sábado, 17 de octubre de 2015

Lo simple de las cosas II

Y dizque soy un viejito gruñón, porque no me acomodo con las cosas de la humanidad. Yo sé que ella es así, que se deja seducir de cualquier ramera, con todo el respeto que me merecen las señoritas rameras, que se vende al mejor postor y piensa que lo hizo bien. Que vota, confirmando que se ha vendido a un partido o a la mismísima democracia, si es que tal cosa existe. Que se arrastra detrás del conformismo y a veces dice: "Ya basta..." "Es la hora..." "Ahora si..." y mentiras, nunca le llega la hora porque la revolución no es su juego, nunca se revela, ni se rebela más que para mostrarse y lucirse, que es lo que más afecta a la pobre humanidad: su afán palaciego de salir en la portada. Soy simple y no creo en la democracia donde se compran votos y todos los políticos han leído "La política" de Aristóteles para hacer justamente lo contrario que en ella reza; No creo en el socialismo que se convierte a capitalismo apenas se apodera de los medios de producción. Sé que muchos de los actuales potentados son delfines, pero vaya y verá lo que se le aparece de pronto, como decía mi tía Genoveva: "Una caranga resucitada mijo..." No creo en el comunismo donde el estado enriquece a dos o tres familias en nombre del mismo: para muestra Fidel y Kim. No creo en el anarquismo que predican mis amigos rockeros que son capaces de matar porque no les dieron la plata del pasaje, ni creo en el anarquismo que se hace matar y mata cuando alguien lanza una moneda al aire y sólo por atraparla; me quedo con mis dos vacas... No creo en la paz de los lobos y yo... soy hijo de un lobo... No me interesa que la humanidad despierte, que se queden así, porque soy tan simple que no quiero adherirme a nadie, y si la humanidad pensara, por no seguirlos, preferiría no hacerlo. Así de simple es mi odio de lo cotidiano y de los repetidores de la humanidad, los que se apegan a la biblia, los que se dicen ateos y se les ve la candidez cuando dicen: "Gracias a mi dios" o "si dios quiere"; los que leen el best seller, los que ven la serie de moda,  los hinchas salvajes, los que visten in, los que votan, los que hablan de política y defienden un candidato -no hay ninguno bueno, todos llenos de veneno y de ansias de poder- de seguro alguien les van a untar la mano o ya les lavaron el cerebro. No creo en lo hipócritas que somos todos, no creo en el fanatismo, aunque soy uno de la ciencia, de la observación y la experimentación: yo soy mi propio físico teórico y someto a toda teoría al escrutinio y la pongo en mí palestra antes de adoptarla y enseñarla... ¿me equivocaré? Sí, pero no me importa porque esos resultados y errores se vuelven a reciclar y evolucionan con los nuevos datos. Simple, si señores, bastante simple: la humanidad se rompe el coco para saber de donde viene y hacía donde va y busca explicaciones furtivas en seres de otros mundos y otras dimensiones que llama dioses: "La audacia del animal con razón" le llamo yo, maldito fanático de sí mismo; venimos de la tumba y hacia ella vamos y luego de esta vida no hay nada y no hay necesidad de saber si tenemos un fin en esta tierra porque no existe tal fin. Si alguno quiere creerse superior a la naturaleza, que se reserve el derecho de ser premiado o castigado después de pasar por esta vida, que lo haga, -yo lo abrogo- pero ¿tratar de usar esa audacia para embrutecer? Ahí está pintado el ser humano.

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