Hace cuanto tiempo debí sentarme a redactar esta carta a mis amigos queridos y amados, a aquellos que siempre piensan en mí cuando se van de fiesta y cuando en sus casas acumulan parrilladas de carne y huesos para la sopa del desenguayabe. A aquellos que inmediatamente empiezan las fiestas decembrinas se olvidan de los ideales y se aplican a la parranda navideña. Porque uno puede dejar de ser activista y darse una tregua. Abandonamos los ideales un rato para ir de rumba, porque es que la música de los demás es una mierda, pero la de diciembre no, esa es para todos y hay que disfrutarla y pasarla con la familia y con los amigos de los otros, de los que no son radicales y hasta el metalero de media y baja alcurnia contrata chiva para dar una vuelta por la ciudad mientras se toma unos tragos y grita "Güepajey" y alquilan una finca para ir con la familia y para matar un marrano o hacer una sancochada y esperar el año nuevo y el traído del niño Jesús, la llegada de San Nicolás y el papá Noel. "Hombre es que como mínimo hay que tirar unos cuantos petardos, estallar totes y lanzar cohetes el día de "la alborada". Es que eso es una chimba parcero. Ese viaje de colores y la gente toda alegre y el día de las velitas, bueno, los días de las velitas porque yo prendo el 7 y el 8. Yo no lo hago tanto por alumbrar el camino de la virgen, sino como tradición y para quemar unas chispitas y hacer la candelada del diablo y recoger una bola de cera gigante. Yo creo en la revolución pero uno no puede ser amargado. Si, también voy a las novenas, pero no porque crea en eso, no, es porque allá uno se divierte chacoteando y esperando los regalitos, que al final siempre le toca a uno cualquier cosa. Nada como esas salidas al centro a comprar los regalos y la ropa de estrén, porque eso sí, que no falte ropita nueva para ponerse el 24 y el 31, sino, ¡qué pobreza! Yo puede que me quede endeudado, pero mi estrén no puede faltar, así me toque trabajar otro año para pagarlo. Y un regalito de traído, así me lo tenga que dar yo, no es que crea en el consumismo, yo soy una persona ética, estética y activista racional, es sólo una pequeña escapada de las trincheras, pero apenas pase diciembre vuelvo a ser el mismo de siempre, un radical, pensador, ácrata y misántropo que odia todas las formas de la sociedad. No vayan a pensar que porque me vieron bailando porros, es que eso me gusta, es la tradición con los tíos y las tías y las primas y la familia; ni porque me vieron llorando el 31 mientras cantaba "faltan cinco pa'las doce..." es que yo sea sentimental o tonto para celebrar tradiciones y letanías, no, es que me acordé que un parcero faltó este año y por él, por "el ausente" solté esas lágrimas de dolor. Pero frescos, que se termina diciembre y me vuelven a ver con mi ropa de metalero o con los pelos parados y la chaqueta de cuero, es que diciembre es para colores más dulces como el rojo o el verde. Yo si me puse el saco de papá Noel y hasta un camibuso verde con árboles y bolitas cosidas y el gorro, claro. Y salí a ver los "alumbrados" del parque norte y brinqué en esos caminos de colores y me tomé fotos en todos los sitios, con los duendes y las brujas y los personajes de Disney y aproveché para subirme a los carritos chocones y al barco ese que cae por una montaña. Es que en diciembre uno se vuelve niño y nadie lo mira mal. El 24 "pailas" debimos pasarla en casa, porque no conseguimos finca, pero allá sacamos un equipo de sonido, compramos carne y nos hicimos una fiesta la berraca. Se oía en toda la cuadra y nos pusimos a bailar hasta que amaneció y después volvió a oscurecer, es que, que hijueputas para parrandear somos nosotros. El 28 inocentamos a todo el mundo con empanadas y buñuelos llenos de algodón y hasta dijimos unas cuantas mentirillas para que se acordaran de nosotros. Todo el mes comimos natilla y buñuelos que es la comida típica de los diciembres y las "patotas" en casa de amigos y vecinos para revolver esa natilla, !eso es mero parche¡. En mi casa se compraron los sahumerios y los riegos y seguro la cucha no dejó de ir a la "misa de gallo". El 31 si nos abrimos para una finca y llevamos uvas para comer a la media noche, calzones amarillos y unas maletas para dar una vuelta y proveer el año nuevo de muchos viajes y felicidad. A las doce fuimos a quemar el "año viejo" con totes y maldiciones para el año que nos deja con tanta tristeza, pero felices por las expectativas de uno mejor. Llamamos a los más cercanos porque esas líneas estaban saturadas y borrachos nos dimos el "feliz año" y le dimos derecho hasta el 35 de diciembre, pero ya acabado todo, se vuelve a la trinchera. Espérenme parceros que ya les caigo." A los amigos que piensan que el diciembre es un botón de "reset". A los que piensan que después de un ciclo solar el mundo cambia o mejora. A quienes se alzan con propósitos de año nuevo olvidando los que nunca cumplieron. A los que estrenan por tradición y costumbres y hacen y comen comida ritual. A los que cambian la comodidad de elección de Thoreau por la incómoda democracia Ateniense. A esos amigos dedico este simposio de soledad y cultura.
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