jueves, 29 de julio de 2021

Top ten

Le propuse a mi amigo Manuel Tello, gran lector y entusiasta de las letras y más como un ejercicio personal de escritura, memoria y creatividad, que se escribiera una lista de los diez mejores libros recomendables de todos los tiempos. Conociendo su delicatessen estilística y su prosa que busca acuchillar, actuaré como shinobi no mono para obtener, de buenas a primeras, varios beneficios. Entre ellos que revele esos gustos innatos por la belleza y la rebeldía y poder correr a la biblioteca a buscarlos para leerlos, confrontar una cierta relación de gustos que hemos compartido y afinar esa lista que un otro espera para iniciarse en el exótico mundo del pensamiento profano. Yo no puedo citar a Nietzsche, Vargas Vila o Camüs, sería trampa porque los 10 textos habría que atribuírselos a un único autor. También debo excluir los clásicos de los que tanto se ha hablado, los libros de misterio de Doyle, Faulkner o Christie, lo mismo que las largas monsergas ─entretenidísimas por cierto─ de García Marquez, Ruíz Zafón, Faciolince, Wallace o Martín Vigil. Eso es como cuando me hablan de música, las 10 mejores canciones que conozco habría que atribuírselas a Evaristo o a Jello. Sin importar lo que mi amigo proponga, me es imposible incluir libros de divulgación científica, así que Asimov, Sagan, Hawking y Russel quedan por fuera, al igual que las novelas históricas de B. Gil, Wouk, Clavell, Galeano y Haley. Por último dejo por fuera a Harari, sus libros en esta lista serían una trampa porque son necesarios y porque seguramente Manolo incluirá alguno de ellos. Dejemos el improperio y la moda y hablemos de pensamiento. Mi lista no puede de ninguna manera tomarse como un top ten porque su orden es completamente irrelevante todos son número uno. Citaré de primero al monstruo de Fernando Vallejo despotricando en un relato histórico sobre la iglesia y sus demonios, "La puta de Babilonia" cuya investigación debió llevarle largo tiempo y donde su prosa se yergue contra la inconciencia del cristianismo, su fanatismo y su aberrante manía de rociar los instrumentos de tortura con agua bendita. Fue definitivo porque afirma que el niño cristiano de hoy es simplemente un simio imitador. "El origen de las especies" de Darwin por ser un libro tan esclarecedor de la evolución, por ser explicado con plastilina y por poner de manifiesto que el dios creador no es más que la naturaleza evolutiva. Una revolución definitivamente, aunque haya gente que aún no acepta la competencia y la adaptación como motor de desarrollo evolutivo. Giovanni Papini me cautivó tremendamente con "Gog" haciendo burla de todos los opuestos y sugiriendo que todos al por mayor somos seres frustrados por el ambiente. Pareciera que las "Memorias de Adriano" pertenecen a un relato histórico, pero está tan lleno de lucidez y espanto que no puedo más que conjurar la mano de su autora Marguerite Yourcenar como verdadera maestra de la letra: "La masa sigue siendo ígnara, feroz cada vez que puede, en todo caso egoísta y limitada. Bien se puede apostar a que lo seguirá siendo siempre." "Olvidaba que en todo combate entre el fanatismo y el sentido común, pocas veces logra este último imponerse." "El fanático no tiene la menor idea de que pueda razonarse sobre premisas diferentes a la suya." Y, una de las que más me gusta, "He llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada. Decir que mis días están contados no tiene sentido; así fue siempre." "Un mundo feliz" de Aldous Huxley porque revela en 1932 lo que es el mundo de hoy, con enseñanzas por hipnopedia para que sepan lo que es bueno y malo y las razas que han de servir ─la gran mayoría Epsilón─ ayudados con el método Bukanowski para que el mundo pueda vivir feliz. No incluyo aquí esa gran novela de Orwell que es "1984" pero solamente porque la he tratado y, básicamente, es reflejo de la anterior, dejando aparte sus afilados entramados y porque hace mucho tiempo que el gran hermano nos vigila, como también para evitar repetir el autor, pues de él escogí "Rebelión en la granja" porque me encariñé con Benjamin, el huraño burro incrédulo. Para seguir con burros, el escritor Alfredo Iriarte nos lleva de la mano por todas las tiranías latinas o no, con Tolentino Zunzunegui Antúnez y Sardanápalos Armentero y Topete y del que retrotraigo esta frase para el ejemplo: "Hombre que piensa con libertad es un sedicioso pertinaz y con mayor razón el que lo hace de manera permanente y compulsiva... nada pues, más saludable para cualquier país que un organismo social sin imaginación ni pensamiento, ni palabras vanas... el pensamiento y el lenguaje de los pocos nacidos para mandar ¿y los otros? pues a lo suyo: callar, vegetar y obedecer." La obra de Donathien Alphonse Francois está plagada de una filosofía deliciosa, pero donde más me impacta es "Diálogo entre un sacerdote y un moribundo" que es justamente eso, la charla de un ateo fervoroso. Henry David Thoreau muestra una cara del gobierno que me atrae más que el anarquismo en "Sobre la desobediencia civil" y que resumo en dos frases totipotentes: Un hombre que tenga razón contra todos sus conciudadanos constituye ya una mayoría de uno." Y "Que todos los hombres sepan, mediante la presente, que yo, H.D.T., no deseo ser considerado como miembro de ninguna sociedad establecida a la que no me haya expresamente unido." Magnánimo, sublime... me acojo. Escogí a Marcus Orths por mi relación con la educación y esta obra es una obra para educadores que conocen muy bien el tejemaneje de la educación "La sala de profesores" y que trata del "currículo oculto" y de la represión oculta. "El nombre de la rosa" de Umberto Eco me abrumó cómo historia, pero más me dejó de la intelectualidad de un Holmes representado en Guillermo de Baskerville y en su fiel Watson que se ajusta al monje Adso de Melk. Creo yo que ya se me fue la mano, pero no puedo dejar por fuera al colombiano Santiago Gamboa cuyo texto "Los impostores" me recordó tanto al Nobel por su eficacia y gracia al redactar y hacer nudos en una obra y un bestial libro que leí en una noche de grata compañía: "El anatomista" de Federico Andahazi porque algunos descubren tierras y otros partes del cuerpo pero esa gran revelación del amor veneris vel dulcedo apeleteur no tiene comparación. Resumo. Espero contagiarles las ganas de pasar por la biblioteca o el deseo de escribir sobre sus propios top tens, que no son obligados como siempre, pero son ejercicio de escritura que no rehuyo.



PS: Propuesta que repetí al queridísimo David Alkoholemia y que a los míos sumó: Sidharta de Hess, El extranjero de Camüs, El caballero de los siete reinos de R. R. Martin, Alguno de Harari, El amor en los tiempos del cólera de García Márquez, El código D'vinci de Dan Brown, Ana Karenina de Tolstoi, Los diálogos de Platón, Pensamientos desde mi cabaña de Kamo no Chomei, Alguno de Vargas Vila y los comics de Asterix... Una aldea poblada por irreductibles galos...

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