Yo he hablado y escrito sobre las virtudes de la lectura y sé que con ella se puede tener una idea de lo existente, mejorar la dicción, aumentar la ortografía o por lo menos conocerla; adquirir un espíritu crítico y una capacidad de expresión; el aprendizaje de cualquier arte; forma, oficio o similar ya que si leemos e interpretamos bien, podemos "entender" la idea subyacente o el meollo; el quid de la cuestión; leer es bueno porque estimulamos nuestro cerebro a recrear lo leído. De nada sirve leer sin sentido crítico y sin entender lo que se dice...
Pero tiene un sentido más allá que yo he explotado. No he salido nunca de este que me tocó por país, pero los libros me han llevado a confines inimaginables, es claro que he descubierto cada cosa en este mundo por la lectura y leí muchas revistas de ciencia, de ellas aprendí mucho y más me encarnizaba en la lectura, pero lo que no me pueden negar o si, lo pueden hacer pero yo no les haré caso, es que con los libros he viajado por todo el mundo y por mundos más allá de este sistema: Con Jon Krakauer subí al Sagarmata y me congelé al pie mismo de la roca Hillary y gasté meses aclimatándome en los campamentos base para que mis glóbulos rojos aumentaran y poder procesar más oxígeno y sufrí el calor insoportable en la cabeza, lo mismo que el frío atroz que me consumió los dedos. Con Quevedo, en los pies de Pablos, viaje por España medioeval y sentí hambre y me burlé de la muerte. Viví la peste y la sufrí y morí de ella pues acompañé a cada paso al doctor Rieux y a Rambert que me enseñó Camüs y con el mismo Camüs comprendí a Calígula y su proceder, como también fui Mersault incomprendido, loco, terco y en espera de ese mismo odio para sentirme menos solo. Fui nadaísta con Gonzalo y me senté en su misma silla eléctrica y desprecié el infierno con las mismas ínfulas burlescas para el negrito hediondo. Fui An Jin san y recorrí el Japón de la era Meiji con sus ritos y ceremonias de suicidio, vi hacer el harakiri y presencié la ceremonia del seppuku y del cha no yu y fui kaishaku de uno que otro, blandí una katana y maté con wakisashi; en resumen me volví samurai por Clavell y Mabire. Visité el manicomio con Jordi Fabri Iserra y en mí también se rompió un tarro de pintura blanca que cubrió todo mi entendimiento y supe que todos estábamos locos. Con el doctor Spock recorrí y aprendí de Vietnam y de las intrigas usadas por el gobierno americano, como todos sus trucos para apoderarse del bien bruto y someter a una nación por decisión. Con Aparicio, estuve en los zapatos de Rudesindo Cristancho y como él me indigné y abracé la rebelión y como él recibí el balazo que confirmaba mis sospechas respecto a ella. Gracias a Suskind recorrí todo parís de la mano de Grenouille y trabajé en una perfumería buscando acabar con el hedor del mundo. Por Nabokov fui Jhon Humberg y acosé a Dolores Haze. Claro que fui caballero con Alonso Quijano y tuve escudero y conocí todas las peripecias y melodramas que debe vivir el caballero para tener su Aldonza Lorenzo, con él sufrí por dulcinea y con él sufrí por recuperar la cordura. Entendí con Morris que somos una clase de simio que no está cubierto de pelo y viajé con él por la evolución para entender mejor al animal. Estuve perdido en una isla por 26 años gracias a Defoe y con Robinson Crusoe aprendí a valerme por mi mismo. Vi la India y la recorrí toda por los ojos de Eidlitz. Conocí Rusia de manos de Ana Vasilievna y de Rodion Raskolnikov, con él sufrí por el crimen y cometí el pecado del arrepentimiento. Con Alonso de Ercilla viví la conquista desde el punto de vista de un indio aguerrido y temido, que yo también ofrecí mi mano y mi cuello al conquistador salvaje para que los cortara. Con los libros aprendí de religiones: el Popol vuh, el Bardo Thodol, el kamasutra, el Ananga ranga, el Necronomicón, el Corán, la Epopeya de Gilgamesh, el Enuma Elish, el Ramayana purana, el Mahabharata, el Bhagavad gita, el Código Hammurabi, las Odas, la biblia, la torá, la mitología griega, egipcia y escandinava, la nativa, la japonesa y la china, el zen, el budo... Robert Graves, Max Müller, Eurípides, Hesíodo, Esquilo, Geraldin Harris, Sófocles, Morihei Ueshiba, Valmiki, Apolodoro, Tao Tao Liu, J. Yraizoz, Sato Nagashima, Georges Dumézil, Argos, Brian Branston, Vera Shodan, Javier Ocampo López...
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