sábado, 3 de noviembre de 2018

Promesas religiosas

Se me quieren adentrar en la cabeza las sin razones religiosas y los deseos inconscientes de los fanáticos. No tarda en preguntarme un neófito si creo en la santísima trinidad, en el cielo, en la vida eterna, en la reencarnación, en un mundo feliz, en el paraíso perdido, en las praderas del cielo, en el walhala, en les champs elysee... Y yo que no ando en filas me pregunto absorto aunque respondo presto y lo que me sale me deja a mí extasiado. Que gracia el cielo donde hay que ir a adorar y a cantar en coros celestiales o a ser bueno por obligación o a obedecer la voz divina que manda a un cuarteto de jinetes a sembrar muerte y miseria. Ser ángel o arcángel no me llama la atención, esos son los chambelanes de dios y mi primer precepto es el desprecio de toda autoridad. El mismo pero le encuentro a los infiernos: que pereza estar sometido a candela todo el día y toda la noche, la eternidad entera y sin justificaciones o sin medidas de calor o adorando al santo apestoso y cornamentado. O pertenecer por nepotismo al grupo que infringe los castigos y castigar sin ton ni son hasta el fin de los tiempos, ni aún sufriendo de sadismo me encontraría contento porque, no es gracia sino rutina y trabajo: tenga le hecho candela y lo puyo con este tridente o le arranco la piel y los huevos y... qué monotonía. Valiente ha de se la gracia de renacer en otro cuerpo y tener que sufrir de nuevo el paso purulento por esta vida caprichosa llena de insensatos. No, gracias, me basta con esta vida y me sobra. ¿A qué volver a repetir los pasos y sufrir los traumas de la niñez y las competencias de la madurez? ¿A qué volver a repasar los sufrimientos y las penas de este valle de muerte y dolor? ¿morir más de una vez? Renacer en un animal diferente, un perro o un gato, una lombriz, un insecto, dudo que estos y aquellos tengan conciencia de su muerte y de su paso por este puerto, pero que infelicidad ser gato o perro o tigre, ningún animal me llama la atención o me da envidia de su vida y si es por castigo no le veo la gracia a ser condenado a vivir en un cuerpo que no presupone la razón y por tanto el estado. Nunca vi una vaca lista a ser sacrificada que intuyera el suceso, el instinto si, nunca el suceso. Frente a una pistola de perno cautivo la bestia no llora ni se persigna u ora para ir a otro cielo. La polilla se avecina a la llama y aún después de sentir el calor sigue precipitándose hasta quemarse. No. Gracias. Ir a las praderas del cielo no me complace, he de suponer que allí también hay que esforzarse por cazar aunque estén llenas de búfalos y bisontes, supongo que también hay que afilar la lanza y el instinto. No me apetece estar en guerra todo el día para sacrificar luego un jabalí y beber hidromel hasta el hartazgo y levantarme de nuevo por todos los siglos de la eternidad a hacer lo mismo. Me encantan las papitas con salsa, pero si alguien quiere condenarme a comer papitas con salsa por toda la eternidad, ya las aborrezco. El infierno helado tiene la misma categorización que el infierno ardiente. Hel no puede ser más que otra mandona inconsolable en un desierto de hielo y yo no quiero comandar naves hechas con uñas de muertos ni capitanear gigantes de fuego sobre Yggdrasil. No veo las virtudes de un cielo donde se olvide todo el dolor y el conocimiento, la familia y las acciones de la tierra, lo he dicho, lo repito: yo no bebería de esa porquería del Leteo, prefiero apurar el Bakuntá y condenarme en el odio, aunque también sería desastroso ese cielo inútil del odio por eones y eones. El tártaro sin fondo termina por ser una forma de volar, pero volar por centurias, termina por ser improcedente como soñar que caes, en algún momento tendrás que acostumbrarte y ahí vuelve la monotonía. Un perro "devorador de almas" no me asusta y ver las tres cabezas de Cerbero puede ser impactante en un principio, pero a todo termina uno acostumbrándose, a la hidra, al kraken, a la quimera, al golem... Que degradante un edén virtuoso donde mi libertad consiste en no apoderarme de los frutos de la ciencia y la sabiduría. Ni toda la fauna y flora del mundo me convencerían de tal renunciamiento. ¿Qué hay una Eva? de tanto ir a Eva termina por ser tedioso y hasta ignominioso. Ninguno de los círculos infernales de Dante me asustan, sólo me dan tedio: el hambre y la sed infinitas, el despellejamiento contínuo, la piedra siempre arrastrada y siempre cuesta abajo, el barril inllenable, las aguas cenagosas, el azote de las tormentas, la fetidez, la lepra, el cansancio, el insulto... No me llaman la atención ni me asustan el Aquerón, ni el Gehena, ni el Slid, ni el Flegetón, el infierno, el hades, el érebo, el sheol, Tuonela, Niflheim, Vizaresh, Duat, Naraka... No le veo la gracia a castigos o a premios eternos e inmutables. Desde ya, renuncio... Irrevocablemente... ¿Dónde tengo que firmar?

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