Tanto se quejan los fanáticos religiosos y los fanáticos de nada contra el mundo actual y sus contradicciones, que se me ocurre pensar en un mundo donde las verdades dependan de las creencias y que sus leyes no existan ni estén fijas en el tiempo. Tal vez a simple vista -perdón a simple lectura- no es fácil entenderlo, pero imagínense un mundo donde la geografía no respete las leyes y cada día, no, cada instante infinitesimal, las montañas se replieguen y aparezcan como por encanto y sin bases, no bajo las placas tectónicas y sobre los volcanes, sino en cualquier lado, así, por fe. Imagínense un mundo donde no sepamos lo que va a nacer porque la herencia no es funcional ni matemática e igual podríamos fecundar un pajarito o dar a luz por huevos o dejando caer una uña en tierra fértil. Un mundo donde después de uno no sigue el dos sino un cuadrado aleatorio cada vez que contamos. En ese mundo no podríamos saber la hora, ni cuantos brazos tenemos, no sabríamos cuanto dormimos ni cuando será de día. Ninguna emisora o canal podría transmitir en un ancho de banda porque las ondas también serían extrañas y no se portarían como debieran: unas veces matarían y otras acariciarían, pero el mundo hertziano ya no tendría nombre, al no poder descubrir nada sobre ellas, nada podríamos hacer con ellas. Ese mundo no tendría idiomas o serían burdos y sin presentación pues al no ajustarse a una norma sería imposible determinar que sonido hacen o que representan. Ninguna cosa estaría estable porque la fuerza gravitacional no sería tal y no cumpliría con la multiplicación de las masas sobre la distancia al cuadrado, así que, al azar completamente, unos brincarían decenas de metros en un paso y otros casi no podrían moverse y otros volarían literalmente y no siempre los mismos ni el mismo tiempo, cualquier competencia sobre la tierra sería completamente ridícula y tampoco podríamos clasificar a los animales por voladores o marítimos o de aire y mar al tiempo. Todo intento taxonómico fallaría temprano. La química habría desaparecido para siempre, la ley de las proporciones definidas no tendría valor y la de conservación de las masas tampoco, nunca podríamos ni siquiera desarrollar la alquimia por que toda constante en este mundo imaginado habría desaparecido y sería gobernado por el más azaroso azar. Los fantasmas no necesitarían explicación aunque fuesen raros, la materia se volatilizaría en cualquier momento dando paso a la nada o a otras apariciones aberrantes; ninguna forma estaría prohibida porque la evolución no tendría efecto y por tal podríamos nacer con alas y brazos, con solo pies, con extremidades de pez o con dientes de tiburón o sin espina dorsal, con pelo o plumas o escamas o con todo a la vez. No existe un sólo ápice de continuidad en este mundo. La tierra no gira alrededor del sol, ni palpita, ni gira sobre si misma, las leyes de Keplero le son absurdas y abstractas y el universo todo es un caos de movimientos incomprensibles, apariciones y desapariciones, reducciones de masa y choques impredecibles por no saber que trayectoria perfilan. Pensaríamos que se cumplen las leyes de incertidumbre de Heisemberg y podríamos saber donde están pero no su velocidad o que conociendo la velocidad desconoceríamos su variable posición, pero no es así, en este mundo nada sabríamos de las partículas ni de los seres que la habitan. Están y no están y no saben donde ni cómo y menos porqué. Tan podríamos estar hechos de carbono como de silicio o molibdeno, ya no importaría los electrones, ni la capa exterior, ni los enlaces. Un mundo caótico no desarrolla el caos, lo envuelve y salta de la normalidad a la anormalidad con rapidez increíble y sin detenerse o mostrar un patrón pero ¿qué sería lo "normal" en este mundo? En este mundo no se cumplirían las leyes de la termodinámica y así no sabríamos cuando entra o sale energía de un sistema y si dejáramos una taza de café en la mesa no sabríamos si se enfrió o se calentó. No actuarían las leyes de Newton y los cadáveres no se enfriarían simplemente, sino que a veces se evaporarían y otras veces ni se morirían. La fuerza aplicada no podría medirse y la inercia no sería una constante observable, a veces se ve y otras veces no se ve. Señores, acabamos de llegar al confín religioso. Acá todo sucede por azar divino y sin causas o consecuencias, "por midiosito". No hay necesidad de explicar en esta tierra fantasmas, duendes y espantos, ni tan siquiera la vida o los extraterrestres. ¿Para que querer explicar la evolución o con que bases? ¿Qué podemos decir de la evolución? ¿En que podríamos interesarnos en un mundo caótico, donde la matemática no es predecible? La tierra del milagro está pintada y espero que algunos vean como yo, la necesidad inapreciable de tal exactitud.
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