Yo tengo un sistema para insultar que es muy vago. Si la persona a quien va dirigida la afrenta no posee un mínimo de cerebro, se queda sin comprenderlo, es decir, mis insultos sólo son aptos para personas de IQ promedio, nunca por debajo de 85. No trato de ofender con nombres propios porque eso es muy ofensivo y muy simple. Podría hacer una lista de las personas que odio y de las instituciones que me molestan y de los cantantes que desprecio y de las bandas que considero terriblemente malas y de los aspectos cotidianos que son farsas. Pero hacerlo con nombre propio es darle demasiado valor al sujeto o situación "n" que resulta insignificante. Mi rabia es general y sé que en muchos casos es mutua. El que quiera leerme a mí, debe sentarse a pensar y alguna que otra vez deberá visitar el diccionario para no verse obliterado de mis insermos. Si hiciera aquella lista de la que hablé, no me quedaría tiempo en la vida para más que "hacer la lista" y para eso están las bases de datos. Si un par de empresas del estado me pasan sus archivos de clientes, me basta para copiarlas y pegarlas, pero eso no es divertido. Tampoco me parece divertido poner herméticamente el insulto sin que nadie pueda acceder a él. La ofensa y el insulto y el desgano deben verse a flor de piel, pero como dije no para el imberbe zascandil, ni para el lamezuelas que se aferra al ídolo que se le escapa, clausurando su alma en una foto. No. Odio a la policía en general y me aferro a la frase de Radikal Hardcore "madero bueno, madero muerto". No me gustan la gran mayoría de las bandas que han creado la atmósfera de que ese nivel es para súper estrellas. Nada más falso. Todo profesor enseña la doctrina del control, ninguno se salva. Todos enseñan a obedecer y a enseñar a obedecer. No hay un solo partido político que sirva para alguna la maldita cosa, el truco de ellos consiste en hacer pensar a los súbditos que pueden escoger y contentarlos con que el poder ha sido escogido por voto popular. Falso. Hoy resulta que las pruebas de venta y compra de votos son risibles, pero esa venta y esa compra fueron reales. ¿Sin pruebas? No debe ser difícil hallarlas, pero ¿quien mete a 10 millones de conciudadanos a la cárcel? Aquí el problema es de infraestructura. Pero seguro, como dijo Salom Becerra: votaron vivos, bobos, muertos, menores de edad y ancianos en la suma senectus senium que ni se enteraron porque otro los llevó. Las instituciones, de las que se dice hacen tanto bien: La policía y la guardia de tránsito. Son esbirros implacables que hacen dinero para ellos y sus amigos del poder, imponiendo por defecto al pueblo la tasa de usura correspondiente y aplicando normas ridículas sin base social: casco, chaleco, placa, soat, técnico mecánico y la "ley mordaza" colombiana que es el código de policía nacional: "aquí está la policía nacio-mal". Ninguna empresa en el país busca el beneficio de los más olvidados y afectados. Todas buscan plusvalía y ganancias haciendo lo menos posible. A un experto en medicina le importa un pepino si te alivias. Le importa cobrar el sueldo, aunque para ello haya que echarle tierra a algunos asuntos. Ninguna corporación deportiva está ahí por el deporte ¿quieren destapar ollas de corrupción y nepotismo? La FIFA, la AFA, la FCF, la NFF... Las EPS no buscan el bien de sus afiliados, no, buscan el bien de sus propietarios, aunque en ello vaya la vida de unos cuantos contribuyentes. Los dueños de empresas no necesitan el bienestar de sus trabajadores, necesitan su fuerza productiva y en ello se les va el alma. Procuran mantenerte dopado con pequeñas prebendas para que no sepas cuanto te han esquilmado. El vendedor de barrio, el de la legumbrería, el de la zapatería y el de la ropa, no buscan que quedes contento con lo que llevas, sino quedar contentos ellos con sus pírricas comisiones: "le queda bien señor" "No encontrará nada mejor" "ese verde fosforescente le luce bastante bien señorita" "Claro que son originales" "por ser a usted se lo dejo en tanto" "esa yuca esta fresquita" "mejor tomate no encuentra" "Es el último que me queda"... Me aburre el maldito que me interrumpe en la mesa de la calle para venderme chocolatinas, confites, chicles, alfajores argentinos, perros venezolanos, o recitarme su pobreza y su desazón, su necesidad de dinero para el bus o para cambiar de droga... No dudo que la necesidad en el país es grande... No dudo que sean ciertas las acechanzas, pero, lo que no soporto es que no respetan tu conversación, tu charla, a tus amigos, a la chica que quieres seducir, tu concentración en una tarea o en un libro y a veces ni hasta tu sueño. Esa puede ser una de las razones que no me hace apto para vivir en sociedad. No soporto la mendicidad, ni aún siendo necesaria. Ahora déjenme hablar de las multinacionales: seguro solo quieren el bien de la patria y respetar derechos y evitar la deforestación y las minas al aire libre y que el agua permanezca potable... claro sigan con ese manto en misa. A ninguno de esos malditos les importa un pepino lo que pase con la naturaleza mientras sus arcas estén llenándose. No les importa ni a los nacionales ni a los connacionales que devastan la selva para sembrar droga y arrojan al agua los desperdicios de la producción: éter, mercurio, gasolina... que importa que el mundo se acabe si tengo mucho dinero. De los foráneos, seguro que tampoco sirven para nada, pero, si me importan un ápice los de acá. ¿Qué podrían importarme los de más allá? Suficiente ilustración.
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