Refiriéndome al libro "Carta a un niño que nunca nació" de Oriana Fallacci y al que temí por años por pensar que se trataba de una apología al embarazo y a la gestación de masas en crecimiento en el interior de seres femeninos y con la cual no estoy de acuerdo, como cualquiera puede estar de acuerdo, y del que pensé por su título trataba de lo difícil que resultaba abortar. Pues señores, qué equivocado andaba, el libro no es una maravilla porque nos muestra el histerismo de una mujer al conocer su estado de gravidez o acaso al intuirlo, un pensamiento que bulle entre estar dando vida y negándola, en amenazas al embrión y en charlas banales que pueden hacer parecer a cualquier esquizofrénico como un desocupado. Trata el texto de histerismo o de una personalidad múltiple. Dado el caso creo que es la toma de decisiones lo que afronta esta chica en su juventud, seguramente si supiera que habría de dejarnos esa joya que es "Entrevista con la historia" no lo habría dudado tanto a la hora de dar por terminado el embarazo. Confirma su ateísmo y su deseo de no ser tratada como objeto, afirma desconocer el amor y al mundo le llama hormiguero para después arrepentirse y jurar que estaba en un estado de locura, se debate entre una promisoria carrera periodística y el papel de ama y señora, testifica duras pruebas del embarazo, cambios físicos y psicológicos, amalgamas de tiranía y tirano y no encuentro raro que siendo tan ambigua en la escritura de este texto, los curas y moralistas de la época ─corren los setentas─ lo propusieran como lectura y ejemplo para dar cuenta de embarazos y gestaciones. En el libro hay tantas posturas para pensar en el aborto como posturas para no pensar en él. La amiga y el padre proponen terminarlo y ella también lo piensa al enfrentar esa carrera que se le presentaba promisoria y sus incalculables movimientos y viajes. El doctor y la iglesia le prohíben el "asesinato". La antropología y la ciencia la animan a abortar y le explica cada una sus razones. Ella decide que el feto es un tirano que le chupa la vida y lo deja a su albedrío, cosa bien ridícula que le encargue al feto que se cuide por su cuenta pues ella va a continuar con su carrera de reportería y, gracias a eso o a otras cosas el feto deja de crecer y se le declara muerto. El juicio de los hombres queda en un sueño donde el doctor primero le declara asesina, la segunda doctora mujer la absuelve, el padre del fallecido la condena y la amiga que la incentivaba a abortar la absuelve. Los padres opinan que nadie puede juzgar a su hija y por caso de empate el feto toma la palabra y declara suicidio, absolviendo a la madre. ¿Es una defensa del aborto? Están las exposiciones doctas de los biólogos y los antropólogos, la cegata visión de la iglesia y de la medicina, el amor de madre primeriza que no creyendo en dioses se apega a intuiciones y en recortes de una revista donde cree ver a su hijo aunque parezca un gusano o un pollo mal desarrollado. Están sus ataques de ira y la detallada descripción de cómo un ser convertido en dos, chupa la vida de ambos, cómo le hace sentir punzadas y dolores extremos, incluso el mapa psicológico de dominador y dominado, de opresor y oprimido, aunque por lejos estuvo de la realidad de la maternidad, los gases, la deformación, los mordiscos, la incomodidad, el deseo, la humillación... no es mi caso hoy. Por lo mismo no es una apología del aborto, pero al exponer tanto las visiones cerradas como las científicas, deja libre el lugar de la opinión, en el que los seres humanos convencionales sólo podrán ver la opción: gestar y procrear. Fue una mujer valiente para editar el texto en los 70's en este hormiguero que aunque poco ha cambiado, hoy tiene salvedades en cuanto al aborto y hasta hay países que lo han autorizado, como si sobre nuestro cuerpo gobernara alguien, como si fuera un bien común... En fin, creo que el texto por sí solo no puede empeñarse en una única opción, sobre todo cuando ella como auto castigo mantiene el feto en el cuerpo hasta casi morir de septicemia, que es lo que intuyo, en aquella época recalcaban curas, monjas y profesores frente al aborto. Hoy podemos leerlo con una visión más amplia como la pugna de una intelectual feminista contra los males del machismo y la gestación. Es definitivo, no hay igualdad y por ello, que sea una amujer la que se atreva a publicar la carta que le escribió a una masa de células y nos describa sus náuseas y sus sensaciones, no tiene precio. Es una lástima el uso que le dieron al texto en esa época, época de los apocados del verbo y de los que se apropiaron para interpretarlo a sus anchas e intimidar a las castas con cárcel y ausencia de cielo e incluso con auto castigos o con juicios dictados por el hombre en contra de la individualidad. Lástima que olvidó Fallaci, que es engañoso en italiano que "no arrepentirse de nada es el principio de toda ciencia" y que en el libro muestra la debilidad de muchas mujeres, dejar las decisiones a los pétalos de una flor: lo tengo, no lo tengo, lo tengo un poquito...
PS: No recuerdo el autor de la frase en comillas... mea culpa, mea culpa, mea culpa.
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