miércoles, 6 de mayo de 2015

Soluciones

Ay mi querido interlocutor, me pides soluciones, las hay, claro que las hay. Podría responder como los anarquistas del 36 en España. Nosotros no vinimos a crear, vinimos a destruir, que construyan los demás, con advertencia, si construyen de nuevo la misma porquería que tenían y que a nadie convence, volveremos a destruir de nuevo. Pero no, me adhiero a Mafalda, donde hay tantos problemólogos, necesitamos solucionólogos. Pero las soluciones no son fáciles y no creo que exista una manera simple. El mundo está podrido, todos quieren ganar sin trabajar, cobrar sin esfuerzo. El capitalismo en pleno nos ha enseñado que si no comemos nos comen, la ley de la selva en pleno: matar o morir. Cada negocio demanda que en el camino hacía la ejecución quede dinero en cada mano involucrada, así es como una máquina de electro erosión de 70 millones de pesos (caso del SENA de 1990) se convirtiera en una electroerosionadora, vieja en los puertos, y de 150 millones de pesos. Eso convierte un puente, una construcción, una venta de garaje, en una pelea por obtener la "mayor ganancia". ¿Y a quién puede acusársele de querer obtenerla? eso enseña el capitalismo: derriba, ataca, destroza, vence, lo importante es quedar en pie; "todos roban" dicen los más temerarios y al final ni siquiera es robo, "es malicia indígena". ¿Cómo acabar con el clientelismo, el carrusel de la contratación, el dinero de narcotráfico en las elecciones, el dolo, la impunidad en el delito de los políticos, los altísimos salarios de los congresistas? Buscar ahí, donde la desigualdad es más visible, es ahí donde se encuentra una solución, pero muchos estarán de acuerdo con Narkosis: "Hay que destruir para volver a construir". Hay más soluciones: Irnos a un país donde por lo menos nos traten como extranjeros siendo extranjeros; Aguantarnos cada golpe que nos da el sistema por el cuál hemos hecho elección -Aclaro que en mi vida he tenido el descaro de acercarme a una urna, jamás he patrocinado la vagabundería ni el enriquecimiento ilícito;
Yo le propongo que hagamos un nuevo país, donde realmente se cumpla una constitución con casa y educación, salud. Aislémonos de la enfermedad que corroe esta tierra, iniciemos un nuevo mundo, con cautela de no convertirnos en los nuevos "amos", dando real oportunidad a la gente de participar en el gobierno para que pueda llamarse ciudadano como dice Aristóteles, proporcionando las comodidades y los beneficios del trabajo repartido equitativamente y estaríamos superando a Thomas Moro, pues construiríamos la ciudad de Utopía. ¿Y usted sabe porque no se ha construido? porque eso no enriquece a nadie en particular y por ello nadie invierte y los dueños de las tierras son latifundistas que saben para que les pertenece y, si algún día se pudiera llevar a cabo, la misma gente que habrá de comerse los zamuros, destruirá el sueño, porque la humanidad es naturalmente servil y están como Gregorio Samsa, ávidos de estar bajo algo que los comprima, que los aplaste y de agachar la cabeza ante un ídolo. Y, una más, la palabrita Utopía la arremolina el diccionario como una cosa irrealizable y ahí va el sufragio para nuestro sueño. La mejor solución, no siendo un fan de Vargas Vila ni de Cioran es avanzar contra la primera célula y suicidarnos, pero en nuestro más oscuro narcisismo, llegar hasta tal punto también es utopía.

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