lunes, 21 de enero de 2019

Hagamos lo mismo que los burros

Yo no hablo en nombre de la moral y mucho menos en nombre de la moral cristiana. ¿Soy un hombre moral? supongo que si y tengo mis taras, porque eso de visitar baños ajenos, mear en la calle, llamar a otro sin el "don" o el "señor", utilizar palabras "fuertes", tirar basura al suelo, irrespetar a una dama, mirar traseros en la calle o silbarlos o echarles piropos: hermosa, niña linda o cualquiera más vulgar, me son oprobiosos y groseros y aunque creo que muchos de ellos son taras adquiridas en los manuales de convivencia, también creo que se trata de respeto por los demás y por uno mismo, por aquello de tratar de no ser como el común 90 por ciento de los malditos humanos, claro que también trata de que mi condición ─ojos con los que otros me miran─ de representante del rock o "roquero" me instaura en una franja donde no quiero hacer quedar mal al género o a la raza o por lo menos hacer que más de uno se equivoque al tratar de juzgarme por lo que ve o que me mida con la misma regla con la que mide a los demás. En mi entorno más de uno se estrella al hacerlo. Eso no es que me enorgullezca y tampoco me gustan mis taras. Quisiera ir donde una determinada chica y decirle sin rodeos lo que me gusta o lo que quiero, sin tapujos de edades o de géneros o quisiera poder verter el aceite viejo de mi moto en el suelo de la granja para no tener que llevarlo hasta donde otro lo desechará mal por mí; es más, me encantaría pensar que mi deber no es enseñar lo recto sino lo curvo: que rico decirles a los chicos que la ortografía es una mierda y que no vale la pena matarse para aprenderla o que la historia es una porquería escrita por los vencedores y que estamos condenados a repetirla, y, es aún más, poderles decir que estudiar tara y estudiar demasiado tara en extremo, que la matemática no es ninguna panacea o que todas esas tretas y artilugios disciplinarios son una tontera. Lástima, creo en verdad que la matemática y el español son necesarias para quien quiere comprender el mundo o explicarlo y saben lo que pienso de la ortografía: si alguien la quiere desechar que lo haga, pero que no sea por ignorancia. Resumiendo, yo no venía a hablar de mis taras ni de mi moral, fue que viendo ayer unos sketches del programa titulado "jackass" ─serie o película qué sé yo─ me desdibujé y me sentí en la escuela primaria. Quien no lo haya visto se trata de una media docena o más de imbéciles que hacen cosas ridículas y las graban. Muchas de ellas dolorosas o que degradan al sujeto al que se la aplican: Sentarlo desnudo en una estatua de hielo o hacerlo oler los gases de un gordo a través de una escafandra o arrojarlo por un acantilado o golpearse las pelotas entre sí... ¿Saben que van como tres películas y quien sabe cuántas más ridiculeces? La gente se totea de la risa y los chicos ─ahí está el problema de la falta de ejemplos diferentes y de la falta de inteligencia─ quieren parecerse a esa media docena de imbéciles y hacen payasadas que arrojan malos resultados y se graban haciendo mil piruetas para las redes y se dejan poner en el pecho una llanta de una moto acelerada y hasta se creen el cuento de la ballena azul. No hace falta que yo haga campaña contra "burros" porque de esos hay por montones y la gran comedia americana se cuela frente al ridículo y el imbécil que pretende imitar se cree en la moda y gracioso y más yanki que el tio Sam. Quisiera decir que no entiendo como proliferan esas cosas y hasta hacen cine, pero no, sé que en este mundo hay de todo para cortar y desgranar y que la suma de los idiotas e imbéciles aumenta cada día con la sobre población humana y los que gustan de pensar y explicar el mundo son cada vez menos o se pierden entre tanta basura. Mi declaración fue y ha sido que no acepto charlas con cristianos, religiosos en general y abducidos, después aumenté a esa lista los cizañeros que celebran todo y a los fanáticos del fútbol, a los creyentes de las teorías de conspiración y a los lectores de libros de superación personal, recientemente aumenté esa lista con los terraplanistas y ahora cualquiera que me pregunte si vi a "burros" o lo vea haciendo tales burradas, lo sumo a tal lista de vetados. No es que los expulse de algún sitio, es que simplemente cuando la ignorancia habla, toca quedarse callado y cuando la ignorancia actúa, la respuesta más coherente es darles la espalda y evitar su contacto: estoy seguro que tal enfermedad es contagiosa.

PS: No sé si soy claro, los ejemplos no faltan en todas las categorías, pero siempre es más fácil imitar a Daddy Yankee que a Mozart; es más fácil seguir al cristo que aceptarnos animales sin redención; es más fácil pensar que no estamos solos en el universo e inventar una comedia de seres más creativos o de seres perversos que nos estudian y secuestran; es más fácil imitar a los tres chiflados que a Newton; es más simple duplicar a la escuelita de mamá Rita que adquirir el conocimiento de doña Lucila González de Chavez y por último, es más eficaz aceptar el mundo del simplismo y la tontada que lucubrar y hacer evolucionar el cerebro. Arriba los burros porque ellos no tienen que aprender filosofía ni ciencias y quien puede culparlos de aprovecharse de lo mismo que no quiere todo el mundo. Trabajar y pensar sólo generan tedio y decepciones: ¿Puede alguien estar más sólo que sabiéndose sin alma y sabiendo que no será resucitado el día del juicio porque sabe que no habrá juicios, ni dioses, ni redenciones, ni purgatorios? Creer es fácil, llegar a la conclusión de que toda religión engaña y que vivimos con esa esperanza de ser salvos, no. Debí visitar muchas biblias y hacer muchas comparaciones antes de concluirlo, pero luego de la física y la ciencia, no sólo todo dios me es abyecto, sino que deplorar de lo aprendido me parece aún más despreciable. ¡Soy un desalmado!

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