Entre charla y charla, surge una pregunta sobre estas líneas que publico regularmente y cuyos lectores son mínimos, pero que aprovecho para dictar una manera de pensar, no diferente, simplemente que difiere con el promedio y que son mis pensamientos en palabras plebeyas en cuanto lo que ocurre, pienso y discurro. Claro que mi postura es la del odio "Profeta del odio" me siento y no es por robarle el título a Vargas Vila o a Camüs o a Thoreau que realmente se lo merecen y seguramente no quiero echar en saco roto al primer "profeta del odio" que debió ser Diógenes, que por sus comentarios le llamaron "Cínico" y de ninguna manera dejar de citar a Arquíloco, que ya cité en alguna de mis canciones. ¿Por qué sólo hablo de dolores y de posturas adversas en mis insermos? ¿Por qué la única vía que encuentro es la de insultar a todo el mundo? Los psicólogos acordarán que soy una persona que sufre mucho y que mi violencia verbal es parte de estar proyectando ese dolor. Por fortuna me preguntaron a mí mismo y "mí mismo" quiere responder a esa pregunta y yo escribo así porque decir lo mismo que tiene que decir el común de la gente, compartir las mismas felicidades que la masa, creer en lo que cree la plebe, amar lo que ama el rebaño, me apesta a podrido y a Vicente. No quiero encontrar otro que piense como yo, quiero decir lo que debo decir, lo que pienso, que es el estribillo de mi música y el lema de este diario es: "Un ejercicio de escritura ─de música─ para decir lo que pienso" y para decirlo como lo digo, que no es la mejor manera y debería quedarme callado, pero, maldita la cosa, nunca aprendí a cerrar la boca. Me repito que si me están pisando y no grito, quien me pisa no se va enterar, que hay que decir y contar el pensamiento, pero no el normal, el de la televisión, el del ideólogo con mil premios... el del receptor del Óscar, me aterran todos. Desde esta postura toca enfrentarse con el fanatismo oscuro y con la gente común que, definitivamente, no desea que le revuelvan sus pensamientos y se gozan en repetir la "opinión pública" que no les exige más que el mínimo saber leer y activar dos neuronas para hacerlo y a mí me encanta que me reten al combate, pero al buen combate, no al rastrero y al del que dirán, pero para hallar otros que piensen como yo, no me interesa. Lo contrario, es decir, lo que amo y lo que recibe mi atención completa, está tan claro que sobra. Aún así, creo haber publicado sencilleces al respecto, porque también son "palabras vulgares". Están ahí en el camino, pero no quiero volver sobre ellas. De todas maneras las lecturas deben ser incendiarias, proponernos situaciones actuales, enseñarnos como reaccionar con sarcasmo, revivir nuestros miedos más profundos con una realidad tangible. Cada canción que sale de mis intersticios trata de contar lo podrido y de ventilar odio, ira, desprecio. Con cada declaración hay que liberar a los perros de la guerra y estar dispuesto a defender la plaza contra viento y marea. Esa situación nos obliga a informarnos y a tener una posición. No puedo hablar de una cosa que no entiendo y por ello debo buscar, recordar, mirar la historia ─aunque siempre me ha parecido viciada─ encontrar la lógica y la matemática de la cuestión. Soy presuntuoso, claro, y arrogante y mala persona, pero no se me puede negar que como postura, es tan válida como la de cualquiera y, como siempre repito, no me interesa hallar seguidores de mi palabra y menos armar un club o una asociación, que es una de mis posturas clásicas, las asociaciones las necesitan los débiles o quienes pretenden hablar por otros, yo hablo por mí mismo y me importa un pepino si no puedo citar a un autor conocido o a un artista de la masa, que, al final, nada dicen con sus letras y sus 280 caracteres. El texto debiera decir "a quién pueda interesar" pero lo escribí para expresar una sola cosa, que termina siendo un matiz en mi vida, explicar porque mi mundo es tan pesimista que todo lo ve oscuro y ha de ser porque muchos lo ven claro y diáfano. No creo en nada porque la masa oscura es creyente indeleble y atacar creencias me resulta de un claro garrafal... Así por el estilo es la cosa, ataco cuando el otro lo hace porque aunque no parezca, quien te invita a "conocer al señor" quien te llama para hablar de fútbol o para comentar sobre un político que parece ser la solución, te está engañando y te está atacando en tus principios elementales y por eso es que mis perros de la guerra andan sueltos.
PS: Me disculpo con el filósofo de profesión por tratar a Diógenes de Cínico y no como perteneciente a la escuela Cínica, me basto con las pocas historias que he compilado de él y sé que además de vivir como cínico, era cínico.
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