Yo siempre he comentado la posibilidad, negativa incluso porque lo engaño, de poder venderle el alma al diablo, y en serio, le quiero vender mi alma al diablo. Necesito con urgencia el maldito dinero para curar mis males, sé que aquel de ser un maldito amargado que todo me molesta no puedo evitarlo ─además es parte de mi personalidad arrolladora─ pero quisiera pedir ese contrato por mi alma por unos años de excelente diversión, de gritarle a la gente lo que quiero; de divertirme con féminas jóvenes y bruscas capaces de explotar como un volcán; quiero dinero, pero no por terminar mi fortaleza prohibida sino por... En verdad, no veo para que necesito el dinero si tengo placer y mujeres y con él sólo eso querría y sólo eso necesitaría. Cambio mi alma por placer y salud perfecta. De todas maneras he probado todos los embrujos, todos los libros y todas las artimañas posibles. He aprendido la lengua oculta del Necromomicon de Alhazred y he buscado los grimorios posibles: el Vermis Misteris, el Malleus Maleficarum; el Popol Vuh, busqué en el candomble de los Orishas y en el vudú jamaiquino, he buscado en las religiones ocultas de los derviches y en los gurús e imanes una manera concreta de vender mi alma, de intercambiarla o de subastarla. Busqué incluso alguna imagen en "Simón el mago" de Carrasquilla y en los cuentos de la selva de Quiroga... En Google y en You Tube y hasta en Taringa, esperaba que alguno de ellos me llevara al ritual que me permitiera poner en venta mi alma... fue inútil... Acá la ofrezco, a los enviados de satanás les escribo hoy para que intercedan ante su señor del mal y que éste se me aparezca para transar el precio de mi alma, las condiciones por las cuales me someto a pasar la eternidad a su lado y a convertirme en su soldado eterno en la lucha contra ese dios que lo destituyó. Reclamo al señor portador de la luz para que se presente ante mí. Me niego a transaccionar con demonios menores. Quiero a Lucifer, al demonio mayor y bello expulsado del seno de su hogar por tener mente propia y usarla y ante él quiero reclamar mi derecho a ser feliz a cambio de lo que desea: mi alma. Puede resultar que de tanto negar la existencia de mi alma, se piense o piense el señor del mal que no tengo nada que ofrecer. De eso estoy seguro. Nada tengo que ofrecer y si hubiese algo que ofrecer, lo pongo a disposición de la bolsa del alma, aunque esté seguro que la bolsa abunda en ofertas y por eso su precio colapsa y si mi alma tuviera un precio, si mi alma existiese por algún azar, estoy seguro que no valdría absolutamente nada. Igual, pongo de manifiesto su venta. Vendo mi alma cambio mi alma como De Greiff y como él, ya sé que la tengo perdida. Cambio mi alma por el harem de Salomón. Vendo mi alma por la fuente de hidromel del Valhalla. Cambio mi alma por la guadaña de la muerte y por poder usarla a mi discreción. Vendo mi alma por el transporte plegable Skidhbladhnir y ahorrarme tantos dolores de cabeza con parqueaderos. Todos saben que odio las mascotas pero cambio mi alma por llevar a Cerbero custodiando mi espalda y porque devore almas a mi antojo. Vendo mi alma por una botella con genio. Vendo mi alma por tres filetes de pollo, por un buen concierto de Silvio, vendo mi alma por un corpiño de 180 meses, cambio mi alma por un ser consecuente, por alguien que piense, vendo mi alma por la fe de creer en dios que me evitaría tantos desacuerdos y me pondría al nivel del creyente común. Vendo mi alma por un frasco infinito de vodka fino. Vendo mi alma porque una de mis canciones llegue a ser tendencia y porque otro la entienda. Vendo mi alma por desprecio con ella. Vendo mi alma por despecho de poseerla. Vendo mi alma, vendo mi alma ¿Quien da más?
PS: Resúltame curioso que el alma no pueda venderse a algún otro dios, incluso que el mismo dios defendiendo su alma ─los creyentes afirman que esa alma es de él─ no se atreva a conceder un par de favores para no perderla ante el portador de la luz. Me condeno a ponerme un chaleco con explosivos si Alá se decide a cambiármela, incluso se la vendo a Marte o a Eris. A la serpiente emplumada o a Esculapio; a Tiamat a Baal a Ravana, Seth o Hell... barata, barata la vendo.
PS: Resúltame curioso que el alma no pueda venderse a algún otro dios, incluso que el mismo dios defendiendo su alma ─los creyentes afirman que esa alma es de él─ no se atreva a conceder un par de favores para no perderla ante el portador de la luz. Me condeno a ponerme un chaleco con explosivos si Alá se decide a cambiármela, incluso se la vendo a Marte o a Eris. A la serpiente emplumada o a Esculapio; a Tiamat a Baal a Ravana, Seth o Hell... barata, barata la vendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario