viernes, 1 de enero de 2016

Ciclo de vida

Yo camino por la vida sin mucho esfuerzo, sin demasiadas pretensiones y escasamente me preocupo por mi mismo o los seres cercanos. Tengo la convicción de que un día faltaran ellos o faltaré yo. Para ellos ya sé de sus miedos y sé de sus certezas y, en total, no pueden más que alivianar mi vida al abandonarla, dejarla más simple cada vez. Su partida no representa sino una consecuencia natural de su presencia y, de nuevo mis convicciones, se pudrirán o serán consumidos por el fuego. Ninguno estará en la santa gloria ni en el fuego eterno y les pasará lo mismo si van a esos sitios, se pudrirán en la gloria o se quemarán en el fuego eterno. Creo más que eso depende de la elección del tipo de funeral de los allegados. En cuanto a mí, lo tengo claro, abandonarlos no representará mayor dolor que nada. No pasaré a otros mundos, ni esperaré la resurrección; los muertos, muertos estaremos. En mí no aparece ninguna duda razonable. Morir es un paso para los átomos que me componen; para mi yo, expresado como ser único basado en mis experiencias y conocimientos, representa el final. Yo no soy "allegado" de nadie y es probable que la elección de mi funeral no corra de cuenta mía. No soy reflexivo, no soy mi propio allegado, por lo menos no en ese sentido. Nunca busqué la iluminación ni me acerqué al cura o al pastor para que guiara mis pasos. Esos pobres me han parecido más faltos de las voces que les hablan desde crucifijos, amuletos e iglesias y terriblemente locos, ¿No es locura imaginar voces y hablar con seres imaginarios? Aspiro no entrar nunca al redil, ni siquiera para despedir a uno creyente. ¿A qué se despide a un creyente que de seguro muere feliz de ir al encuentro de su dios? Por años he tratado de aislarme de la humanidad, de no dejarme moldear, de ser diferente; en ese camino logré ser igual a todos, hacer lo mismo que todos, pasar por los mismos caminos que todos y ser menos diferente que ninguno. De las maravillas humanas es el aceptarse tal cual, quienes no lo hacen perecen al final de una cuerda o de la trayectoria de una bala. No tengo un complejo de suicida, muy a pesar de mis maestros. Este mundo sin mí y conmigo no es variación que merezca el esfuerzo de un proyectil, ni la dilatación textil de la cuerda que debiera soportarme. Evadí las leyes y trate de hacerme a un lado de ellas. A duras penas pago impuestos y me alejo lo más que puedo de obligaciones con empresas de servicios públicos. Trato de no aparecer en los registros de las compañías, al comprar recito otro nombre y otro número de cédula que uso como testaferro, ni mi correo, ni mi teléfono son públicos. Son para mi servicio, para mi uso, no para el uso y servicio de los demás. Pero, aunque desprecio profundamente a la humanidad, aunque no mellan de ninguna manera mi parecer, los hago a un lado y camino, no deja de ser terrible cuando por azar recibes sus mensajes. Nada nuevo, lo mismo: Establece que el ciclo de la vida es continuo y que debes hacer espacio para el siguiente bucle de la rueda sinfín. Que estás viejo y qué la juventud se aproxima a carroñar lo que le pertenece por derecho propio: los restos de la sociedad que ayudaste a crear y a odiar. Te reclama el derecho a dirigir la manada y a ofenderla. ¿Alguien no ve acá el reclamo de la cría al viejo león de lo que ya no es dueño por haber engendrado descendencia? Y, como ellos, matarán todo lo que dejé y sobre esos cadáveres construirán lo que otro habrá de arrebatarles a su debido tiempo. Nada nuevo, el ciclo de la vida. Y, bajo ese ciclo ¿Qué es lo tan importante que debíamos hacer o construir? Nada. Humanos somos y vendrán otros y serán ciclos nuevos, tecnologías nuevas que se volverán obsoletas y serán reemplazadas, el robot de carne por el robot de hueso; el w 300 por el w 500; un vehículo por otro, todo tiene su ciclo y en ese ciclo ya nada tengo que hacer, más que sufrir el resto del ciclo, que termina siempre en el mismo lugar para todos: la tumba. Eso espero solamente. Si he sido digno ante la vida, digno quiero ser ante la muerte, aunque deje claro mi desprecio...en tono de ciclo.

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