O sea, es casi verdad y poético lo que dice el título. Si destruimos el mundo no podemos aprovecharlo a él ni a sus habitontos. Los ricos, millonarios y asquerosamente platudos lo saben: el mundo no puede ser destruido a condición de que nuestras riquezas queden sin valor. ¿Por qué pues, la contaminación incesante, la deforestación sin control, el afán de construir donde no hay necesidad, a más de desear el poder absoluto en alguna sociedad y la manía de producir en serie y quebrarse o hacerse extremadamente rico? El hombre sale impulsado por sus ambiciones y por envidia, quiere ser el macho alfa en esa sociedad, lo que le implica recibir sexo de las hembras alfa sin mucho esfuerzo y lo que lo halaga y lo llena de más brío para querer seguir siendo alfa per secula seculorum aunque ya no se le pare. En el camino se da cuenta que una de las cosas más atractivas del poder es el dinero, con dinero se logra todo y en la posición de alfa se da cuenta que puede firmar algunos acuerdos donde sale ganando unos pesos para cuando no sea la cabeza visible y lo hace, recibe sobornos, vende derechos, asigna contratos y se queda con porcentajes de las obras que construye o crea cargos que le aumentan la cuenta. Esa persona no quiere destruir al mundo, lo quiere para sí y quiere conservarse en el status de macho alfa, muerde y no quiere soltarse, pero ese pobre hombre no quiere que el mundo se acabe, pero si envejece y debe soltar la presa ¿qué más da que falten unos árboles o que haya que pagarle la semilla y el abono a Monsantos, incluso que una obra quede sin terminar o concluida con materiales defectuosos? lo importante es la cuenta de ahorros y el mundo no se va a acabar por eso, cada uno tiene su parte y tierra hay mucha. Eso de que nos estamos quedando sin tierra es mentira, científicos terroristas y biólogos del fin del mundo que creen que porque se mueren unos cuantos peces envueltos en petróleo se acabó el mundo y la comida y haber ¿se acabó por el Exxon Valdez o el Deepwater Horizon? Ni el Ixtoc I fue capaz de acabar con la dichosa vida marina. Pelearon y pelearon dizque para evitar los desodorantes y los sprays que porque destruían la capa de ozono y ya la tienen reparada y pueden brincar en ella y salir al sol, es que los humanos son muy chillones. Se quejan porque la población aumenta, pero sin ella no podemos abrir nuestras fábricas sin las cuales no podríamos darles los lujos y necesidades: la maquinilla de afeitar y el encendedor, el jabón y el perfume o la lavadora y el automóvil. Ustedes trabajan en nuestras fábricas que descargan un poquito en las riveras de sus ríos y algo en el ambiente y nosotros les proporcionamos comodidades que no se imaginaban hace 50 años: La radio, la televisión, el cine, la internet; el teléfono celular, las impresoras 3d, el láser, las bombas atómicas, todas son un juego. Se endeudarán un poco hasta el final de sus días y nuestras cuentas seguirán creciendo y saldremos en Forbes y nuestro status seguirá en alza y en uso, pero es poco el precio que hay que pagar para vivir. Es claro que unas guerras reactivan la economía y producen invenciones que luego usaremos para crear mejores condiciones de vida y si en el camino hay que acabar con un atolón o con un país completo ¿qué más da? ya les dije que tierra hay mucha y ella se repara a si misma según la hipótesis Gaia. Vean que donde cayeron las bombas en agosto de 1945 ya crece hierba otra vez y el atolón bikini muestra de nuevo, signos de vida. Eso que haya que lamentar la muerte de 6 millones de humanos no importa, lo convertimos en dinero haciendo películas a años de su muerte y entrevistando supervivientes y rindiendo homenajes póstumos a héroes inventados. Yo hablo por los poderosos: no es nuestra intención destruir el mundo, sólo queremos ayudarlo y sin nosotros sus casas serían aún de paja y cañabrava, a sus aposentos no llegaría el poder de la electricidad ni una red de distribución te daría la comida que ya no puedes cazar. Deforestamos para sembrar pasto y que las reses pasten y poderte vender carne al mejor precio y tenerla disponible sin que pienses tú en matar y desollar, el filete congelado no es asesinato y los embutidos no tienen forma de animales; tenemos tiendas que te visten sin que te involucres en los procesos de teñido y lavado y no sufras porque el pantalón que usas aporta al color tinto de las aguas de tu río principal; hacemos los electrodomésticos en línea para que nunca te falte una nevera un televisor o una estufa y no te contamos la inversión en desperdicios que tenemos que procesar de la mejor manera posible para que las ganancias no se diluyan; contaminamos para que tu puedas ser ecológico. Pagamos tú educación para que te enseñen a recoger basuras y a adquirirla en forma de lujos, pero de ninguna manera queremos destruir el mundo ¿Qué haríamos sin él? ¿Qué podríamos hacer sin ustedes que creen en nosotros?
PS: No se quiere destruir al mundo, de eso estoy muy seguro, pero también creo que todo aquel que lo hace, lo hace convencido de sus beneficios ─los propios─ y seguro de que el daño al planeta no es tan severo y que los beneficios son mayores. Miren los datos de los últimos 3 años y las cifras se acercan a las 200.000 hectáreas arrasadas para cultivos y pastoreo (datos de Colombia) y para hábitat humano que requiere más servicio de alimentos y agua caliente y electricidad y beneficios para las poblaciones y ayudar a los humanos es palabra divina. ¿Podemos detenernos? No lo creo, se requiere de una conciencia global que no existe y ya hemos abarrotado el planeta y le hemos puesto en un frenético ritmo de vida que le impone que gastar y consumir son las reglas de oro y para ello hay que producir y destruir el entorno o transformarlo en algo con concreto y vigas.
PS 3: No me doy golpes de pecho, pero cada que se inicia una urbanización para ser habitada, nuestro reloj ecológico queda en 5 para las doce. Toda la infraestructura y las necesidades de suministro son el pan de la industria y el ocaso y compromiso de las selvas a talar para dotar de carne y verduras a tan noble idea constructiva.
PS: No se quiere destruir al mundo, de eso estoy muy seguro, pero también creo que todo aquel que lo hace, lo hace convencido de sus beneficios ─los propios─ y seguro de que el daño al planeta no es tan severo y que los beneficios son mayores. Miren los datos de los últimos 3 años y las cifras se acercan a las 200.000 hectáreas arrasadas para cultivos y pastoreo (datos de Colombia) y para hábitat humano que requiere más servicio de alimentos y agua caliente y electricidad y beneficios para las poblaciones y ayudar a los humanos es palabra divina. ¿Podemos detenernos? No lo creo, se requiere de una conciencia global que no existe y ya hemos abarrotado el planeta y le hemos puesto en un frenético ritmo de vida que le impone que gastar y consumir son las reglas de oro y para ello hay que producir y destruir el entorno o transformarlo en algo con concreto y vigas.
PS 3: No me doy golpes de pecho, pero cada que se inicia una urbanización para ser habitada, nuestro reloj ecológico queda en 5 para las doce. Toda la infraestructura y las necesidades de suministro son el pan de la industria y el ocaso y compromiso de las selvas a talar para dotar de carne y verduras a tan noble idea constructiva.
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