miércoles, 1 de mayo de 2024

¿Se puede adivinar el día de la muerte?

 Mis queridos lectores se quejan a veces porque mi estilo personal, que es impersonal, les trata como a niños de parvularios, pero muchos se lo tienen bien merecido que hacen apuntes de parvulario. Dos veces ayer me encontré con personas que en su conversación interpolaron aquello de que fulanita o fulanito había predicho su muerte por que antes de estirar los guayos, las chanclas o los alpargates ─seguramente las ojotas─ juró que era el último diciembre que pasaba o que era la última sopita que les servía o que, de esta semana no pasaba y que "preciso" a los días murió. Yo si los miré de reojo y hasta un poquito: "no me crea tan pendejo" y seguramente también dije: "nadie puede predecir su deceso" pero ellos no se dan por aludidos nunca, son bebés regando tonteras a diestra y siniestra y, es cliché, pero no sé qué ganan con ello. ¿Puede usted creer en que las personas comunes y mortales pueden adivinar o estar enterados del día de su muerte? Seguramente en los comentarios me van a dejar chorrocientos mil ejemplos documentados de personas que fueron capaces de predecir su muerte con una certeza de más o menos dos días a tres meses. Volvamos al tema para que no se quede esta situación incómoda de decir cosas sin sustento aparente. Pongamos por caso racional que la tía Martha dijo que se iba a morir y se murió. Usemos la definición de probabilidad de Laplace: lo dijo una vez y se murió una vez lo que implica 1/1 lo que da 1. ¿Algo no va bien cierto? ¿Cuántas veces dijo la tía Martha que se iba a morir y con que antelación? Hasta el final del mundo ha sido planeado más veces, en 1999, en 2000, en 2001, en 2012 y supongo, sin muchos datos ni buscar historias, que en el año 1000, eso ya da 0/5 que da 0. ¿Se va a acabar el mundo? Obvio sí, pero el año que se acabe no se puede adivinar con precisión aunque a la velocidad que lo estamos acabando ha de ser muy pronto. He de suponer que de los biógrafos aceptados de la tía Martha alguno tiene la relación completa de sus ataques de hipocondriasis y por eso le podemos creer a pies juntillos que tuvo un acierto con precisión y los demás no fueron tan acertados o que es verdad que le pegó al gordo de la lotería en su primer intento. Hay que ser ingenuo y desconocer la humanidad tan fetichista y tan rezandera y tan creyente para creerse tamañas burradas. No se puede predecir el día de la muerte, lo que vemos es una intensificación de un recuerdo causado por un trauma y el dichoso reseteo de la memoria para no recordar que la tía Martha se moría 4 veces al año, con lo que la probabilidad anual de la muerte de la tía Martha apenas llegaba a 0 y se volvió una certeza el año de su muerte que es el que recordamos con dolor por las sopitas y los regalos navideños de la tía Martha. Así no funciona la ley probabilística, toca sumar las veces que dijo morirse durante toda su vida y luego aceptar que el numerador, por más que se quiera sólo puede ser uno, que nadie, en casos naturales se muere más de una vez. El dividendo aumenta por un orden lineal, lo que lleva a la fracción probabilística a ser cercana a cero. Digamos que apenas lo dijo unas diez veces. P sería igual a 0,1. Bajo para estar diciendo que la tía Martha tenía poderes sobrenaturales o visiones pitonísticas más allá de las que han sido comprobadas en el ser humano de a pie ─que si me perdonan los guiones es cero─. ¿Lo dijo 10 veces? Créanme que no, muchísimas más. Falta que recurran a decir que también deshizo sus pasos y llamó por teléfono después de muerta.

PS: Ocúrrese el caso de que Juan Andrés dijo que se iba a morir y dejó de tomarse la droga que le mantenía con vida. Ese caso sui generis no cuenta, ni cualquiera que se le parezca o que aparezca en el Manual del suicida.

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