Yo me refiero a cualquier juego de pelota, balón mano, balón pie, sepak takraw, yeimi, pelota envenenada y demás jueguitos que se me escapen, pero sólo para hacer la analogía maravillosa de lo que pasa en la Colombia de... Ay... ¿De quien es esta Colombia? Dejemos por ahora esa pregunta en el aire. Esta Colombia en la que vivimos y nos criamos y donde todos se pasan la pelota del control y la del protagonismo. Nuestro amado presidente sale cada día en simultánea por los canales nacionales para informar lo mucho que ha hecho y lo bueno que ha sido, lo bien que ha escogido a sus ministros y lo divino que ellos hablan por los dichosos canales nacionales para... ¿Para quién habla el presidente todos los días? Otra pregunta que deberemos dejar para el final de este o para otro insermo. Justificado en un estado de excepción apabullado por la pandemia, el gobierno decreta que necesita más dinero y emplea el viejo truco de los impuestos, que consiste en aumentar los números y el porcentaje de quienes deben declarar o en disminuir los montos mínimos para tales declaraciones, aumentar el impuesto a las ventas en uno o dos puntos ─y de 4 con el que empezamos ya vamos en 19─ o extenderlo a productos básicos o a otras áreas que aún no habían sido afectadas. Asegura hacerlo gradualmente para que la gente no sufra demasiado al irse apretando el cinturón y tal cual lo hacen las chicas que empiezan la lipoescultura con corsés y fajas de cuero. Las centrales obreras decretan paro nacional y el descontento generalizado se ve reflejado en algunos cristales rotos, heridos supongo, algunos vehículos dañados y cientos de cacerolas abolladas. No puede evitarse que haya habido algunos robos a cajeros y asaltos puntualizados ─los cazadores oportunistas no faltan en ninguna área del comercio, el gobierno y el paro─ y el descontento y la rabia acumulada se libera contra los poderosos y los bienes de los poderosos. 16 estaciones de TM resultaron averiadas y varias sedes bancarias, de nuevo, mucho vidrio roto y las calles sucias. Pero, si lo vemos bien hay descontento por la reforma tributaria. No conozco a nadie que esté a favor de pagar para que estos gobiernos sigan disfrutando del erario o no conozco a las personas que "felices" están porque les van a poner a declarar y a pagar más o sea, a devengar menos. De todas maneras yo no hablo por todos, pero seguramente, como en todo, no faltará el ciudadano cristiano y tarugo que no se da cuenta más allá, que afirma que ayudar a los pobres requiere ese diezmo y que "pobrecito el gobierno tan endeudao" o que está convencido de "Haz el bien y no mires a quien". Los noticiarios informan de "los desmanes" del paro y los responsables del paro "rechazan" siendo "políticamente correctos" los "excesos" de ambos bandos aunque juran que el ejército y la policía se infiltra en las marchas para crear caos y promover disturbios y volver las marchas ilegales o por lo menos quitarles prestigio. Los periodistas acusan a los convocadores de aumentar el pico de la pandemia y el gobierno dice que "si convocan que respondan". Los destrozos amanecieron desparramados y se convoca a los ciudadanos de bien para que vayan a ayudar a limpiar y en los noticieros, los mismos lectores de noticias acusan que quienes van a pagar esos destrozos será el mismo pueblo, cómo si alguna vez hubiera sido de otra manera. Este juego no tiene arbitro y si lo tiene anda perdido porque más de uno debería tener tarjeta roja, amarilla y azul, pero ahí les dejo la pelota para que se la sigan pasando sin mancharse. Cada uno se lava las manos y juran los unos que es necesaria la reforma y que no es "mala" es buena porque en las inmediaciones de la Casa de Nariño siempre cae maná; en las centrales la marcha fue un "éxito"; los noticieros sólo informaron sin meter sus dudas ni sus aberrantes comentarios y el pueblo incitado, piensa en continuar su "desquite" y otros aprovechando para descargar la rabia y obtener alguna ganancia en el camino. Yo abandono el juego y les auguro lo que sigue: El gobierno no cederá y la nueva reforma tributaria entrará en vigor sin mayores modificaciones y en un par de años se repetirá el alborozo por los nuevos candidatos que subirán al poder prometiendo no hacer reformas en contra del pueblo, aumentando sus capacidades adquisitivas y mejorando sus condiciones de vida y de salud, lo que no puede ocurrir más que en el mundo de la ficción porque las desigualdades no tienden a disminuir sino a aumentar; las centrales volverán a citar a paro y marcha si es que aún no los han acabado a punta de asesinatos, los vidrios rotos volverán a caer y una nueva reforma entrará en vigor porque donde se roba tanto no hay plata que alcance.
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