viernes, 18 de septiembre de 2015

El poder de los libros

¿Quién puede negar que los libros son un modelo a seguir? ¿Qué la lectura nos hace fuertes y nos permite viajar sin movernos de nuestro hogar? ¿Quién, en su sano juicio, puede asegurar que leer libros es malo? Sin rayar en la exageración, un libro por tímido que sea te lleva a alguna parte y algo te enseña -incluso a no volver a leerlo- hasta una revista de historietas puede enseñarte algo, la entonación, los descansos, la cadencia; incluso por repetición y simple memoria la ortografía de muchas palabras. La duda no es razonable: si el niño lee, tiene salvación y hasta lo más preclaro es que su futuro esté asegurado. Bástese con citar palabras de Biófilo en elogio al libro y su asombroso poder: -quisiera acá tratar el problema de sus biógrafos y el de él mismo, pero dejemos comezón para otro día- que el libro, que desde Guttenberg, que la esperanza, que quien lee, que... ¿Se nos olvida que los actuales detentores del poder leyeron? pero no a Bakunin ni a Pedro José; No leyeron a Camüs ni a Sartre; No leyeron las aventuras de don Alonso Quijano; leyeron la biblia y apergaminaron de ella la crueldad divina y el amasijo de poder; leyeron de sus antepasados conquistadores y a eso se dedicaron; leyeron a Maquiavelo, pero sólo para ver cómo gobierna un príncipe y hacerse a la idea de que ellos lo son; leyeron a Tsun Tzu para dar cuenta de sus enemigos en batalla, pero dudo que utilicen la inteligencia del afamado guerrero sobre la mano desnuda; leyeron a Kiyosaki y a Chopra para conseguir prosélitos, ya había dicho yo que los libros de superación personal son un insulto a la personalidad. Los esbirros y asesinos del país, son gente lectora y saben leer, pero sólo lo que los conmueve y sus interpretaciones se separan de lo justo. No dudo que no hayan leído a Nietzsche, pero sólo vieron su súper hombre ávido de poder y no su cristo que se pudre entre rejas con los de su clase. Vieron al payaso pero no al volatinero que amenaza defenestrarse, no vieron al payaso triste sino a la función. De seguro leyeron a los filósofos, grandes y pequeños que también los hubo, pero su interpretación de "la política" de Aristóteles es un asco y la de su "ética nicomáquea" un insulto. Los libros, señores, también son verdugos, sé de personas que después de leer un libro se convierten a su fe y sólo ven después de eso lo que su fe les quiere mostrar y se aferran a sus creencias como un niño pequeño a su juguete nuevo. Sé de otros que han profanado bellos libros sólo para anatematizarlos como la lectura de los textos de V.V. -Similar a lo que ha pasado en la música por aquellos que oyen DK para decir que J.B. es un homosexual ávido de poder y que, literalmente "mata niños" [¿?]. Leer es un sistema de defensa personal, pero también debemos aprender a defendernos sin fanatismos, de pasar los conocimientos por el cedazo de la razón o de la locura cómo a cada cual le parezca. Leer nos permite librarnos del tirano, pero en un descuido podemos terminar adoptando uno más salvaje. Leer nos permite viajar sin movernos, pero ese viaje que tiene el valor del libro no tiene el riesgo y las emociones de uno real. Leer nos permite vivir informados, pero ¿qué información es la que te llega? ¿quién te informa? ¿qué verdad es la que te dicen? Leer es una forma grata de pasar el tiempo y de instruirse, de aprender nuevas palabras así sean ancianas, de ejercitar nuestra mente y de mantenerse lúcido, pero ¿qué hay de sus contrapartes? No porque hayan lecturas vanas, porque las haya malas o fanáticas, falsas y poco cuerdas o razonables. El peligro de la lectura no está en lo que lees, sino en tu cabeza, en la manera de pensar que alguien te enseñó o te impuso, te invito a pensar. Asimismo ocurre con la música hay de ella para pensar y para volverte fanático, a mí no me conmueve sino la que habla de revolución, sin importarme quién se rebele -si me pisan me quejo- y la que filosofa del ser -Y nunca seguí el rebaño porque ni el pastor ni el amo...- yo no voy a preguntar cual quieren seguir y si hacen algo no lo hagan por otros, háganlo por ustedes. La masa siempre me ha aterrado. 

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