domingo, 17 de marzo de 2019

La mente humana

La mente humana, la psique le llamó Freud y no se la inventó sino que la tomó prestada de los griegos y de uno de sus mitos "Psique y Eros". Me encantaría decantar acá lo que he aprendido sobre la mente humana y hablar de funciones egodefensivas y de la ley de frustración agresión o de las proyecciones que son tan bonitas: Todos los seres humanos nos proyectamos en algo o alguien y le damos o atribuimos a otros  sentimientos o virtudes que nos son propias y que no deseamos aceptar como tales. Yo juro que todos son un montón de idiotas y debe ser la proyección más compleja que me salga. No me acepto como idiota y por eso trato a todos como tal. Pienso que todos se han rendido al sistema y el que más rendido está soy yo. Detesto la charla pueril y banal y es lo que más hago según estas proyecciones. Me aterra una idiota hablando de feminismo o machismo y tal vez sea algo que no estoy dispuesto a aceptar de mí mismo... Ya tendré tiempo para dedicarle a esas nimiedades psicológicas que puedan estar relacionadas con la frustración de las etapas o estadíos de mi infancia. Lo que voy a decir de la mente humana no es aplicable a la psicología porque no es un estudio serio o legitimado, es lo que veo y creo y equivale a un aporte sin sentido que enfrasca a media humanidad, pero que, en serio, no hay porque llenarse de pánico o alarmarse por su contenido. Resumiendo, es otro de mis libelos contra la humanidad... ¿Que hay en la mente humana? ¿que nos impulsa en el día a día? ¿qué afán tiene ella? Al parecer ninguno. Podemos resumir la mente humana como un conjunto de subprogramas o subrutinas que se activan dependiendo de la hora y dependiendo del impulso. Yo me baso en que luego de aprender a caminar ya no nos fijamos mucho en ello, a menos que el camino sea abrupto "echar a andar" es un subprograma lo mismo que "tomar sopa" o "rascarse" y existen otros subprogramas como: "tener sexo" "alimentarse" "imitar" y el programa de subrutina más impresionante de todos: "socializar". Sin ese programa y la ayuda de toda la raza no podríamos haber tenido "avances". Socializar requiere de un método simple pero efectivo y es "parecer de la manada" y es ahí donde todo se vuelve un mundo de frustración y odio para quien ve que, inevitablemente, esa subrutina hace de las suyas: ¿Qué son los jóvenes más que copias de las copias que pretenden o asumen, entendiendo que hoy la pauta de originalidad la da la red? El querer ser como otros es inevitable, pues es la puerta de entrada a la sociedad, la única manera de granjearse amigos y enemigos y el componente esencial de lo que a mi edad llamo "estupidez", allí es donde todo es estúpido. Tratar de imitar o de seguir a un músico o cantar sus canciones, pagar un boleto, aplaudirlo, silbarle, ovacionarle, decirle prosa laudatoria, sentarse con alguien en el alféizar a tomar tinto y discutir sobre qué se odia o porqué hace parte de esas adaptaciones que también son estúpidas y que al final creemos que son necesarias pero nos engañamos. Nada de ello se necesita para un sano vivir. A mí me aporta el pensamiento ajeno, el "lo que dice la gente" y con ello es más que suficiente y disculpo la banalidad, pero disculparala también es "subrutina" para que la mente no discurra en el sentido opuesto: Es maravillosa la mente humana, lo que yo hago no tiene nada que ver con lo que expongo. Freud decía que llevarse cosas a la boca revelaban una falta de madurez o de no superación de la etapa oral, pero jamás aceptó que su habano fuera muestra de ello. La rata condicionó a Pavlov a darle carne cada que tocaba el timbre. Así son las cosas: ¿qué hay que no sea estúpido o no sea una idiotez? absolutamente nada es lógico: ¿para que estudiar o leer o escribir o charlar, para que tener sexo, bañarse, cambiarse de ropa, para que demostrar erudición o manía? ¿para qué comer o mejor, por qué comer una cosa y no otra? ¿qué gracia tiene la sal o el azúcar? ¿qué importa si  es arroz o frijol o aceite o mantequilla? Qué manía defender el color o la bandera o el país o el colegio o la familia o la sociedad o el estilo.. ja ja ja... defender el estilo es una idiotez ¿el estilo de quién?: "ah es que yo sólo uso.." idiotas, todos idiotas. No hay nada que salga de nosotros, todo viene de afuera y lo alabamos y nos lo apropiamos y por eso todo es una estupidez y una idiotez y "la mente humana" esa de la que tanto nos afamamos, no es sino una estúpida incapaz de crearse su propio mundo y de vivir aparte de la sociedad, es incapaz de aislarse, requiere de la ovación, es incapaz de originalidad porque vive de la imitación; es estúpida porque sólo repite y raramente piensa y surge en ella la chispa que le dará su primacía y lugar en la historia: la individualidad... pero que estupideces estoy pensando... la masa no puede ser individuo a condición de no ser nada. No me vuelvo una tragicomedia para explicarme a mí mismo que nada vale la pena vivirse y que todo debe seguir su camino. Yo estoy decepcionado de la humanidad y sobre todo porque viví e hice lo que ella quiso. Sufrir de desencanto ha sido mi camino: nada es grande, ni bello, ni necesario, ni útil, ni... Eso es la desilusión y por eso todo lo que elucubre la mente humana es una estupidez.

PS: Una de las cosas que más me gusta de la palabra estadío es que la RAE anuncia que está mal escrita, pero a mí me suena más bonita estadío, que estadio y sin afán para lo que no hay remedio, me quedo con los traductores de Piaget.

Pensar en la muerte

Pues debe ser poca la gente que se quiere morir y menos los que quieren matarse, salve los desahuciados que sufren dolores insoportables y uno que otro adolescente enamorado y plantado por su primer amor y bueno, algunos que luchan contra el instinto y se arrojan de una gran altura o se matan con un arma o le alzan un altar a los Borgia. Matarse va contra el instinto y eso lo hace atractivo y siniestro a la vez, mucho se ha hablado del suicidio y hasta yo en mi juventud preparé un manual práctico para burlarme de tal hazaña ─aún pueden hallar copias en PDF, aunque me dice Camilo que habrá nueva edición este año─ y ¡ah si me reí escribiéndolo! De todas maneras el afán de hoy es pensar en la muerte, no en el suicidio, en como habremos de abandonar este valle de lágrimas, obvio que mis oportunidades de morir en un accidente crecen desde que manejo un vehículo de dos ruedas y pese a que mis amigos juran que conduzco como una viejita, abuela de otra de la tercera edad. Esa posibilidad existe y es terrible esperar que nuestros huesos sean triturados por otro vehículo y que perdamos la capacidad de caminar o de movernos en un espantoso y doloroso accidente de carretera. Aún esa muerte, si se da, es rápida. Pero alguno ha visto la muerte más cerca que eso y la más terrible de todas es la muerte por vejez, claro que la muerte por una enfermedad como el cáncer o un paro cardíaco o una trombosis letal no dejan de ser extravagantes y espeluznantes, pero cuando van acompañadas de la vejez, del lento trasegar de la vida, del momento en que las enfermedades se suman por falla generalizada de los órganos, que el hígado está desecho, que los pulmones son incapaces de admitir el aire por culpa de 50 años de cigarrillos, que el cuerpo no produce insulina, que los trigliceridos y el pan, que... Ver acercarse lentamente a la muerte y sentir como el cuerpo es incapaz de recuperarse de cosas simples que en la juventud eran un juego de niños, es la más terrible de todas las expectativas, claro que todos tenemos esa cita con Tánatos y si es en la vejez, el inevitable encuentro será con las Keres. Pienso ahora en la muerte y no sé donde habrá de sorprenderme, pero no me halaga, no me inspira, como cualesquiera en esta tierra me encantaría que tal muerte fuese rápida, de un tajo y que al momento de tal, las condiciones mentales aptas para el raciocinio no me hayan abandonado. Ver morir un anciano en la locura, en la más completa desesperación de no poder controlar sus funciones más íntimas y en la completa sumisión a sus guardianes y carceleros. NO. Pienso en la muerte por falta de oxígeno o por la incapacidad misma de admitirlo en la proporción en la que se encuentra en el aire, en ser incapaz de dar dos pasos antes del cansancio absoluto o en tener que tragar miles de pastillas y aerosoles para paliar la enfermedad que irremediablemente habrá de llevarnos a la tumba. Pienso en una apoplejía ─V.V. temía la pérdida del control de su prodigioso cerebro─ que termine con mis deseos de despotricar contra la humanidad y mis placenteras tocatas donde los asistentes gritan a voz en cuello los nombres de mis canciones. ¿Perder la capacidad de ir en contra de la humanidad? eso no está bien, esa no es una perspectiva halagadora, enloquecer y pedir perdón por mis difamaciones y mis conclusiones con respecto a la humanidad o sentirme, como muchos, equivocado y arrepentido ¿bajar la cabeza y perder el orgullo? NO. La llegada de la pérdida de memoria o el Alzheimer, la completa desaparición del yo, fundido en un mar de movimientos que impiden nuestra correcta alimentación o nuestro paso y la desaparición paulatina de la memoria combinada con períodos intensos de violencia contra las personas cercanas a nosotros; esos mismos carceleros y guardias que esperan nuestra desaparición para evitar el tener que hacerse cargo nuestro. NO. El mal del cáncer te carcome, te acusas de ser un idiota y no haberte revisado para paliar la enfermedad, pero sabes que te mientes, es más penosa la recuperación y el dolor y tener que pasar por los pasos de Kubler ross y ofrecer el espectáculo que todos quieren ver: tú caída moral, tu derrumbamiento. NO. Si puedes darte el lujo de un hospital, encontrarte postrado y a merced de las visitas y las bufonadas de doctores y enfermeras.  ¡qué deprimente es la sala de un hospital y todo lo que conlleva! ¡qué triste tener que pasar los últimos días en uno! NO. Los dolores, los brazos y los pies hinchados, las articulaciones falsas incapaces de soportarte, el semblante adusto, la certeza de que cada vez está más cerca la parca o la inocencia de ello, ¡maldita sea! la vejez es una enfermedad terminal.

Viajero de biblioteca IV

Si el viajero tuviera que decir por que prados anduvo mejor sometido a la gallardía de un autor, tendría que tocar imprevistamente series muy alejadas: "Un mundo feliz" de Aldous Huxley que me improvisó el mundo de hoy por hipnopedia y acertó en predecir que cada alfa y epsilón fueron y son entrenados para ello. "Sobre la desobediencia civil" de Henry David Thoreau, no me enseñó, me confirmó, que un hombre que se constituye contra todos los demás ciudadanos es la mayoría de uno y que no debo ser tratado como miembro de ninguna sociedad a la que no me haya previamente inscrito y eso le cuadra a la sociedad misma. De Fernando Pessoa y su "Banquero anarquista" comprendí el sentido mismo de la verdadera acracia: "tan malo es el dinero como el estado" y hay que derrotar y oír todas las teorías antes de asegurarse de adoptar una doctrina. De George Orwell no puedo dejar de pensar tanto en "1984" donde volví a sentir que se hablaba del presente y donde concluí que no puede sino seguirse al partido: "terminaré creyendo las consignas del partido, la guerra es la paz, la libertad esclavitud, la ignorancia es fuerza, la ignorancia es paz" y de "Rebelión en la granja" el malhadado concepto del poder absoluto y de la capacidad para erigir o cambiar reglas en leyes y mandamientos, sin olvidar que yo fui Benjamín en tal obra: obstinado, incrédulo y con ganas de cantarle a todos su tabla. Alfredo Iriarte en "El jinete de bucentauro" que me resumió todas las dictaduras del planeta tierra en un solo texto y con dos personajes típicos: Tolentino Zunzunegui Antúnez y Sardanápalo Armentero y Topete; Idi Amin y Bob Astles; Fidel y Raul Castro... "Ibis" de José María Vargas Vila que me inculcó la sátira y el amor al cinismo, ay, y también la tragedia, en él fui el maestro y Teodoro a un tiempo, tal como lo pensó el mismo Vargas Vila. Y tal vez, aunque ya dije que todos sus textos son fascinantes, debería mencionar a "El minotauro" donde aprendí que: "En el mundo habrá hombres ateos, nunca pueblos ateos, en el mundo habrá hombres libres, nunca pueblos libres, yo soy libre y soy ateo, acepto mi derrota y la desprecio". "El extranjero" de Camus, donde no pude dejar de ser Mersault y morir con él después de desahogar la ira contra María y contra el sacerdote. En "Las venas abiertas de América latina" de Eduardo Galeano comprendí cuan lejos llegó la fingida conquista y cuanto robaron, para mencionar solo Potosí, Zacatecas, Sucre y Ouro preto y, con cuanta crueldad reprimieron y suprimieron al valeroso indio Galvarino del que habla "La araucana" de Alonso de Ercilla que ofrece su mano, su otra mano, su cabeza y su desdén al corte de la espada y al que debo citar en este viaje: "Segad esta garganta, siempre sedienta de la sangre vuestra, que no temo la muerte ni me espanta vuestra amenaza y rigurosa muestra y la importancia y pérdida no es tanta que haga falta mi cortada diestra que quedan atrás muchas esforzadas que saben gobernar bien sus espadas.  Y si pensáis sacar algún provecho de no llegar mi vida al fin postrero, aquí, pues, moriré a vuestro despecho, que si queréis que viva yo no quiero, al fin iré un tanto satisfecho de que a vuestro pesar alegre muero, que quiero con mi muerte desplaceros, pues sólo puedo en esto ya ofenderos." Hasta el indio ya viciado y vicioso, torpe y temeroso que crearon los conquistadores a punta de fe y látigo de "Huasipungo" de Jorge Icasa. Ambrose Bierce me dejó atónito con sus definiciones cínicas y precisas en "El diccionario del diablo" y cito sólo dos para ilustrarlo: "Límite: Línea imaginaria entre dos naciones que separa los derechos imaginarios de una, de los derechos imaginarios de la otra." Y "Nacimiento: El primero y más horrendo de todos los desastres". Fernando Vallejo con su trabajo investigativo sobre la religión cristiana en "La puta de Babilonia" y su espeso cinismo cuando afirma que "el niño cristiano de hoy es un simio imitador". En "Memorias de Adriano" Marguerite Yourcenar me complace contándome, con realismo y decepción, la vida del emperador romano y para muestra esta perla: "He llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada. Decir que mis días están contados no tiene sentido; así fue siempre". Hubo un libro muy especial para mí, donde encontré tal vez mi camino y que puede explicarles la G y la P: Giovanni Papini: "El diablo" que maestría, que osadía, que gran libro para entender el alma humana y que gran guía fue ese Gog que me llevó a conocer las almas más engañosas del siglo XIX. Me detengo sin confesar a Yuval Noah Harari, pues a él le dediqué cinco espesos apartes en estos insermos...
Yo siempre he pensado que un pensamiento es un pensamiento y que la profundidad del mismo sólo depende de él mismo y por tal he citado a muchos escritores que no son científicos ni filósofos ─no sólo aquí sino también en mis reyertas universitarias─ pero que me han hecho aprender con sus monsergas, aún así, quise separar a estos monstruos educativos... De Charles Darwin y su magistral obra comparativa en la que afirma y sigue la evolución de las especies, la acumulación de pruebas y la erudición del interpelado para empatar especies y comprender su evolución en "El origen de las especies" y de Konrad Lorentz la magistral historia de "Cuando el hombre encontró al perro". En "Sobrevivir" y "En la vida amorosa de los animales" encontré razones para que el animal humano fuese tratado como animal y las explicaciones de algunos de nuestros miedos y accionares más arraigados de Vitus Droscher . Y, en "El mundo y sus demonios" Carl Sagan ofréceme razones para desconfiar de los abducidos y de los mesías. Isaac Asimov me ofrece teoría e historia del cosmos en "El universo" y Stephen Hawking que me enseñó como se cocinó el universo sin necesidad de dioses en "La teoría del todo" y en "Una breve historia del tiempo". Renato Descartes me enseña que "cogitare no es para no existentes y el implacable camino que debe seguir la ciencia, no para sentirse segura de sì misma, sino para ofrecer algo decente en que cogitar, es una alegría su "Discurso sobre el método": "las pseudociencias me inspiraban menor crédito si cabe; las conocía lo bastante para no dejarme engañar por las promesas de un alquimista, ni por las predicciones de un astrólogo, ni por las posturas de un mago..."

Indigno, asqueroso o inane

Hace unos años me dediqué en cuerpo y alma a hablar del homo inútil y clasifiqué unas partes inútiles en el ser humano y concluí que bastaban la mitad de sus partes para tener un ser funcional, en fin, los invito a revisar "Los santos disangelios" porque acá quiero tomar es los trabajos que considero inútiles o de tan poca monta que resulta una pérdida de tiempo. Antes de ello debería, por ejemplo, citar trabajos inútiles que han existido, no sé si como profesión, pero que han existido. Por allá en los años 80's leí sobre el alipilarius ─yo juraba que era allapilarius─ que se encargaba de delinear el vello púbico o de mantener el pelo al pelo ─chiste rápido─ en los burdeles y a las cortesanas. No sé si esa labor se equipare con la de ginecólogo, pero yo no le veo la gracia a tener que ver cientos de labios con enfermedades, para después mandarse uno a la boca. Obvio que ser ginecólogo no es inútil. Asqueroso no es igual a inútil. También estaba la labor de chambelán y todos quisiéramos tener un chambelán, pero nadie quiere ser chambelán ─aunque sé que no falta el que tiene alma de esclavo─ que era el encargado de hacerle todo al rey, y cuando digo todo es todo, aunque también había un "mozo de las heces" que se encargaba de limpiar el real trasero y en Roma había otro que andaba con un baño portátil y una manta para cubrir al protagonista y cobraba por ello, ¿qué tal que no? De similar cuño era el trabajo de los hombres de los acueductos de París, cuyo trabajo consistía en recorrerlo para detectar fugas, averías y hasta resolver crímenes. Tal trabajo lo cita Santiago Gamboa en un libro de la década de 1990. Así entre asquerosos e inútiles, seguro podremos poner el de los parias de la india dedicados a poceros y a manipuladores de cadáveres. El trabajo de tanatopráctico, me parece asqueroso y degradante, lo mismo que el de cirujano estético o no, todos tres tienen que compartir la inmundicia humana en descomposición y dudo que sean vegetarianos. Juzguen ustedes la condición de cada cual y sabrán en que parte estoy tocando un nervio o develando un trauma. Ahora si, concentrémonos en unas labores artísticas que, de seguro muchos no compartirán conmigo, pero que, en esencia, no son más que perniciosas costumbres que degradan y destruyen el ambiente y maneras de hacer circular el dinero o de botarlo a la basura y en el primer lugar por ser el día de hoy, está: El arte de envolver regalos. Valiente tontería dedicarle 20 minutos a doblar papel y llenarlo de cinta para que el agasajado lo destruya en unos 20 segundos. Hasta el regalo mismo es una tontería, pero ya envolverlo es de inutilidad nivel dios. Incluso los salvaguardas que nos ahorran tiempo fabricando bolsitas de papel regalo, les considero inútiles a más no poder, cualquier bolsa es cariño y la bolsa no indica absolutamente nada, ahora: moñitos, tarjetas y lazos y guirnaldas y trozos de plástico haciendo de pino... ¡dios mío, qué inutilidad!. A este género le siguen los que presentan la comida para televisión o en restaurantes caros, cada plato con 32 adornos, diez salsas, en posiciones determinadas y con formas específicas y que el comensal promedio desembucha ─realmente se lo embucha, pero me refiero a que los desarma─ en el menor tiempo posible, lo que nos queda de la comida de la selva que debe ser "antes de que llegue el tigre". Adornar los platos y diversificarlos con mil ramas es una cosa inoficiosa, aunque algunos sostengan que la comida también entra por la vista. Ya entrados de lleno en estos pormenores, una cosa bien inútil es la acomodación del cabello en las chicas. Gastan decenas de horas haciendo trenzas de las más variadas  con complicadas volutas y espirales y hasta macramés y crochés o moñas que requieren de un doctorado en Cambridge para lograrse y todo pudiéndose resumir a una cola o dos y a un minuto de tiempo. Los adornos navideños, de cumpleaños, de san alejo, de día de brujas etc, etc. Todos entran en el mismo receptáculo de inoficiosos y ditirámbicos con visos de exagerados, socializantes y contenciosos, en el caso de que alguno incurra en olvidar las bombas, el pastel con crema y las velitas de encendido automático, los gorros, la piñata y todas las demás cosas que se infieren de tales celebraciones. Que me disculpen las damas que pasan horas frente al espejo para ocultar su edad y los que profesan el sagrado arte ─para ellas─ de la cosmetología, pues su trabajo no es inútil, pero se borra con un aguacero, con una manoseada y hasta con una sesión de "shots" y la verdad es pura hipocresía y falsedad, sobre todo cuando es uno quien cae en las redes de tales estéticas. Ahora que me digan que mientras más arriba se suben en unos tacones, mejor les queda la acomodación del trasero y eso es caché para salir con ellas, pero esos malditos zancos son perniciosos y malos para la salud y ellas dedican años al manejo y adoración de tacos y aspiran a usar tacones aun antes de tener edad y trasero para lucir. Les dejo por hoy, pero de seguro habré de volver con más trabajos indignos, asquerosos o inútiles.

PS: En una revisión al mozo de heces le llamaban "groom of the stool".

sábado, 16 de marzo de 2019

Viviendo de mis miedos

Revisaba un artículo que escribí para explicarme a mí mismo ─esa es mi más ferviente labor, explicarme a mí mismo cada cosa─ las fobias y los miedos y hasta propondría sacar un diccionario sólo de fobias. Supongo que el DSM trae ya todas las versiones y perversiones hasta el nuevo ajuste. El caso es que al leer muchas de ellas podrían estar explicando una cierta cantidad de rasgos humanos, hasta el más simple de la taxofilia y taxofobia que se explican a sí mismos con estas líneas y como esas tareas de recopilaciones son labor de vagos y de mecánicos, me propongo entender mi mundo desde las fobias con un pequeño diálogo con usted que soy yo mismo, porque uno escribe para entenderse y para que otros lo entiendan, que son parte de uno; aunque la tarea es infernal, lo que se escribe lo trascripta otro ─que no es uno─ de la peor manera posible y terminamos todos enredados. Cada uno se apropia de una identidad de la palabra y la lleva hasta la tumba: alguna vez, irónicamente dije: que "la música se lleva en las venas, la apariencia no tiene que ver" y cada cual interpretó a su manera, pero ninguna como lo pensé al ponerlo por mi mismo y lo que quise decir terminó desdibujado porque tomaron una parte del discurso que era una totalidad. Así la cosa, padezco de agorafobia pues la plaza publica me molesta, las grandes reuniones me atormentan y estar en una tarima debe ser por poco tiempo pues la terapia exige enfrentar los dolores por cortos períodos. Más que las aglomeraciones, me incomodan las masas y la gente en general que acude a ellas; como sé que son la gran mayoría debo acudir a una nueva acuñación turbafobia (vale como el miedo a la muchedumbre). Me asustan las personas que creen en terraplanismo y en la ─para ellos─ fingida ida al espacio y las mentiras de la NASA, pueden ser la persona más inculta y no ser capaces de demostrar la existencia del teorema de Pitágoras ni de desarrollar el tercer postulado de  Euclides, pero son capaces de sostener que los viajes a la luna fueron filmados en una piscina y que la tierra es plana y falsas las fotos de las misiones al espacio. Por lo general son personas incultas, sin educación superior, lo que no garantiza el pensamiento, pero le da más validez y por lo menos siembra la duda sobre si pueden o no haberse topado con una demostración. Por si fuera poco, las lecturas de aquellos son, para más señas, mínimas o absurdas y son los mismos que juran la existencia de un dios triunviro y no dudan un ápice en la oración y en portar escapulario; eso explica que defiendan a capa y espada teorías de otros con argumentos copiados y sin visos de ser capaces de aceptar otra cosa. Me asustan pues, los que considero copias de copias y por tanto soy repetitofobico (equivale a temer a los repetidores de la palabra por la palabra misma, lo que incluye a los repetidores de las escrituras). Existen fobias incapacitantes y algunas diríamos, pueden ser terribles y llevarnos al suicidio, que digo que la no aceptación de uno mismo es un principio de desprecio que puede llevarnos allí. Yo no he pensado en el suicidio, lo repito, pero no vivo conforme conmigo mismo. No me gustan mis vellos faciales ni corporales y en general no ando contento con mi ascendencia indígena, mis pómulos salientes y mi cabello lacio: los detesto. Aquí dudo ¿soy genofóbico o egofóbico? (¿odio mi genética o me odio a mí mismo?). No me gustan las mascotas, ni las impertinencias humanas de dirigirles la palabra a seres obtusos como perros y gatos y de atribuirles ternuras y amistades que no tienen, pues las cualidades humanas son humanas y allí me declaro animaliofóbico, estultofóbico y affectiofóbico. Es verdad que detesto los curas y los religiosos pendejos que proyectan sus temores pueriles en un ser infinitamente superior y falso. Sacerdofóbico, religiofóbico y teofóbico para más señas. Parecerá complicado pero soy capitolofóbico porque odio a todos aquellos que amasan el capital; reguetofóbico y rapofóbico... lo demás no puede esperar que lo ame, pero por lo menos lo soporto.
Yo quería explicarme con fobias, pero lo que verdaderamente siento es odio y sólo puedo explicarme con las misein: soy misántropo y misogínico, padezco misoandría y misomalia, detesto a quienes se creen de mejor familia por ser ecológicos, soy misoecólico; me apestan quienes por ser vegetarianos o veganos creen que hacen algo por los animales, soy misovegetabilis; y como detesto a quienes pretenden poner una noble causa en el lenguaje incluyente, soy miseinclusivalingua y los feministas y machistas haciendo de defensores ¿de qué? soy misanmasculo y misanmulier. ¡Como si alguno valiera la pena! pero también odio a los extraterrestres que me pintan y soy misanterrano, misanvenusino y misanmarciano y misanmercuriano... misanviolácteo, misaniverso y misanidiotas... ¿qué puedo hacer contra mi naturaleza? odiarla. El odio parece ser un principio en mi vida y no se me ocurre contagiárserlo a todo el mundo, pero ¿Qué puedo hacer? ¿Si existe algo que valga la pena en este valle de insensatos y lamezuelas? ¿En serio? Yo sé que más de uno se informará de mis miedos y odios, pero ¿vale la pena ser fanático de alguien? ¿de una banda, de un ser humano, de un grupo, de una persona? ¿vale la pena decir "mi canción favorita" o halagar en primera persona a alguien o a algo? ¡¡¡Dios mio como odio a todo el mundo!!!: odio la manera como simplifican su existencia entre dos tendencias y se apegan a una: machismo, feminismo; liberal, conservador; nacional, medellín; millonarios santafe; demócratas y republicanos; bueno o malo; dios y el diablo... me aterran sus cambios de estado y 30 años de redes los tienen más atontados que nunca "dale like"  "me gusta" "búscame en instagram, en facebook, en linkedin". Hasta el sexo se volvió una cuestión de tener 30 idiotas, 100 idiotas y pedirles su whatsapp para acosarlas y pedirles fotos desnudas. que inmundicia este maldito mundo tan conforme y tan amañado y nadie se da cuenta. A muchos les importa un pepino lo que pase o deje de pasar. Yo creo que todos son idiotas. ¿Qué hace falta para que algo sobresalga por malo que sea? ponerlo en redes. Un maldito gato o un perro roban ternuras. Un meme se vuelve viral. Una noticia recorre todo el mundo... ¿qué diferencia hay con las cadenas y los mensajes porno o las mil fotos y videos que se envían los amigos y grupos diariamente? ¡Qué vacío mental y físico! ¡qué tara intelectual!

PS: Me atrevería más a hablar de una educación defectuosa en la que el método científico es trastocado o inexistente.

PS 2: Stultus es idiota y affectio cariño.

PS 3: Yo no me disculpo por lo que creé o no creé y sé que la única vía de los que nos asquea todo es  la tumba. No necesito que me lo recuerden, soy consciente de ello.

domingo, 3 de marzo de 2019

El método científico

Lo primero consiste en observar y si vamos a ser sinceros yo jamás he observado un fantasma, aunque vivo en un sitio donde me los quieren meter por los ojos. Aún así, mi espíritu investigativo, me lleva a tratar de dar una explicación a los fenómenos naturales que llaman fantasmas. Como no he visto ninguno, me voy hacía la gente que los ha visto y al parecer siempre son más susceptibles de verlos los niños, quienes no dudan en jurar que en un sitio X hay un fantasma con tesoro y que no puede verse sino determinados días, pero que hay razones para pensar que no es posible pasar una noche allí, en parte por los ruidos y en parte por la ferocidad del fantasma o fantasmas en cuestión. En adultos he observado la misma reacción, atenuada por la edad y el parecer algo cobarde, pero en general, quienes aceptan ver fantasmas y la existencia de seres anaturales, también son creyentes de una religión. La observación, es pues: ¿por qué existen los fantasmas? no, tampoco es si existen o no, aunque parece que llegaremos a ello, la cosa es más, ¿porque la gente cree en fantasmas? Lo que puedo decir es que la ciencia no ha podido encontrar la manera de tomarles postales, ni de hacerse entender de ellos, al menos no para una revista científica, porque en la red abundan personas con poderes especiales que juran se comunican con ellos y les cuentan sus cuitas, así que dejaré mi observación en: aprender de fantasmas y sobre fantasmas, corroborándolos si es posible o desvirtúandolos, si hay pruebas absolutas.
La hipótesis, luego de un profundo análisis es que tales entidades etéreas dependen mucho de la educación y el contexto. Las casas viejas o abandonadas son abono para la especulación y, los ruidos más naturales son considerados indicio claro y absoluto de la existencia de fantasmas, sin ninguna prueba fílmica o con pruebas borrosas y dudosas que más parecen suciedad en las lentes o efectos de photoshop o sus pruebas son unos ruidos mecánicos que ellos mismos hacen aparecer como reales y hasta dicen sentir "una presencia" por ellos ─capacidad de medium no demostrada─ o con aparatos tecnológicos cuyo funcionamiento desconocen en principio. La otra prueba existencial está basada en los testimonios y, no existe un número determinado de personas que pueda considerarse un testimonio fidedigno, más que de ilusión colectiva y deseos de confirmar un mundo diferente a este para acentuar esperanzas y deseos de subsistir luego de la muerte.
Experimentar puede llegar a ser ridículo cuando se trata de fantasmas, pero ubiquemos mil cámaras en todas partes y filmemos día y noche, revisemos las pruebas y obtengamos información de las cámaras. Olvidé que el mundo está hoy conectado y que hay más cámaras que seres humanos y que toda esa información está disponible y además que, las grabaciones donde se han detectado escenas "raras" la mayoría están en la web y podemos acceder a ellas. Entrevistar y observar diferentes seres humanos no nos llevará a otra duda, pues las observaciones cubren suficientemente los tipos: Está el que cree sin pruebas por que su religión le da valor; está el niño que no duda de su razonamiento basado en la imitación del adulto y está el que no cree. Hay un pequeño grupo intermedio que espera pruebas y tiene su idea del poder infinito de dios en otras cosas como un hormiguero o la salida del sol. Existe la posibilidad de que tales entes no sean susceptibles de grabaciones electrónicas y en tal caso queda descartado el experimento y es necesario hallar un "medio" de comprobarlos sin el uso de tales artilugios.
La teoría nos permite enlazar los experimentos y concretar un algo al respecto y lo primero que debemos decir es que no tenemos pruebas de que existan los fantasmas. La lógica diría que cada uno de nosotros al morir tiene uno y que los muertos hasta hoy, que pasan de los 100 mil millones ─unas 14 veces la población mundial actual─ deberíamos tender a ver más fantasmas y no menos. Podemos afirmar que los elementos electrónicos más sensibles no captan tales entidades o que su media de captura es extremadamente baja. Con el incremento de la potencia y la capacidad en los dispositivos móviles, la captura de fantasmas debió aumentar en un 200 mil por ciento. Hecho que tampoco se registró. Si dejamos de lado las fábulas infantiles y las creencias, parece que los fantasmas quedan un poco mal parados, pero aún no diremos nada de su existencia, sólo nos atrevemos a afirmar, lo difícil que resulta captarlos, tanto que aún nadie cobra el premio de la fundación James Randi y por obvias razones nadie ha traído un ejemplar vivo para su análisis. La evidencia religiosa es bastante etérea y apoyada en la fe, por ello debe ser que los orientales ven dragones ─en ellos fueron educados─ y los occidentales brujas, los teutones trolls y los highlanders duendes.

PS: Me permití usar anaturales ya que la experiencia ha demostrado que tales seres no pueden ser filmados, grabados o entrevistados lo que genera una sospecha en su naturaleza, pero no quiero parecer inclinado en la balanza y sólo utilizo una palabra que los describa a todos.

PS 2: Existen muchos programas de fantasmas que, a la hora de la verdad, no han obtenido nada más que especulaciones y que, desde el punto de vista científico, no es más que un golazo al rating y una destrucción de las mentes infantiles que juran que si sale en televisión es porque es verdad.

PS 3: La JRFE ofrece un jugosos premio de un millón de dólares por una demostración consensuada de poderes paranormales y existencias etéreas desde 1966. Avala la SCICOP, sigue sin cobrar.