sábado, 10 de febrero de 2018

El valor de las cosas

Cursaba mi medio tiempo en el SENA, tratando de aprender del mundo y sus demonios, cuando llevaron lo último en tecnología a ese antro de amor y esperanza de obreros: la electroerosionadora y así se llamaba ese mamotreto armatóstico que llegó en 1989 por la módica suma de 150 millones de pesos colombianos. Eso dijo el mandamás que había costado y se enorgullecía de tener la última tecnología al servicio de los aprendices de obrero -realmente era una sola máquina para todos los talleres y sólo la usaban unos pocos profesores porque era una máquina de las que llaman de control numérico y estábamos en pañales en computación- la máquina no costaba más de 20 o 25 millones de pesos, digamos que 40 millones, pero el precio de pagar en puertos, directivos, nóminas por traerla y cuentas infladas por comisiones y pareceres, hasta mordidas y roscas cobradas sólo por autorizar tal desembolso, elevaron el coste de la maquinita a 150 millones. Eso pasó en carruselandia de contratameytegiro y dudo que fuera la primera vez, pero allí me topé con tal ignominia. Ayer oía yo que se invirtieron 35 mil millones en cámaras de vigilancia para Bogotá y hagan la cuenta y verá lo que le cuesta cada cámara a la ciudad y suponga tres mil cámaras que no las hay. A un hospital de Barranquilla le llegaron 110 camas -obsérvese la abrupta cantidad- y el funcionario prefirió callar sobre el presupuesto utilizado en ellas, no imagino porqué. El puente de la madre Laura costó 235 mil millones de pesos y mejoró el panorama, hizo desaparecer el barrio que fue "cuna de sicarios" en Medellín, practicó desalojos y entregó edificios para modernizar el sector, aparte de que la vía rápida a Aranjuez se volvió un tremendo caos vehícular porque los ingenieros de diseño estudiaron en Plaza Sésamo, sucursal Cooperativa de Colombia. De acá vienen todas las compras en un país infladas. El país invierte 235, 5 billones de pesos en educación, pero ¿Cuánto de eso es efectivo, cuánto se queda en pagos burocráticos, estudios sin orden, materiales de trabajo que triplican sus precios al llegar a la escuelita en cuestión, compra de comida para la operación maná que se queda en ejecutores y compradores intermediarios y a veces ni llega? Ese es el valor de las cosas en un país contrito de corrupción y hasta el colmo pensamos que "lo peor de la rosca es no estar en ella" y no es que no se invierta, es que se invierte con inflación, es que se hace licitación y la gana, no el mejor, sino el que más unte las manos de los que deben firmar y para colmo de males, son los que estudiaron en Plaza sésamo y les enseñaron que con dinero se arregla todo. Y la otra irresponsabilidad es que desde el niño de la casa hasta el tio abuelo más cercano tiene que sacar tajada de la inversión y por eso es que un país con miles de billones en impuestos y SOAT, en Técnico mecánicas y prediales, en Peajes y peajitos, en multas escandalosas de tránsito y comparendos legales no va para ninguna parte y lo que hay que cambiar es de mentalidad, de ideales y como eso se enseña en casa y en casa se prende la tele, no vamos a aprender nada y cada vez será peor el desfalco y el descaro. ¿No han visto las cuatro mil vallas de la alcaldía anunciando un corredor verde de 325 árboles nuevos? ¿Han escuchado que en el país se invierte más presupuesto en educación? ¿No ven como en todos los gobiernos llueve maná del cielo? Vemos a sus líderes políticos diciendo que bajó la inflación, que subió el empleo, que la seguridad ha aumentado, que bajaron los suicidios y los asesinatos y que en general dios está con nosotros y todo gracias a él, que no se equivocaron al elegirlo y que adelante la reelección. ¿Y usted? Sí, usted que aún cree en la esperanza de la caja de Pandora al final del paquete, vuelve y vota, vuelve y cae y vuelve y cree. Siga, las elecciones son en mayo. No falte y crea, tranquilo. Miles de borregos más harán lo mismo. Ahora, ¿debe existir el desacato? sí. ¡Servirá de algo? Lo dudo. Pero hay una cosa de la que yo no puedo huir y es de aquella que dijo José María: "Denunciar la tiranía es la mitad del deber" y de ello dejo constancia.

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