lunes, 28 de septiembre de 2015

Crítica y anticrítica

En estos tiempos de vida simple y gustos simples podemos ver a quien disfruta y ataca a diferentes ecos de los que le rodean: "X... eso es una porquería" "Y, no es más malo porque no puede" y... También se oyen ecos estruendosos de críticos inmaduros "Bueno, a mí me gustó" "Excelente, lo haces muy bien, eres el mejor" y una larga lista que no me atrevo a mencionar... A mí que me digan lo que quieran; en este mundo hay una buena cantidad de maldad expresa; imbéciles que no saben cantar, actuar, o tocar un instrumento, que son halagados por la prensa y la radio y va uno a ver y preciso, es lo que los mass media nos quieren vender; no me atrevo a mencionar nombres, pero son bien conocidos, todo lo que suene en la radio, en la televisión y que le pongan un mensaje para descargar el último éxito de... por sólo unos cuantos pesos. Esos son malos, perversos, viven de y para el capitalismo -forma de robo, que se basa en obtener la máxima ganancia con el mínimo de esfuerzo- Sin decir que los que no aparecen en los medios sean mejores, diría que por lo menos no tratan de enriquecerse de los castos que envían los mensajes por descuento y pagan el payperview e incluso le gastan los 45.000 del CD o DVD. Eso sí, en el medio del rock es escaso que entre los amigos aparezcan 100 que nos compren el disco y apoyen pagando los 5000 de la entrada. Igual, yo no vine a hacer ludibrio, ni mofa. Cada cuál es cada quién y cada uno que haga lo que le plazca -a mi manera de ver, esto debe hacerse sin engañar al contertulio o próximo que llaman- Pero si me pregunto, si una banda que se sube al escenario merece que la miren y le aplaudan lo mínimo que haya hecho, porque ninguna banda se sube sin haber ensayado y sudado la gota gorda en el escenario, sin haberse extirpado el cerebro para dar de sí una composición con sentido; a esto hay que ensayar y buscar el instrumento y dedicarle tiempo a perfeccionar los punteos y hasta los acordes, a mejorar cada sesión para agradar y mostrar un contenido ameno, al gusto, para decir lo que cada cuál quiere decir, a su manera y llevando el mensaje a un otro. Porque nadie toca para sí mismo si está en un escenario, ni canta para sí mismo si anda vocalizando ante un público, ni escribe para sí mismo si anda bloggeando y contribuyendo al mundo de las letras cada tanto por tanto. Afino, el más desarrapado grupo, con la letra más inadaptada y con la voz más desafinada hay que valorarle que ensaya, que quieren y desean hacer algo. De ahí para más, aunque yo no sea crítico, si me toca contarle a más de uno como le oigo la voz o que le entiendo de lo que gruñe; si a me parece o no acorde el mensaje y la rimación o prosa y si tiene algún que otro error ortográfico que se le escapó en la construcción de la frase. Eso me toca a mí si alguien me pregunta por cosas puntuales, pero en general. Buena por esas personas que se atreven a desafiar el sistema gritando lo que no pueden y tocando lo que no afinan; Buena por los que a pesar de atranques, faltas de pagó y hasta, graciosa estafa. -Si alguien no te paga 200.000 de pasajes lo más seguro es que no le alcanzó, una estafa en mi opinión y gusto es por el orden de los millones- buena por los que no se rinden, pero que al tiempo no piensan que con su banda irán a formar parte de una lista de radio, porque esos, precisamente, son los malos.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Feliz cumpleaños

Yo nací en el seno de una familia moderadamente católica o solapadamente católica y claro, como a cualquier hijo de obrero me mandaban a la iglesia para que rezara y pidiera por el bienestar de todos y cada uno de los miembros de la familia. Supongo que se preocupaban por la salvación de mi alma y esperaban que al morir todos nos reuniésemos de nuevo en el cielo de los creyentes como una familia real, casta, santa y pura. He de suponer que muchos de ustedes saben que yo no iría a ese cielo de arrodillados, lamezuelas y pordioseros ni aunque por propósitos de ironía, un genio loco lo crease o me jugase la broma de hacerme creer en él. En mi familia los únicos días que se celebraban eran los de navidad o de pronto cuando mi padre conseguía un poco de dinero extra porque nos llevaba comida por montón, barras de salchichón cervecero con limón y lo repartía como si el mundo fuese a acabarse y no habían más celebraciones. No recuerdo que alguien me dijera feliz cumpleaños o feliz aniversario entre mis padres o feliz día del padre o de la madre. Supongo que la pobreza que habitaba nuestras entrañas era igual o peor que la que se diseminaba por nuestra casa, que ni era casa, ni era propia. Yo acepto en ese sentido que se le diga a alguien feliz día o feliz aniversario o suerte. Pero en serio. ¿Qué carajos celebras? ¿Un año más o uno menos? ¿El giro del planeta alrededor de su órbita, a partir de la fecha cumbre de tu nacimiento? ¿La feliz coincidencia de que las redes sociales te pidieron una fecha de nacimiento y se lo recuerdan a todos tus contactos y, por obligación y deferencia te envían un saludo de camaradería? ¿La real consecuencia lógica de tu vida? Si, celebremos, vengan mujeres a mi, licor y batatilla en polvo, quitémonos todos la ropa y ofrendemos a Baco y a Poro, aunque nuestros dioses tutelares sean Aporia y Penia. Brinquemos que unas canciones nos harán olvidar lo inmundo de esta inmundicia de mundo. Saltemos que con eso esquivamos el presupuesto nacional y el iva y la canasta familiar en alza y el ascenso vertiginoso del dólar y hasta los problemas fronterizos que, sean la culpa de unos y otros, siguen siendo problemas. Yo no veo que celebrar y por deferencia les aplico el agradecimiento y la molestia de haberme felicitado, pero no existen razones para una fiesta y la fiesta no puede estar llena de hipocresías, yo no celebro mi cumpleaños, ni la vuelta al mundo, ni la semana de pascua. No me resisto escribir sobre un día cualquiera, que no suma ni resta porque eso es lo que dice un papel que mi madre guarda: "nacido el 25 de ... del mes de ... del año del señor de... en la parroquia... se firma para... NO!!! Ese no soy yo, ni es ninguno de ustedes, yo soy lo que hago y lo que pienso y si lo que hago y pienso pudo tocar dos o tres almas hermanas que siguieron su camino y pensaron en más almas y caminos. Sea. Yo no soy mi día, felicítenme por mí trabajo; yo no soy ropa, felícitenme por mis canciones; yo no soy idiota, felicítenme por mi genio. No me feliciten un día y me abandonen 364, que yo no he dejado de ser y si dejo de ser felicitenme: he muerto y ya ninguna cosa me afecta. No me llamen porque los inquietó un mensaje en la red. Llaménme porque quieren escuchar de mi voz un saludo y una carcajada de hermanos. En fin, y no es me que me cansé de pensar, pero como dijo una vez ese viejo patético que fue el vendepatrias de F. González: "a mí que no me hagan estatuas, que me den el dinero en oro" pues a mí que no me hagan esculturas, que las felicitaciones me las den en licor, que si bien tampoco arregla nada, no me deja ponerme a pensar si quiero o no ayudar a arreglarlo.

viernes, 18 de septiembre de 2015

El poder de los libros

¿Quién puede negar que los libros son un modelo a seguir? ¿Qué la lectura nos hace fuertes y nos permite viajar sin movernos de nuestro hogar? ¿Quién, en su sano juicio, puede asegurar que leer libros es malo? Sin rayar en la exageración, un libro por tímido que sea te lleva a alguna parte y algo te enseña -incluso a no volver a leerlo- hasta una revista de historietas puede enseñarte algo, la entonación, los descansos, la cadencia; incluso por repetición y simple memoria la ortografía de muchas palabras. La duda no es razonable: si el niño lee, tiene salvación y hasta lo más preclaro es que su futuro esté asegurado. Bástese con citar palabras de Biófilo en elogio al libro y su asombroso poder: -quisiera acá tratar el problema de sus biógrafos y el de él mismo, pero dejemos comezón para otro día- que el libro, que desde Guttenberg, que la esperanza, que quien lee, que... ¿Se nos olvida que los actuales detentores del poder leyeron? pero no a Bakunin ni a Pedro José; No leyeron a Camüs ni a Sartre; No leyeron las aventuras de don Alonso Quijano; leyeron la biblia y apergaminaron de ella la crueldad divina y el amasijo de poder; leyeron de sus antepasados conquistadores y a eso se dedicaron; leyeron a Maquiavelo, pero sólo para ver cómo gobierna un príncipe y hacerse a la idea de que ellos lo son; leyeron a Tsun Tzu para dar cuenta de sus enemigos en batalla, pero dudo que utilicen la inteligencia del afamado guerrero sobre la mano desnuda; leyeron a Kiyosaki y a Chopra para conseguir prosélitos, ya había dicho yo que los libros de superación personal son un insulto a la personalidad. Los esbirros y asesinos del país, son gente lectora y saben leer, pero sólo lo que los conmueve y sus interpretaciones se separan de lo justo. No dudo que no hayan leído a Nietzsche, pero sólo vieron su súper hombre ávido de poder y no su cristo que se pudre entre rejas con los de su clase. Vieron al payaso pero no al volatinero que amenaza defenestrarse, no vieron al payaso triste sino a la función. De seguro leyeron a los filósofos, grandes y pequeños que también los hubo, pero su interpretación de "la política" de Aristóteles es un asco y la de su "ética nicomáquea" un insulto. Los libros, señores, también son verdugos, sé de personas que después de leer un libro se convierten a su fe y sólo ven después de eso lo que su fe les quiere mostrar y se aferran a sus creencias como un niño pequeño a su juguete nuevo. Sé de otros que han profanado bellos libros sólo para anatematizarlos como la lectura de los textos de V.V. -Similar a lo que ha pasado en la música por aquellos que oyen DK para decir que J.B. es un homosexual ávido de poder y que, literalmente "mata niños" [¿?]. Leer es un sistema de defensa personal, pero también debemos aprender a defendernos sin fanatismos, de pasar los conocimientos por el cedazo de la razón o de la locura cómo a cada cual le parezca. Leer nos permite librarnos del tirano, pero en un descuido podemos terminar adoptando uno más salvaje. Leer nos permite viajar sin movernos, pero ese viaje que tiene el valor del libro no tiene el riesgo y las emociones de uno real. Leer nos permite vivir informados, pero ¿qué información es la que te llega? ¿quién te informa? ¿qué verdad es la que te dicen? Leer es una forma grata de pasar el tiempo y de instruirse, de aprender nuevas palabras así sean ancianas, de ejercitar nuestra mente y de mantenerse lúcido, pero ¿qué hay de sus contrapartes? No porque hayan lecturas vanas, porque las haya malas o fanáticas, falsas y poco cuerdas o razonables. El peligro de la lectura no está en lo que lees, sino en tu cabeza, en la manera de pensar que alguien te enseñó o te impuso, te invito a pensar. Asimismo ocurre con la música hay de ella para pensar y para volverte fanático, a mí no me conmueve sino la que habla de revolución, sin importarme quién se rebele -si me pisan me quejo- y la que filosofa del ser -Y nunca seguí el rebaño porque ni el pastor ni el amo...- yo no voy a preguntar cual quieren seguir y si hacen algo no lo hagan por otros, háganlo por ustedes. La masa siempre me ha aterrado.