viernes, 29 de noviembre de 2024

Querida opinión pública

 Ni en el sueño más profundo descansa usted de sus berrinches y no ha de faltar un solo día en el que no emita usted su opinión sincera y sin censura. A usted que tanto le debemos porque usted ha puesto en alto nuestro nombre y nos ha defendido de los ataques de la chusma que piensa mal de nosotros. Usted que ha estado en este proceso de formarnos y cambiarnos la cabeza para que hagamos lo bueno ─lo que a usted le parece que es bueno─ para que nuestra dirección se haya mantenido con el tiempo sobre el mismo rubro y sobre las mismas certezas. Usted que ha vigilado nuestros deslices y conoce nuestras debilidades y las ha corregido a tiempo. Discúlpenos si hemos hecho salidas en falso y hemos hecho presentaciones para ignorantes que no entienden tales presentaciones. Debería volver sobre aquello de su "opinión sincera" que seguro es lo que su vuecencia piensa y no lo que un malhadado dijo por pica y condescendencia con la mismísima masa o las ideas preconcebidas de alguien que nunca las tuvo. Sacra bondad y realeza que despedaza el honor de los demás con una simple frase, con un simple comentario o con una sátira que después alegará fue una broma. No es difícil reconocerle entre la multitud porque usted visita todas las plazas para poder tener algo de que hablar y que comentar en su resumen de fin de semana de sus redes sociales. Sí. Allí está esperando que alguien se resbale para enviar el video a "Risas con Pacheco" o que alguien diga algo apropiado que usted considera inapropiado para ventilarlo como ventila sus almuercitos y sus besos con la querida en impecables selfies familiares, incluso tomando instantáneas del mundo para interpretarlas a su manera y poner a bailar al que estaba demostrando un principio matemático o borracho perdido al que estaba recuperando el equilibrio. Allá está escondida en la santidad de su hogar en el balcón o en la puerta señalando con su moral lo bueno y lo malo, lo apto y lo prohibido. Bien sabido tenemos que usted no se equivoca, que sus designios son infalibles, que profesa usted la religión cristiana y se hace llamar con orgullo hija de dios, devota de la virgen de Fátima y seguidora acérrima de la virgen del Carmen, asistente en cada misa y cada procesión de barrio donde no deja de ejercer su talento de observación y su misión evangelizadora de tanto ateo o creyente tibio. Usted que tanto criticó las redes sociales y que hoy las usa para propagar su fe, su moral y su ética desviada, al igual que su cinismo frente a la ciencia que insulta y que le sirve de canal. Ya teníamos claro que no éramos de su agrado y es por eso que venimos a agradecerle porque sin usted, hace tiempo seríamos terraplanistas, creyentes, fanáticos y faranduleros. Camanduleros, rezanderos, hipócritas... Sus opiniones nos importan porque nos dicen hacía donde no debemos mirar y a quienes debemos confianza. Si usted lo rechaza es apto para nuestros estándares, si usted habla mal de él es porque le atacó de alguna manera y ya nos cae bien. Si usted señala un camino, ese es el que hay que marcar como intransitable para no caer en sus garras. Lo que usted bendice nosotros lo maldecimos, lo que usted abraza nosotros lo estrujamos, lo que usted ama nosotros lo odiamos, lo que usted considera sagrado nosotros lo profanamos. No es gratis que la ética y la moral nos parezcan un asco, usted las profesa, aunque de dientes para afuera porque nadie es más perversa, criticona y solapada que usted. No es raro que nos den asco las fiestas programadas por su majestad para cada ítem que usted subraya y que no queramos hacer parte de sus caramelos ningún día de ninguna especie. Sus creencias las conocemos y nos parecen muy de su estilo por ello no nos apegamos a un dios judío, acadio, romano o indio, de ninguna parte o de ninguna imaginación porque los dioses son elucubraciones para explicar lo que hoy no necesitamos y usted es creyente. ¿Quiere más razones para nuestro ateísmo, nuestra amoralidad y nuestros vicios? Somos su antítesis.

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