domingo, 2 de octubre de 2022

La verdad detras de la historia

 ¿Existe alguna manera de conocer lo que realmente pasó en la historia? Ya es de todos sabido que la historia la escriben los vencedores y la escriben grandilocuentemente, aunque los hechos sean diferentes a la realidad. Seguramente desde la perspectiva de una victoria alemana en la segunda guerra mundial, la invasión a Polonia sería la reconquista de territorio teutón y la explosión del reactor de Chernobil, si la extinta unión soviética no se hubiera desmembrado y hubiera dado paso a la adaptación mundial del comunismo, hubiese sido completamente borrada de la historia como el error humano que fue y como en un principio la misma URSS trató de ocultar. No existe más que una historia oficial de las cosas y para asegurarnos de ella no nos queda más remedio que la investigación exhaustiva de un hecho para poder generar una historia promedio y aunque en la búsqueda de esa historia promedio también se mezclen nuestros deseos y emociones. Mi antiyanquismo me empuja a pensar que la pérdida de Panamá fue un robo, pero seguramente en la historia americana aparece como un triunfo de la ingeniería y el alcance norteamericano. Dudo que en EEUU se enseñe que el país más poderosos es un aventajado que ha robado territorios, invadido países y sobornado conciencias; controlado puertos, instalado alianzas, comprado honores y subvencionado guerrillas y golpes de estado. Esa parte de la historia debe ser leída entre líneas y cada parte ─cada país, cada historiador y cada forma de gobierno─ tiene su versión de ella. ¿Cómo pues, sabremos la verdad? No existe una manera correcta de conocer la historia, pero la verdad está clara cuando ha sido sometida al método científico de Renato Descartes: planteamos una hipótesis, practicamos unas observaciones, sometemos esas observaciones a pruebas estadísticas válidas y con ellas realizamos unas teorías básicas. La historia no pasa las pruebas del método científico porque ni siquiera nuestra conciencia es válida frente al recuerdo. Para mí, anoche hubo una docena de pleitos callejeros que no supe en que terminaron y no me atrevo a dar mi versión de los hechos. Seguramente David y Mauricio tengan una idea distinta de lo que ocurrió y las dos gentiles damas July y Camila, tengan una apreciación opuesta de los hechos... ¿A que preocuparse? anoche no estábamos haciendo historia y los recuerdos se disiparán en nuestra memoria sin más consecuencia que el olvido. Ningún libro de historia citará la noche "Es cultura" como una noche memorable. Nuestras impresiones pueden ser diferentes y nuestra fe podría desvanecerse de no ser porque entendemos lo estúpido aquello de que "Conocer la historia para no repetirla" es funcional. La historia se repite porque no tiene otro camino: las conquistas se continuarán, las guerras se declararán, el fuerte se impondrá ante el débil, la historia la escribirá el vencedor sobre la ignominia del vencido y no podremos más que tomar bandos para decir que somo "hinchas" de tal o cual porque nadie que jure tener la verdad de la historia está en lo cierto. El tiempo continuará su camino, habrá extinciones, el ser humano desaparecerá del universo y, ¿a quién o a qué le importará esa historia? Seguramente unos paleontólogos universales encontrarán la basura que dejemos en el universo y con métodos de datación espaciales concluirán que fuimos una raza inteligente que arrojó objetos al espacio. Yo oteo atrás y le echo una mirada al planeta y me pregunto ¿Dónde está esa raza inteligente? No hay mucho pues de que preocuparse porque al citar la historia siempre toca decir según fulanito o peranito y dejar escritas las fuentes. Justo eso es lo que permite reescribir la historia en mis "lecciones de historia" y lo que hace tan coloquial a Diana Uribe. No hay una sola verdad detrás de la historia, la verdad depende del ofendido.

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