sábado, 4 de febrero de 2023

La yuca y la papa

 Desde hace milenios, antes mismo de la medicina actual, los antiguos habitantes de la tierra colocaban emplastos en las heridas recién abiertas y tal vez me refiero a alguien que se rebeló contra los dioses a aceptar el designio impuesto de la herida. Por modelo ensayo error, encontraron algunas plantas que resumaban frescura y daban alivio al paciente, que desde ese día se llamó "paciente" porque debía esperar que rezos y conjuros y beneplácito de dioses oscuros sanaran su dolencia. No puede negarse que la medicina moderna busca esas mismas plantas y extrae el compuesto químico activo y elabora una medicina más efectiva y menos pedestre o en su caso, emula los compuestos activos con una efectividad puesta a prueba en ensayos clínicos y experimentos objetivos. La sabiduría ancestral dice que el sauce cura, pero no es todo el sauce, ni sabe de que manera lo hace, la ciencia pura desecha la corteza y extrae la salicina e igual ocurre con cientos de plantas y principios activos por no decir que miles de ellos. No tengo discusión con la medicina natural, pero, en vez de buscar un sauce blanco, machacarlo o masticarlo y aplicar una compresa, me busco unas aspirinas y ataco el mal conociendo la causa y el efecto. Es verdad que si no tengo a mi alcance más que miel y tomates, usaré la miel como desinfectante y coagulador y el tomate como refrescante de quemaduras o hasta carne cruda y papas cortadas, pero que, teniendo a mi alcance la ciencia, no improviso. De paso viene una señora que iba a casa de un amigo, según él, decía que en las llanuras orientales se daba caldo de gallinazo al que estaba enfermo de cáncer y en Medellín las ostrerías se abotarragan de parejas que van al motel porque aquellas les elevan la líbido. Un comensal asegura que la sangre de gurre cura la lepra y el asma y así un montón de payasadas que no están escritas en otro idioma y cuya sabiduría es más fe inconcisa en esa prueba error de la medicina neandertal y en productos curalotodo que en certeza científica. Ya me había pronunciado al respecto: no existen curas milagrosas ni remedios infalibles. La ciencia no ha menospreciado la sabiduría popular y la ha investigado, pero no ha encontrado el remedio para el cáncer en los zamuros venezolanos, ni un principio activo en la ostra que active el flujo de sangre a las partes cavernosas del pene flácido. En la sangre de los dasipódidos no se ha hallado un componente capaz de desinflamar los álveólos o de mantener la carne en su puesto atacando la micobaterium leprae. No hay un "ungüento armorium" que te haga inmune en batalla, ni una piedra gamuza que te cure todos los males, las "semillas del ermitaño" son cuentos de niños y el maestro Karim no vive en una torre parada en una columna infinita. Las leyes de la física no lo permiten. Las "píedras del infinito" y "las cajas de la fuerza" son idealismos humanos al igual que esos dioses a los que les rezan para que los curen. Esta semana decían en un noticiero sobre los tornados que "seguimos buscando para ver si encontramos más sobrevivientes entre los escombros si dios quiere..." pero si encuentran cadáveres, seguro que él no quería que los encontraran muertos. Así mismo funciona la medicina natural, si dios quiere. La medicina científica funciona o se cambia, pero no se deja al albedrio de un dios antiperipato que mira desde las alturas. Debemos cambiar esa idea en el mundo porque están agotando los tiburones por sus aletas, los tigres por sus huesos y los rinocerontes por sus cuernos. Nada hay en ellos que no pueda ser replicado por la química, en caso de que existiese ese algo, pero nada hemos encontrado. ¿Si el remedio para el cáncer son los gallinazos porque aún hay cáncer en quienes consumen caldo púrpura? ¿Si la aleta de tiburón es un tratamiento contra la artritis porqué quienes consumen estas alas no están curados? ¿Es tan efectivo el cuerno de rinoceronte para el pito que quede obsoleto el sildenafil? Creencias mi querido chapulín de panadería, lo que no ha escrito la ciencia en prosa no puede inquirirlo la sabiduría popular en verso. La manzanilla cura porque tiene un principio activo orgánico que ayuda a desinflamar y el eucalipto limpia las vías respitratorias por un proceso harto conocido, no pueden negarse, pero siguen siendo más efectivos sus principios activos que todas sus hojas y ramas juntas.

PS: Mi fe en la ciencia no es ciega y sé que algunos poderosos prefieren callar ante el inminente descubrimiento de una droga que cancela los efectos de enfermedades poderosas. Es preferible una laparoscopia de extracción de piedras que una herida de 12 centímetros que dejará una cicatriz y es preferible la litotricia a la laparoscopia, pero deja menos billete. En ese caso hay que pensar en la ética y no en un fallo de la ciencia, en una patraña corporativa y no en conspiraciones que pretenden ocultar los descubrimientos de la sabiduría popular.

PS 2: Debe considerarse en toda prueba el grupo de control y el efecto placebo. Sagan cita a españoles que llegaron a estas tierras y a nativos que les pedían curas como si fueran dioses, ante la insistencia trazaban una cruz en el aire y rezaban un padrenuestro; muéranse. los nativos salían contentos y felices y para más señas... curados.

PS 3: Los antiguos rezaban a los dioses para que los ayudara a sanar y era un dios quien les había puesto en el camino de la enfermedad. Socialmente ese hecho señala el porqué suponían unos hados fatales y otros bonachones, dios y el diablo, cielo e inferno.

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