mala y hasta ahí llega toda comparación posible, pues no son de sentidos contrarios y ni hablar de lo tonto que resulta tal consecuencia en la realidad: si sacamos tajadas a un pan, por consecuencia de extracción de masa, cada vez habrá menos pan y ocurre lo mismo con la gran mayoría de factores reales; los espirituales no están al alcance de mi comprensión científica o mejor, sobrepasan lo que mi ciencia es capaz de aceptar. La misma teoría reposa en los anales filosóficos como "ley natural" que pretende que los humanos tendemos a una moral y a una ética común que deviene en que usando la lógica llegamos al bien y no a lo contrario. Mucha gente he oído que pretenden entender que si alguien hace algo malo le va a pasar algo malo y viceversa y a eso llaman "ley natural", mi querido Guillermo Arango lo hacía. Por extensión, la ley taliónica se equipara de manera conmovedora con el karma, sólo que aplicada in situ o, en vida, no al alma. El punto es si yo creo en el karma y la respuesta es muy sencilla: No. Ni siquiera creo en la reencarnación o en la vida después de la muerte o en recompensas de cielos e infiernos (ahí está el karma). Para reglas, buenas son la del Talión aumentada: ojo por dientes y lengua, diente por lengua y nariz. La de la selva donde vence el más fuerte -el más apto según Charlie- y la ley biblica del setenta veces siete que Jesús le dictó a Pedro pero al revés, Si alguien te ofende, oféndelo setenta veces siete -si alguien te dice HP, tu le dices septuagésimo séptimo HP- y hasta más si se puede. La causalidad de la ley causa y efecto es más cercana a la ciencia y la acepto por tal, aunque un efecto es consecuencia a su vez, de otro efecto y el devenir causal es infinito, pero lo que no quiero es aceptar las nociones de Demócrito del movimiento per se, ni la de Aristóteles de una causa única primaria. Lo claro es que si estamos hablando de nirvana, de cielo, de ángeles, de satori, no es mucho lo que pueda aportar al tema porque siempre los voy a discutir y a atacar con todos mis medios -pocos pero medios al fin y al cabo- y por tanto mi discurrir en este tema lo dejo acá, para que mi querida amiga sepa lo que opino del karma. Acta est fabula.
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