miércoles, 28 de octubre de 2015

Disertaciones sobre la cosa

Esta mañana cuando llegué al colegio, había una cartelera que rezaba: "Una máquina no puede hacer una flor" y otra "Las mejores cosas de la vida no son cosas". Llámenme como quieran pero eso tan simple me impulso al teclado a disertar sobre la cosa, sobre esa que acabo de mencionar. Para empezar no es difícil definir cosa, pero usemos el diccionario: "palabra con que se designa todo aquello que existe o tiene entidad ya sea material o inmaterial, real o imaginario, concreto o abstracto (objetos, seres vivos, pensamientos, sensaciones, emociones, acciones, sucesos, etc.) y que puede ser concebido como una unidad independiente de otra; a menudo se usa en sustitución de una palabra que no se quiere decir o no se conoce" Cosa es pues todo y parte del todo, el sentimiento es una cosa y la sensación es una cosa, el asco es una cosa y las cosas son cosas, ocurren cosas y hay cosas que nunca pasan; a veces uno es cositero por repetir ciertas cosas y cositea hasta para tomarse un desayuno; mi nieta me pide "cusitas" y uno hace cositas por ahí que a veces le acarrean problemas; le quedan a uno faltando cosas por hacer y el resumen de lo hecho es que algunas cosas se hicieron. En artes de guerra planteaba yo que la cosa que se busca no es la cosa que se encuentra porque al final no estamos buscando una cosa y la cosa que se encuentra tampoco es cosa; cosito es el nombre genérico que usan muchas mujeres que no se acuerdan del nombre de una cosa o de una persona que también es cosa; coso es el masculino de cosa y a su vez es la arena taurómaca, a la que nos referimos como cosa por no saber que es coso. Cosas y cosos hay que decir en lenguaje incluyente para que no se perratee la cosa y las cositas no pongan problemas por aquello de la diferencia de género, que es la diferencia de cositas tanto de uno como de otro -cada uno tiene sus cositas- ahora,  coseamos por todo y nos enfrentamos a la cosa más grande como los cubanos y la cosa buscada, por regla general, nunca es la cosa hallada. Coser es un verbo y cocer también. Propongo el verbo cosear, que no reemplaza a ninguno de los dos pero que en general se puede usar: "cosiame la carne para que quede mejor" y "cositame la bota del pantalón". Cosa es un sustantivo útil y un verbo útil. La cosa es temible, hasta existe una película de terror con ese nombre y fiera ha de ser porque "me atacó una cosa" y resulta sencilla para explicarle al médico: "me dio una cosa" ambas son representaciones perfectamente validas; Y hasta se usa como un insulto: "este se cree mucha cosa" y "maldita cosa con ojos" y para dar a entender que nos vale un pepino "maldita sea la cosa". La cosa señores, que cosa, pero: ¿Qué cosas son tan buenas en la vida que no son cosas? y ¿Cuál de los distinguidos miembros del sacrosanto reino animal puede hacer una flor?

sábado, 24 de octubre de 2015

La moda universitaria

¡La moda mi señor! ¡La moda! que no se diga que hoy la gente no estudia, ni que estudia por moda, que rico un pueblo culto y lleno de saber y que sea capaz de alcanzar la mayoría de edad en ética y moral, que no se deje engañar y que elija bien si es que tiene que elegir. Lo que me trae al papel es la fiesta del engaño que se halan algunas "universidades" con las carreras que ofrecen. Convierten el aprendizaje en un niño mal criado y lo asaltan en su buena fe. No vayan a pensar en otra cosa, lo hacen por la captación de dinero y punto. Se inventan un nombre nicolo -quiero dejar este por maquiavelico- y lo ofrecen al incauto bachiller prometiéndole alta rentabilidad, salarios cómodos y futuro asegurado, fíjense en unos que me encontré por ahí buscando: Administración de la tecnología de la información, Direccionamiento estratégico, Procesos de exportación e importación, Salud ocupacional y riesgos profesionales, Calidad en desarrollo de software, Auxiliar en salud oral, Especialización en gerencia educativa, tecnología en gestión de redes y comunicaciones, Técnica profesional en instalaciones eléctricas para edificios, Toma de decisiones financieras, Normas internacionales de información financiera, Direccionamiento estratégico para la gestión de organizaciones. Suficiente ilustración. El alcance de los conocimientos debe fraccionarse para que un ser tan poco ilustrado y necio como el humano pueda acceder a él y hasta estaría de acuerdo con unas cuantas ingenierías, pero el ingeniero debe ser integral y hoy día existen unas ingenierías ridículas: Ingeniería Dendrocronológica; Ingeniería portuaria, ingeniería textil... Les falta una ingeniería de lo paranormal y para completar el círculo fantástico de la moda y la televisión una ingeniería criminalística, que no sobra decir, dichos programas, dispararon la oferta y la demanda de dichas carreras, que los pobrecitos ingenuos creen que son así de sencillas como en las películas de susodichos nombres. ¿Saben a qué me refiero? ¿Qué estúpida universidad no se aprovecharía de eso y montaría por demanda unas carreras con tanto prestigio y viabilidad y campo de acción. ¡Colombia es rica en crímenes y asesinatos! ¡A estudiar! Podemos inventar nuestras carreras del futuro: "experto en cambio de sockets de alumbrado público" "contratista dirigido a la subcontratación" "Animero de relaciones públicas con énfasis en desarrollo agroindustrial" "Abogado familiar de casos de derecho interdisciplinario para consanguinidad de segundo y tercer género... Para colmo hoy me encuentro con uno que es experto en computadores pero sólo sabe arreglar Macs; me encuentro con un experto en lavadoras que sólo realiza cambios de bombas; con un tío que arregla licuadoras pero la picadora y la batidora son demasiado complejas para él mismo... El fraccionamiento incontrolado de la información crea expertos y el experto no es un ser pensante, ya sabe a qué se enfrenta y las posibles soluciones y por tanto su conocimiento no crece, ni necesita esfuerzo. Espero que me hayan entendido, no estoy de acuerdo con esas vagamunderías de carreras que ofrecen hoy tan fragmentadas, yo soy ingeniero y puedo hacer cientos de procesos -no digo que todos- puedo realizar cientos de tareas simples, desde pegar unos ladrillos y crear una red eléctrica funcional, hasta crear las instalaciones de entrada y salida de ductos de aguas limpias y sucias. Desde diseñar y crear mis propios objetos hasta armar y mejorar los que otros diseñaron.  Puedo soldar, perforar, doblar. La mecánica, electricidad o química básica me son inherentes. No busco un químico farmaceuta en disoluciones para saber la cantidad de ácido de tal PPM que me neutraliza una base de tal PPM, ni para que me explique la manera de hacer una sustancia limpiadora con solución de cloro. No necesito un técnico en armado de muebles de cocina de madera contrachapada y prensada ni un especialista en junturas y uniones de cables eléctricos por soldadura de alta temperatura: Soy ingeniero, ingenio, creo, resuelvo, calculo, hago. No soy el ingeniero actual dirigido a las relaciones públicas y al manejo de personal tanto como a la administración. Soy soldado no militar y con esa frase robada de Biófilo concluyo mi histeria sobre las universidades que crean monstruos ineptos.

sábado, 17 de octubre de 2015

Lo simple de las cosas II

Y dizque soy un viejito gruñón, porque no me acomodo con las cosas de la humanidad. Yo sé que ella es así, que se deja seducir de cualquier ramera, con todo el respeto que me merecen las señoritas rameras, que se vende al mejor postor y piensa que lo hizo bien. Que vota, confirmando que se ha vendido a un partido o a la mismísima democracia, si es que tal cosa existe. Que se arrastra detrás del conformismo y a veces dice: "Ya basta..." "Es la hora..." "Ahora si..." y mentiras, nunca le llega la hora porque la revolución no es su juego, nunca se revela, ni se rebela más que para mostrarse y lucirse, que es lo que más afecta a la pobre humanidad: su afán palaciego de salir en la portada. Soy simple y no creo en la democracia donde se compran votos y todos los políticos han leído "La política" de Aristóteles para hacer justamente lo contrario que en ella reza; No creo en el socialismo que se convierte a capitalismo apenas se apodera de los medios de producción. Sé que muchos de los actuales potentados son delfines, pero vaya y verá lo que se le aparece de pronto, como decía mi tía Genoveva: "Una caranga resucitada mijo..." No creo en el comunismo donde el estado enriquece a dos o tres familias en nombre del mismo: para muestra Fidel y Kim. No creo en el anarquismo que predican mis amigos rockeros que son capaces de matar porque no les dieron la plata del pasaje, ni creo en el anarquismo que se hace matar y mata cuando alguien lanza una moneda al aire y sólo por atraparla; me quedo con mis dos vacas... No creo en la paz de los lobos y yo... soy hijo de un lobo... No me interesa que la humanidad despierte, que se queden así, porque soy tan simple que no quiero adherirme a nadie, y si la humanidad pensara, por no seguirlos, preferiría no hacerlo. Así de simple es mi odio de lo cotidiano y de los repetidores de la humanidad, los que se apegan a la biblia, los que se dicen ateos y se les ve la candidez cuando dicen: "Gracias a mi dios" o "si dios quiere"; los que leen el best seller, los que ven la serie de moda,  los hinchas salvajes, los que visten in, los que votan, los que hablan de política y defienden un candidato -no hay ninguno bueno, todos llenos de veneno y de ansias de poder- de seguro alguien les van a untar la mano o ya les lavaron el cerebro. No creo en lo hipócritas que somos todos, no creo en el fanatismo, aunque soy uno de la ciencia, de la observación y la experimentación: yo soy mi propio físico teórico y someto a toda teoría al escrutinio y la pongo en mí palestra antes de adoptarla y enseñarla... ¿me equivocaré? Sí, pero no me importa porque esos resultados y errores se vuelven a reciclar y evolucionan con los nuevos datos. Simple, si señores, bastante simple: la humanidad se rompe el coco para saber de donde viene y hacía donde va y busca explicaciones furtivas en seres de otros mundos y otras dimensiones que llama dioses: "La audacia del animal con razón" le llamo yo, maldito fanático de sí mismo; venimos de la tumba y hacia ella vamos y luego de esta vida no hay nada y no hay necesidad de saber si tenemos un fin en esta tierra porque no existe tal fin. Si alguno quiere creerse superior a la naturaleza, que se reserve el derecho de ser premiado o castigado después de pasar por esta vida, que lo haga, -yo lo abrogo- pero ¿tratar de usar esa audacia para embrutecer? Ahí está pintado el ser humano.

jueves, 15 de octubre de 2015

Lo simple de las cosas

Soy un ser humano simple, algunos preguntan que tan simple y yo no me atrevo sino a explicarme a mí mismo, que es la razón por la cual dejo estas memorias editadas en red y de seguro hasta publicadas piratamente como ha sido nuestra vida: pirata. Soy simple, no distingo más allá de tres colores básicos junto con el blanco y el negro; toda la demás gama me sobra: el azul perlado y el rojo Góngora, como el lila claro y el amarillo pardo; todos ellos me son indiferentes tanto en mi vestir como en mi trajinar. Puedo decir pues, que la pintura, si no es en modo alguno rebelde o interpretativa me deja sin pulso; los colores, las acuarelas, retratos y autorretratos, pintas y bodegones me parecen la cosa más simple del planeta: un artista de pintura no es más que un elemento que sabe pintar como otro sabe cantar u orar. Ningún artista ha provocado en mí más que la baba de aquel que por gracia desconoce el arte de la pintura y escultura y, el respeto por lo que hace; nunca un desmayo franquista por haber visto el grito, las demoiselles, las meninas o el discóbolo. Mi sentido del gusto es aún más simple: o las cosas están comestibles o no lo están; amargas, ácidas, dulces y cualesquier combinación me es inocua: buena o mala comida. Mi gusto no es muy exigente al igual que mi olfato que huele lo que le digan: ve salchicha y a eso le huele; mi cerebro tiene una plantilla de olores que ve y decide que olor asignarle, no es estricto, pero es útil, incluso tiende bastante a equivocarse y he confundido un jugo de guayaba con uno de mango. En mi caso es totalmente indiferente que líquido consuma mientras no sufra de sed. En cuanto a vestimenta si que soy simple, un pantalón grueso y una camisa o buzo de colores simples -por favor- las combinaciones, ajuares, adornos, orlas, manillas, decoraciones, estampados y demás me son indiferentes al nivel geométrico. Me basta con que tengan bolsillos para guardar lo que encuentre a mi paso. No necesito televisión, radio, celular, teléfono fijo o planes de minutos y datos; puedo vivir desconectado siempre, o de vez en cuando una conexión -pirata- me sirve para enterarme de una que otra cosa importante. Aseguro que puedo vivir alumbrado con velas, mientras el agua fluya hasta mis aposentos, no me hace falta nada más. -Por cierto que me encantaría dejar de aportarle a EPM y jamás tener que ver más con ellos, pero mi mundo aislado aún es un sueño- En cuanto a sentimientos soy igual de simple: el amor, el odio, el cariño, se viven mientras se tiene, si alguien se va, que le vaya muy bien; de seguro la tierra no se detendrá, aún dormiré, aún respiraré y aún la pasaré bien. Así que adiós mi amor que te vaya muy bien; los dramas humanos me son ajenos, no me arrodillo ante el dolor del mundo, miro desde una posición alta en la que la supervivencia manda y expreso que todos debemos morir, ya de hambre o asesinados; ya de orgullo o de humillación; juntos o revueltos, solos o acompañados...
En cuanto al sexo tampoco soy exigente o rencoroso, trato de dar y recibir placer y no ostentar títulos de propiedad sobre nadie ni imponerlos, ni solicitarlos, ni exponerlos, ni prender banderitas sobre tal o cual... cada uno se pertenece y ni siquiera los animales que han cohabitado conmigo han sido míos: "tengo un perro...tengo un zapato..." por ahí hay una tortuga que se cuida sola y a veces compartimos la comida como amigos. En música me basta con que no exista la estridencia, creo firmemente que si alguien puede repetir varias veces la misma sucesión de ruidos, está haciendo música. A mí me gusta la música que diga, con sentido, crítica, que taladre cerebros, que explique, que exija. Si son tres acordes o dos no me importa. El 99% de la humanidad no es capaz de realizar los vertiginosos acordes, quintas o punteos del metal y mucho menos entenderlos, así que no me cautivan -estoy en ese 99%- No concluyo, me queda tela por cortar.