domingo, 10 de septiembre de 2017

Venga al circo: payasos y demás

Pasé por las calles limpiamente adornadas, ni un papel, "escobitas" muy dedicados a los que se les pagó tiempo extra pulieron la "tacita de plata" para que el "plomo" que se ha embarrado en las paredes de tanta rencilla no desluciera o, más bien, creo que quitaron la pátina que suele tener el plomo y lo brillaron. Total, sólo faltaba que estuviera brillante por un par de horas. Muy temprano varios guardas de tránsito, casi mil, se dedicaron a limpiar las calles aledañas a ciertas avenidas principales. Tocaron en puertas para que entraran los carros, amenazaron transeúntes y motociclistas para que las calles se vieran como nunca y cuando algún desprevenido no la vio, ni se enteró: parte "pedagógico" de  de 30 SMMLV y la llevada a patios por una grúa escocesa que no le importaba mucho el valor del tal vehículo. Desde muy temprano se desplegó un operativo policial y militar. Las calles aparte de limpias y "limpias" puesto que los gamines, las putas, y los travestis junto a toda la comunidad LGBTI y las que me queden faltando, fueron exhortados a retirarse de las calles para no dar mal ejemplo. Eso de exhortados también es un eufemismo para amenazados e intimidados. Grupos de militares ataviados con sus equipos de lujo, rondaban la ciudad y la "protegían" del mal. Requisaban a los "sospechosos" y les pedían documentos. Varios vehículos fueron puestos a disposición de las autoridades para recoger "la basura" y llevarla a los centros de recogida. donde podrían recibir una ducha y una buena comida y así evitarles el penoso día de "rebusque". Aparte de limpias, la organización envalló toda la ciudad como muestra de respeto y para evitar que "desadaptados" o fanáticos trataran de interponerse en la vía o de saltar a tomarse fotos con la estrella de turno. Los vendedores ambulantes hicieron su "septiembre" vendiendo cualesquier cantidad de chucherías y "souvenires": limonadas de piña y de coco; micheladas de mango y de borojó; perros a su gusto; cocadas, orchata, guarapo, gafas para el sol, manzanitas acarameladas, manguito con sal limón y pimienta, chontaduro maduro y jugo de sábila, reconstituyente para el espíritu a base de ponche y ostras, camarones y peces varios; camisetas, medallas y estampitas, manillas recién tejidas con los logos oficiales -el rock hizo su espectáculo- e incluso un "goloso" se disfrazó como el héroe de la fiesta y cobraba por la foto y la pose. En una esquina colocaron una pancarta de tamaño real que ya incluía la pose y más de uno prefería esa toma personal que la inquietante espera en las atestadas calles. Los buses públicos fueron suspendidos por 6 horas y estaba "prohibido" chutarse o fumar marihuana delante de la visita.  Las calles de Santa Helena fueron alevemente cerradas y por ello mi comida pedida a las 10 de la mañana me llegó a eso de las 5 de la tarde. Los canales desplegaron drones y las noticias estuvieron altamente impactadas por la espectacular noticia del siglo. Claro, había drones de vigilancia y se prestó especial atención a los detalles, al protocolo y a la farándula. Si señores, vino el papa y el pueblo tuvo el circo que quería. Toda catástrofe y mala noticia fue suspendida por la visita del pontífice e incluso la plaza de mercado se cerró. -no sólo de pan vive el hombre-  por una semana completa y la que falta la pregunta sera: ¿vio al papa? y por años, una serie de mentecatos tendrá en su sala de estar la firma del papa, la foto del papa y la gorra del papa -cualquier parecido con un rockstar que se vanagloria de haber ido a los tres conciertos de Metallica y aún exhibe su boleta, es pura coincidencia-. Ya se fue el circo o mejor, siguió en otra parte y Medellín ha vuelto a ser lo que era: la tacita de plomo calcinada por este aumento de temperatura o sea, la tacita de plomo derretido.

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