sábado, 8 de octubre de 2022

Esmerada atención

 Yo sé de que quiero hablar. Quiero hablar de la atención, desde el punto de vista de quien la recibe, de quien recibe la atención por supuesto. En general el que brinda atención sin necesidad es un lambiscón y un turiferario y un lameculos. De esos hay miles, empezando por los periodistas de farándula y terminando por los borrachines de barrio. La situación que me lleva al papel es la de la relación cliente-propietario o cliente-despachador. En el área de los servicios, es claro que si llego a un restaurante, tienda, caspete, corrientazo, paradero, hotel, motel, hostal, chaza, picadero, quiosco... quiero ser atendido y quiero ser atendido bien. La contrapropuesta es que si hay mala atención, se pierda el cliente o la venta y se le suma la reputación del lugar, local o propietario. Al propietario de un negocio le interesa vender, tener calidad y obtener más clientes y una de las maneras de lograrlo incluye la atención al cliente, parece muy obvio que sólo quienes no se interesan en las ganancias porque sus negocios sean fachada de lavado de dinero, atiendan pésimo. He conocido lugares con precios exorbitantes, con sillas incómodas y con productos que se adquieren en muchos lugares, pero la atención personalizada y pronta, mantenía ese local lleno en comparación con otros del mismo corte. Casi lo dije, la atención empieza por no hacer esperar al cliente, atención inmediata o, si se está ocupado darle a entender el tiempo que le tomará a otro atenderlo u ofrecerle un aperitivo, tinto, té o agua mientras espera. En red supongo que pasa lo mismo. Si no estoy atento al cliente y le respondo al acto, tiendo a ser desconsiderado y desatento, lo que no es buena señal. La pulcritud es una manera de llamar clientes o por lo menos de amansarlos y tal pulcritud no es barrer por el medio, sino mantener todo aseado, limpio y sin bichos, entrenando a los despachadores para que tengan un idioma corporal adecuado y una limpieza de uniformes y en general de presentación, cabello recogido, maneras adecuadas: señor, caballero, señora, señorita... buenos días, buenas tardes, a sus órdenes, qué disfrute, qué vuelva pronto... y que si están enfermos !no vayan a trabajar¡ Terrible un tipo con los ojos inyectados en sangre, la nariz roja y acuosa y moqueando mientras te presenta el menú. El despachador, debe conocer lo que vende y claro, alabarlo y saber de qué habla. Yo he estado en sitios donde cada pregunta al mesero, toca esperar a que vuelva con la respuesta porque no sabe lo que vende: ¿De que es la sopa? espéreme yo pregunto. ¿es tamal tolimense? Déjeme pregunto. ¿Qué vale el menú del día? Ya le averiguo. ¿Qué toca el caballero solista? El violín. Un lugar aseado y con buen olor, son excelente carta de presentación; unos despachadores uniformados, limpios y que sepan poner las manos atrás o realizar las señales de sumisión, al igual que sean amables y no utilicen lenguaje vulgar ni de barrio; qué no olviden que el cliente siempre tiene la razón y aunque no la tenga se la damos: No es hora de almuerzo pero ya le arreglo lo que guste, viene en paquetes de doce pero yo le consigo catorce o le vendo diez. No tengo esa salsa pero ya la hago. No vendemos papitas a la francesa pero ya le traigo de la esquina. No vendemos gaseosa pero se le consigue la que guste. No tenemos light pero no hay problema en obtenerla... siempre dentro de la medida de lo posible. Pero el mayor problema del vendedor siempre será el despreciar el tiempo del comprador. La respuesta de un negocio debe ser inmediata y firme, con compromiso y disposición de estar informando sobre el producto y de brindar la mejor atención. Quien no disponga de tiempo y deseo de atención, desista de querer ganarse la vida con la venta de servicios.

PS: No diré el nombre del bar, pero una cerveza valía el doble que en otros sitios, era pequeño, incómodo y caliente, pero un par de buenos extractores ventiladores, una buena carta de limpieza, un menú simple y una atención de primera: mesero pasando cada 10 minutos a ofrecer hielo y pasabocas, música al gusto que al pedirla sonaba en un dos por tres,  tratamiento de dama y caballero, gestos apropiados y delicadeza, le dieron buenas ganancias hasta que lo tomó otro propietario. 

PS 2: Yo me siento en un lugar que vea limpio, aseado y pulcro. Cuento tres minutos, si no me han atendido me voy y nunca más vuelvo. Si veo suciedad en las mesas o en los cubiertos o en la cocina, si puede verse, no me quedo y menos si veo cucarachas rondando o moscas. Al despachador no le miro mucho, pero una buena presentación con cabello recogido ─por si los pelos─ y un traje limpio me basta, pero a veces tienen uniforme y se les ve el manchero y se limpian los mocos con la manga o se mantienen con el dedo en las fosas nasales.

PS 3: Ese parlache vulgar no falta: "Cucho ¿qué va a comer?" "tan linda mamacita ¿desea algo o le sirvo al gusto?" "!Perdete de aquí gonorrea¡ no es con uste señor, es que ese hijueputa sólo viene a pedir"...

PS 4: A veces llego a las 11:00 a un sitio y pido desayuno y me responden: "A esta hora sólo se sirven almuerzos" o véndame cuatro unidades de ese producto y me responden que "sólo se vende por paquetes." si pido la cantidad de unidades del paquete no dejan la perorata. Una vez quise comprar una caja de bolsitas de café y la despachadora me dijo: "Sólo vendemos por unidad". Deme entonces las 48 unidades que trae el paquete y ni así me vendió. Hay gente tonta y gente estúpida definitivamente. 

PS 5: Esa es una de las razones por las que no tengo negocios, soy malísimo para darle la razón al cliente y la lambisconería no cuadra conmigo y por de pronto no vendo ningún producto, ni mis discos, ni mis armas, ni mis libros, ni mis enseres de segunda...

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