miércoles, 7 de agosto de 2019

No credo

Cada un cierto tiempo me despierto con la necesidad de decir cosas en las que no creo o cosas en las que creo y a veces me asusta rebajarme al ras con los humildes creyentes téicos, pero esta mañana precisamente en algún estado de vigilia o en todos, cada vez que me despertaba o me reacomodaba, escuchaba como mi mente cuchicheaba consigo misma, y repetía: no creo en dioses o santos; no creo en la olla al final del arco iris; no creo en fantasmas ni apariciones; no creo en seres etéreos que no cumplan las leyes de la física, no creo en el papá Noel, ni en San Nicolás, ni en la venida de un dios a la tierra; no creo en arrojar sal por encima del hombro o en un gato negro que se cruza en mi camino; no creo en predicciones de tipo esotérico, astral o mágico, ni en nada que pueda parecerse al tarot, quiromancia, auras o signos zodiacales. Con mi ciencia puedo calcular exactamente la influencia de la luna sobre mi masa y para tal sólo requiero unos minutos con lápiz y papel y el algoritmo para el cálculo gravitacional. No creo en cruces o anticruces, ni ningún tipo de amuleto, escapulario o pata de conejo. Dudo sistemáticamente de todo lo que se me dice sin bases o a manera de chisme. Lo primero que pienso al oír hablar al otro es cual es su punto de ciencia y como casi siempre encuentro cristianos confirmados, no me queda más que despreciar y desconfiar de cualesquier cosa que digan. Quien cree en seres omnipotentes y omniscientes, por fuerza, está muy lejos de la ciencia ─aprovecho para citar la frase de Lex Luthor: "Si dios es omnipotente entonces no es del todo bueno, si dios es bueno entonces no es omnipotente" con el ánimo solo de exaltar paradojas─ y resguardado en un lugar donde sólo se permite la teosofía. Es claro para mí que la ciencia excluye inmediatamente la religión y que, casos desbordados, donde creyentes apoyan la física y dan una física de dios y logran descubrimientos y hacen hallazgos son posibles. Sabido es que hasta un reloj roto acierta dos veces la hora al día. Existe quien dice que ambas teorías no son irreconciliables y yo no acepto que un cretino que jura la existencia de manos divinas en el Big Bang me enseñe física de partículas o que un zoquete que se persigna cada que ve un problema matemático, trate de enseñarme las maravillas de la derivada o que aquel que carga escapulario y tiene horario de visitas eclesiásticas me enseñe filosofía. No creo en la justicia divina ni en la justicia de los hombres, peor emético que las constituciones y los derechos erigidos por el hombre para el hombre y para mantener limpia su conciencia no he conocido. No creo en las medicinas milagrosas que curan la diabetes y el dolor de espalda, en las que reparan los cartílagos de las rodillas y devuelven vitalidad a un corazón dañado y destapan las arterias. En las milagrosas cremas rejuvenecedoras ni en la fuente de la eterna juventud. No creo en las promesas de ningún político, ni aún en las de un dirigente de cualquier cosa, pues su finalidad siempre es hacer proselitismo, ni los amigos prometen algo que puedan cumplir. No creo en conjuros, ni encantamientos, ni muñecos vudú, ni en rezos sofisticados y crípticos para atraer el amor, la buena vibra y las energías o el amor perdido. Ya tengo claro que la energía es la capacidad de producir trabajo. No creo en los enterramientos, ni en el mal de ojo, ni en que dios en su infinita sapiencia y compasión quiere destruir a sus enemigos y a los enemigos de la fe ─siempre ha sabido donde estoy─ dudo que a su servidor, que uso el libre albedrío para retirarme de él y de sus súbditos. No cruzo los dedos, paso bajo las escaleras, riego sal de aposta, me levanto con el pie izquierdo, no toco madera, no creo en el significado de los sueños más allá de miedos o deseos, no me inquieto por el número trece en ninguna parte y un anticristo no representa para mí absolutamente nada, al igual que la cruz, el símbolo del ying y el yang o el omkara y la estrella de seis puntas e incluso, tampoco creo en una a encerrada en un círculo, todas son supersticiones vanas, banalidades sin remedio para gente completamente inculta, estúpida y vacía de ciencia.

PS: No quiere decir que todo ateo fervoroso sea una pléyade de conocimiento y una roca de sabiduría. La mayoría de los ateos también son un montón de imbéciles creyentes, pues su ateísmo no esta basado en ciencia sino en enseñanza.

PS 2: Dice el amigo Harari que todas esas patrañas de derechos fueron erigidas porque el vasallo es un peleador menos fiero que el ciudadano, es decir, que se pelea mejor por la patria, la religión y la igualdad de derechos que por el rey.

PS 3: Yo comprendo si alguien dice que es anacoreta o lábil y también comprendo si dice que es laico, morón, hincha del nacional, anarquista, demócrata o cristiano y sin lugar a dudas  reconozco la facilidad de no tener que explicar la filosofía o la creencia o que baste con mencionarla y estoy casi seguro que un cristiano no conoce su religión, un fanático no sabe porque sigue a Moretz y a un ideologo no le interesa lo que profesa su ideología. No dudo que el padre de una comunidad sepa la biblia, pero hay tan pocos que saben porque dice INRI en la cruz y qué traduce y que en tal cruz nunca dijo tal cosa, si es que hubo cruz y si es que hubo aviso latino sobre ella y hay tan pocos que saben lo que es ser demócrata o republicano, liberal o conservador, realista o patriota, güelfo o gibelino...

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