miércoles, 26 de mayo de 2021

La nueva normalidad

 Pocas veces me he puesto a enumerar detalles de las presentaciones de la banda y no es momento de hacerlo, pero los hechos que aquí cuento son del día 14 y 15 de mayo de 2021. Reunión previa al concierto y concierto de la Cuarta Sur. Luego de meses encerrados y sin conciertos y en el marco del paro nacional ya extendido por más de quince días, se realizó un evento en este puente, bajo este puente con mucha afluencia de gente y con bastantes bandas. Fue la gente allí reunida la que me provocó, de pronto, una especie de resistencia interna contra la reunión y un deseo inapelable de alejarme lo más pronto posible. Miedo a la enfermedad de moda no fue, era otra aversión que he venido sintiendo por las aglomeraciones y que se ha intensificado con este encierro largo que pasa del año. La gente, al parecer, estuvo  alegre y a pesar de un par de errores que siempre ocurren y a veces hasta más, terminamos y nos paramos a tomar cerveza, que no es de mi agrado, hasta las casi 6:00 de la tarde en el que nos desplazamos a un bar cercano y allí fue el acabose. La gente empezó a llegar a rematar y se aglomeró humanidad hasta la mitad de la calle y yo sentía que no estaba en el lugar indicado, casi como la propaganda aquella. Oiga que se dicen estupideces y la cantidad de divas desfilando para mostrar un poco de sus atributos resaltados por una tela semi transparente donde casi se expresaban los pezones en franca protesta de libertad absolutas y unas faldas muy cortas. Bebés recién salidas del regazo de sus madres exhibiendo mallas enfermizas y ropa de látex; borrachines empezando su agosto de saludos y escupitajos. Las expresiones de amor de las parejas me parecían tan enmeladas y falsas que estuve a punto de sufrir un ataque diabético y los comentarios tan exaltados sobre la protesta, el paro y la cuestión monetaria disueltos en la fragancia del licor que alteraba los sentidos no alcanzaba a tener mucho sentido y no iba más allá de la mención oportunista de volver al ruedo de eventos, como discurso de apoyar el paro y donde, mal que bien, alguien se apoderó para decir lo propio personal y justo ético. Las cervezas corrían, pero los licores espirituosos escasearon o ni se vieron y, no seré yo el único que desprecio la cerveza por oportunista y por ser cacareada nacionalmente como la bebida de los héroes y el aliciente nacional de las fiestas, aparte de que su contenido alcohólico es más bien pobre y su estimulación del sistema urinario es amplia. En el bar, el único baño tenía fila india y criolla de diez en diez y los comensales hacían gala del buen sabor y bouquet de la cerveza como de las insuperables propiedades diuréticas del líquido por excelencia del que trataban. Felicitaciones, espaldarazos, puñitos aquí y allí y no faltaba el montón hipócrita del que surge una tara que no he podido superar: la incomodidad de sentirme inútil y como en un mostrario de un mercado persa. Ahh claro, esas sensaciones son producto de una vida de encontrar finalidades e incluso de una mente pervertida que ve desorden y situaciones incómodas donde no las hay, así que la mitad de la culpa y mucho más es, evidentemente, mía. Realmente hay que estar un poco zafado para querer estar en un sitio donde la música opaca el habla o donde hay que hablar a gritos y con poco contenido para poder llevar un mensaje o donde no hay asientos suficientes o comodidades básicas y cómo quien así se siente soy yo, decido abandonar mi puesto y volverme a donde pueda hablar y elegir mi música de fondo. El día anterior estuve un rato parado afuera, en parte porque se hablaba con mayor facilidad como porque no veía la gracia de sentarme a oír lo que el barman o discjockey apeteciera y en parte porque no llevaba efectivo para comprar una costosa cerveza que no tendría más efecto en mí que el alivianar mi billetera y el lobby social ya no tenía sentido, fuimos a la reunión previa al evento y ya se había agotado la reunión, si fueron todos o pocos no sé. Yo andaba por ahí con el Alkoholémico David y con Camilo R. Ambos gustadores y fans del líquido orina y no puedo negar que me divertí viendo los procesos de la cerveza y la química del embotellado y adición de dióxido, los tanques de almacenaje, tapado, etiquetado... pero la diversión se acabó pronto. Sólo era un espectador y no se me permitía ponerme a soldar o a idear alguna cosa con esos montones de piezas de acero inoxidable. Al cabo, los dos días, tuve la misma impresión ¿Qué carajos hago aquí? Para el primer día la respuesta fue corta porque debía esperar a mis compañeros por razones de amistad, transporte y toque de queda. El segundo día se me presentó el dilema pero lo resolví rapidito cuando recordé que al que no le gusta la televisión nacional y sólo tiene televisión nacional apaga el televisor y eso hice. Apagué y me fui.

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