domingo, 15 de marzo de 2020

Más del virus

Nunca pensé y aún no lo pienso, que el problema del coronavirus sea tal, a no ser por el mismo pánico generado en la gente estúpida, idiota e imbécil que al acaparar el mercado y encerrarse en sus fortalezas inexpugnables, crean un efecto dominó y todo se desploma. El dólar subirá por una especie de efecto látigo porque los gringos tienen el mismo problema que los demás y no tienen fortalezas donde el virus no entra ─salve pues los laboratorios de BSL 4 con trajes hazmat de presión positiva─ así que su economía está en desplome como la nuestra por la misma razón. Los alimentos escasearán y las medicinas tendrán su primero de agosto porque estarán por las nubes, sobre todo las relacionadas con el tema tratado. Ahora todos se creen prepper y están acaparando comida para el fin del mundo y armas para defenderla. El escándalo llega a prohibir aglomeraciones de más de 50 personas, no saludarse de mano o de beso y estornudar en la coyuntura del codo, lavarse las manos veinte mil veces y aislar a todo aquel que estornude, tosa o moquee. En la calle vi ayer que vendían desinfectante antiviral y tapabocas para evitar el contagio y a muchos vi con el tal tapabocas, me sentí en un mundo loco, pero no saltó un zombie a tratar de contagiarme, pero es verdad, aún no se ha generalizado el estado de alarma y supongo irá creciendo en las próximas semanas hasta llegar a un punto máximo y luego declinar y la población restante, porque lo más se guro es que morirá un montón, no por culpa del virus sino por culpa de la ignorancia, el aislamiento, la falta de medicinas y el pánico, entenderá que la causa de las muertes fue una muy diferente a la del mismo virus y la ciencia demostrará con creces que la mortalidad fue alta por una razón diferente al mismo virus y todos se prometerán no volver a caer en tentación y al próximo virus ─que de seguro lo habrá─ recaerán en el mal para matar a miles de humanos sin más razón que el pánico y las ganas de vivir o el impulso de eros. Vendrá uno que reinterpretando las cuartetas de Nostradamus venga anunciando oficialmente que el profeta ya lo había predicho, tal suceso tendrá millones de creyentes. Vendrá otro que jurará que todo el virus fue una conspiración capitalista y de los que manejan el mundo para acabar con tanta estúpida gente y ese suceso tendrá miles de creyentes. Llegarán mil teorías de conspiración sobre como el virus mutante apareció por orden de dios para castigar a los infieles que profesan el budismo o el taoísmo o de como los científicos se encerraron en un laboratorio para mezclar a un pangolín, un murciélago y una rata para obtener al asesino en serie, y este suceso tendrá creyentes entre los que aún ven caricaturas de las chicas super poderosas, el increíble Hulk y la saga de Star wars. Yo veré al extremista religioso ─todo religioso lo es─ cubrirse de amuletos y cruces, escapularios y vírgenes, riegos y oraciones para evitar el contagio y no entenderá que dios cerró sus puertas al ruego, que en el Vaticano entendieron que dios está esperando a que se junten para exterminarlos por montones o que anda muy ocupado con otros menesteres o que se fue de vacaciones de tanto pordiosero que se arrima a los altares a pedir algo. Dios no vino y no vendrá, Alá tampoco dio signos de vida, Vishnu debió perder su pelea con Shiva, Jehová anda durmiendo una siesta, Inti sólo arroja sus rayos y Chía le observa incólume. Mueren por igual los ateos y los teístas y los segundos con mayor ridículo, aunque no dudo que los segundos culparán a los primeros de su falta de temor al dios de las escrituras, cualquiera que este sea y harán juicios sumarios para procesarlos y ofrecerlos en holocausto para que cese el exterminio. Un Abraham matará a Isaac porque el ángel que debía detener su mano nunca existió, nunca fue enviado. A cambio vendrá un ángel exterminador, un ángel vengador que no envió la plaga sólo a los hijos de los egipcios, sino a todo el pueblo hebreo y que las siete plagas vendrán completas al liberar a una sola: la muerte, el hambre, la escasez, el miedo, la proliferación de otras pestes, la sed... Igualmente, ya siento los coletazos de la tal peste que se ríe de mí y de la cual se hablará por años, ya no hay papel higiénico, ni arroz, ni gel antibacterial, ni tapabocas; ya la gente teme aglomerarse, reunirse y protestar; ya cerraron cines, colegios e iglesias porque la gente no ha podido entender que no se trata de un virus altamente mortal, que es una maldita gripa fuerte y que sus víctimas son gente con sistemas inmunes comprometidos, ancianos y niños en su mayoría, que el fin del mundo no lo anuncian y que será menos espectacular y difundido que esta plaguita de circo mediático. Igual espero que luego de que pase la moda de hablar y defenderse de un enemigo invisible, la tierra esté más liviana y ya no me impongan comparendos ambientales por pico y placa. Amén.

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