domingo, 18 de febrero de 2018

Quién gana

Se barajan ya las elecciones presidenciales en Colombia y existe una gran expectativa por lo que pueda pasar. Ya las masas han polarizado los candidatos y cada uno ha puesto su grano de arena para organizar los destinos del país en manos de tal o cual posible candidato. Ya algunas personas han renegado de este y de aquel y hasta se han pedido tomatinas y "huevinas" para algunos de ellos y se advierte que tal o cual será un desastre para el país en caso de sentarse en el solio de Bolívar. Otros les han acogido con beneplácito y como cada cuatro años juran que "es hora del cambio" y que "ahora si le toca al pueblo". Los más temen a la izquierda beligerante representada en dos candidatos cuyas posibilidades se vislumbran atrasadas. Dudo mucho que Colombia vote en masa por partidos de la izquierda o de corte socialista. Podría sí influir las zonas donde estos grupos, antes guerrilla, fueron y son fuertes, porque la presión armada o la intimidación hacen parte del voto nacional. Me dirán "pitoniso" cuando se revelen los datos de los candidatos que ganan en zonas donde es fuerte la guerrilla existente y la que aún no desaparece por completo. De todas maneras, y no quiero ser amarillista, la repartición del poder viene después de las elecciones y a todos los participantes -obvio, cada candidato no cada elector- les toca su tajada y allá veremos las consecuencias en el senado y en la cámara y en las alcaldías y...
No falta el aturdido que piense que esto se volverá una Venezuela, a sabiendas que no somos países iguales y que nuestras economías están basadas en cosas diversas y que hace rato que Colombia y Venezuela son indistinguibles en el ámbito latino. La pobreza y la miseria en promedio, obedecen al mismo principio de un gobierno dictatorial y ciego que busca sólo la ganancia para los de suyo muy adentro. Sabia una amiga que dijo que los buenos presidentes son los que nos resarcen con dinero. Mire a ver que profesor habla mal de Samper.
Como dije, ya cada uno se prepara para la golpiza de candidatos, la que estos le van a dar al pueblo, porque, a fuerza de parecer repetitivo y copietas, "Al pueblo nunca le toca", bueno si le va a tocar la parranda y la media de aguardiente, e incluso hasta algunos percibirán entre diez mil y cien mil pesos por su voto, pero hasta ahí fue y les tocará esperar cuatro años más para otra época de bonanza en que el número de la cédula sirve para algo más que para que le cobren impuestos y prediales. También les va a tocar acomodar el traserito y preparar la vaselina -eso si alcanza- porque ninguno de los que se suban al solio lo usarán como solio sino como escabel y se demandarán como siempre en el alza de impuestos, en la reparación de víctimas, en la solución de conflictos, en el freno de la economía y en el apoyo a las grandes familias económicas en forma de prebendas que irán siempre en contra del pueblo aquel sufrido y ciego. La corrupción está garantizada y se descubrirán las ollas podridas de presidentes pasados que ya andarán por paraísos fiscales donde son intocables y desde donde escribirán sus memorias que serán leídas por la clase intelectual del país y por el mundo entero para honra y prez de toda la nación. En la casa de gobierno lloverá maná y el mandatario de turno dirá cuanto bajó el desempleo, cuanto aumentó la vivienda y con cuanta holgura se pasaron las últimas navidades y dará gracias  a dios y al espíritu santo y a la santísima virgen por los favores recibidos. El nuevo mandatario buscará otro Nobel sentándose a negociar con las partes que aún quedan en conflicto, que son las mismas de hace 60 años con nombre diferentes y afinidades diferentes, pero que aún están allá en pie de guerra. Alguno dirá que soy tragicómico, pero, si me parece tener mucho aguante y votar mucha plata en elegir a un representante que, sea cual fuere, se desvivirá única y exclusivamente por enriquecerse y enriquecer a los de su gremio. Unos van a votar en blanco  y ojalá les diera un ataque de ceguera blanco o como diría Saramago de lúcidez blanca y los cimientos de la democracia por fin fueran removidos, pero es una esperanza lúcida que no espero. Otros harán anular su voto marcando tres o cuatro espacios y hasta usarán el voto para limpiarse el trasero antes de depositarlo en la urna para que por lo menos les toque un poco de lo que nos dan y otros, como yo, estaremos acá impertérritos porque la experiencia nos dice que lo que va a pasar está cantado. Habrá gritería y coros en las calles para el nuevo presidente de la nación y en pocos meses, los mismos que se uncieron al carro de la gloria, se llamarán a sí mismos los engañados por un régimen que no cumplió lo que prometió. Sabemos que  cumplir promesas en un candidato es, como dijera Quevedo, encontrar virgo en puta. Vayan pues y armen la carnestoléndica representación de elección, que sabemos es toda una farsa y como les dije, preparémonos comprando remesas de vaselina, que, gane el que gane, al pueblo le toca... agacharse.

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