Cuando habló de evolución me pongo muy parco y trato de que mi discurso tenga coherencia y de que no se entrometan mis tendencias y deseos en el camino, pero cuando habló en mi nombre, en este recinto donde nadie lava mis culpas, ni recibo el salario del diarismo y me importa un traste el que me halaguen o desprecien, no puedo evitar apasionarme y declarar a todos idiotas sublimes. Este mismo tema acabo de sopesarlo evolutivamente y las conclusiones no son bárbaras, son normalitas: defendemos nuestro territorio porque es el que nos alimenta y lo defendemos de otros que no consideramos del nuestro y porque en él ya tenemos un estatus, que sería difícil conservar si permitimos otros estatus y, además, porque estamos defendiendo la posibilidad de procreación y a nuestras ─que son nuestras─ hembras. En ese camino defendemos lo que comemos, lo que pensamos en colectivo y lo que celebramos o en lo que creemos, de nuevo, colectivamente. Nada raro es ver a los estudiantes de una universidad interina enojados porque se les da más puestos a estudiantes de la costa o a grupos étnicos, aunque el examen sea por méritos; y no están lejos los trabajadores ─incluso los sexuales─ intimidados porque los venezolanos cobran menos y trabajan más y están "dañando el parche". Acá se nos crió con orgullo de ser antioqueños y montañeros sin importar el pueblo y, como vivimos rodeados de montañas, nos creemos únicos y se nos hace raro el extranjero que pisa tierras de "paz y esperanza". Eso sí, en cada casa no falta el altar a la "virgen bendita" ─10.000 de las 11.000 advocaciones de la virgen fueron inventadas en Antioquia─ y al divino niño y al "sagrado corazón de Jesús" amén de unos cuantos santos a los que se les reza periódicamente para que alivie enfermedades, ayude con la carga alimenticia o se dedique a la cosecha para que dé frutos. En cada casa, después de la canonización de la beata, tampoco falta un cuadro y una escarapela de la madre Laura, santa y pura ─ni del padre Marianito de Yarumal─ aunque en Jericó me encontré con unos punkeros que me dijeron "cual madre Laura esa era una malparida". En los colegios nos enseñan que son paisas: Gregrorio Gutierrez González, Baldomero Sanín Cano y Tomás Carrasquilla, Félix Restrepo, Luis López de Mesa, Porfirio Barba Jacob y León de Greiff. De Manuel Mejía Vallejo nos dicen que es un ateo, "apátrida hijueputa" que ni paisa debe ser. Andrés Caicedo, José María Vargas Vila y José Asunción Silva no cuentan porque, o se suicidaron haciéndose enemigos de la religión, de la patria o no profesaban la santa alcurnia paisa. Porque eso si, Colombia sin la raza paisa ─que por cierto no existe─ no vale la pena. De los próceres, siempre nos dijeron que los más fuertes y valientes fueron los paisas Francisco Antonio Zea, Atanasio Girardot, Juan del Corral y José María Córdoba y con el nacimiento de los dos Antonios, Nariño y Ricaurte, algunos han hasta decidido adoptar a Villa de Leyva como territorio paisa. y juran que la Salavarrieta es un hecho aislado e inspirado por paisas. Por siglos se nos ha enseñado que "un paisa no se vara" que somos graciosos y que al lado de cualquier otro indígena colonial somos la octava maravilla, que no hay ningún sitio del mundo donde no repunte un paisa y que la inventiva y el negocio andan de la mano con todo bienaventurado nacido en las zonas paisas, que ni demasiado boreal, ni en demasía austral: Antioquia, caldas, Risaralda y Quindio. Que el paisa es hablador, mentiroso, dicharachero, bebedor y mujeriego y otras verdades más ofensivas: que es abusador, que siempre quiere las de ganar en los negocios, que no pierde nunca, que no respeta mujeres ajenas ni propias, que es vivo y avivato y recientemente que le encanta la marihuana. Tenemos un "testamento paisa" y hasta un "diccionario paisa" y se nos considera el súmmum de las exageraciones y me llamó la atención esta: "un paisa es tan verraco que nace en cualquier parte" que le escuché a una sobrina barranquillera. ¿Me callo? ni por nada. Yo, desde que me acuerdo he tratado de no ser paisa y de no pertenecer al bulto. No me enorgullece para nada estar entre montañas y montañeros ─me gustan las montañas, pero no me las como ni vivo de ellas─ que presumen de ser mejores que otros montañeros; nunca he podido hacer un negocio donde salga ganando y jamás he sido bueno para contar chistes o hacerme el gracioso, a más que no cargo escapularios colgados del espejo del carro porque ni carro tengo y altares o santuarios ─ni a la familia porque ni fotos tengo de ellos enmarcadas─ aparecen en mis aposentos o lugar de vivienda. La conclusión es pues, que yo, habiendo nacido en la zona del confort ─eso según los paisas, que según cada región, cada una es única e irrepetible─ no me siento, ni por chiste, orgulloso de mi nacionalidad paisa, ni colombiana, ni americana, ni terráquea, ni sistemasolariana, ni brazoarguiana, ni universal.
PS: Recuerdo haber llegado a zonas muy alejadas del país como el amazonas o Isla fuerte o en fin y apenas se oía una versión del acento de mis camaradas o mía, recibíamos la infamante o difamante si quieren, señal inconfundible de los golpecitos en la cabeza después del admirativo ¡paisas!
PS 2: Puede dolerle a muchos, pero esta página es como un horóscopo, describe a mucho más de la mitad de la población humana, que no sólo se cree única, sino que no pierden negocio, beben y fuman como prostitutas presas y sacan pecho por haber nacido en Tamalameque o en Tangamandapio y ese es el tan célebre orgullo paisa: el orgullo de cualquiera por haber nacido en cualquier parte.
PS: Recuerdo haber llegado a zonas muy alejadas del país como el amazonas o Isla fuerte o en fin y apenas se oía una versión del acento de mis camaradas o mía, recibíamos la infamante o difamante si quieren, señal inconfundible de los golpecitos en la cabeza después del admirativo ¡paisas!
PS 2: Puede dolerle a muchos, pero esta página es como un horóscopo, describe a mucho más de la mitad de la población humana, que no sólo se cree única, sino que no pierden negocio, beben y fuman como prostitutas presas y sacan pecho por haber nacido en Tamalameque o en Tangamandapio y ese es el tan célebre orgullo paisa: el orgullo de cualquiera por haber nacido en cualquier parte.
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