¿Por qué no decir vulgaridades? ¿Qué tienen de bueno o de malo? fue la pregunta que me hizo una niña de unos 10 años hace poco. Me quedé estupefacto porque la niña, en su pregunta, tiene razón. No hay ningún problema si en el salterio personal se introducen 20 o 100 insultos y palabrotas, entendiendo por palabrotas, las que son consideradas de grueso calibre en cada país o región o que son disonantes, malsonantes o que la fuerza de la costumbre obliga a tomar como tales. "Voy a hacer mierda" para indicar que voy a ir al baño, es tan legal como cierto y "políticos hijos de su puta madre" es cierta y válida en cualquier parte del mundo. Bástenme dos ejemplos pero ¿por qué no decir vulgaridades? basta con que la RAE las despenalice y las asuma como lenguaje y eso son, un lenguaje como cualquier otro, aunque se le agregue a la definición: insulto y malson, así abreviado. En el diccionario están: gonorrea, pirobo e hijdeputa, pedo, cacorro, marica y huevón. Lo disparatado acá puede resultar en que, tanto padres como maestros, e incluso bajo un consenso general, convinimos en condenar ciertas palabras, situaciones y actos como desagradables y groseros. La moral llama la atención sobre el lugar en el que hacemos nuestras deposiciones o realizamos el coito, la ética nos instala un sinfín de normas sobre el proceder con los demás y la vida en comunidad y, en ese orden de ideas, se llama la atención sobre el uso de ciertas palabras por existir otras que el mismo diccionario acepta como sinónimos, llamadas cultas, para referirse a tales cuestiones o cosas y se les corrije o llama la atención a quienes las usan como pan nuestro. Se puede uno disimular con decir "voy al cuartico" o "voy a hacer del dos" pero no hace falta indicar más allá de tal cuestión que "permíteme voy al baño". ¿A quien le importa lo que vaya o no a hacer? Ahora, Niga es un insulto, imbécil lo es, e idiota lo es, pero hay otros que te van soltando "malparido hijueputa" por cualquier cosa y la florifitura transfiere una cierta inmadurez y un lenguaje de alcantarilla podrida: ¿Cómo puedo empezar un discurso diciendo "manada de gonorreas, queridos malparidos o amables pichurrías? Ahí está el secreto. Las personas que tienen más palabras en su léxico no necesitan usar las que usa el pueblo por pueblo y las que le salen tan naturales como mamá y papá. Si el niño en vez de decir su primera palabra: pa o ma, que por cierto nunca la dicen, en un principio es simplemente un ejercicio vocálico que sale facilísimo y alentados por los padres terminan aprendiendo que esas sílabas significan algo y hay que repetirlas para obtener ciertas caricias, si dijera "puta" el padre igual lo celebraría porque es su primera palabra ¿Qué importa que diga con tal que lo diga? Aprendemos por repetición y las malas palabras las dicen todos, en casa, calle y colegio y es necesario educar el cerebro para que sea capaz de contenerse y usar sinónimos adecuados, que a su vez nos permitan ampliar nuestro léxico y nuestra dicción al aumentar el número de palabras conocidas. Tan claro como que todas esas palabras se oyen en el arrabal y en el parche de amigos, en el partido amistoso en la cancha y en la reunión de padres. Se hacen cotidianas y bastas, simples y fluidas. Si nadie te ha dicho que decirle enfermedad venérea a alguien no es correcto, consiste el acto en sí, en demostración de tu educación y tu cultura; si nadie te llamó la atención con el uso de ciertas expresiones, demuestra que no has sido educado o que la educación te la pasaste por el cinturón. ¿Te importa un pepino? Está bien. Úsalas, repítelas y compártelas con todos. Yo puedo decirte que quien te oiga diciendo alguna de ellas debería llamarte la atención sobre su uso adecuado y sobre la sinonimia tan rica que existe para esas referencias, pero no es tan importante. Tal vez fue don Manuel Antonio Carreño quien recopiló una serie de buenas costumbres y medidas de urbanidad que bien podemos arrojar al bote de la basura. La experiencia misma nos dice y puede ser falso, que quienes emplean tales adjetivos, no conocen otros, pero en verdad no tienen nada de malo aparte de la censura que la gente culta le ha dado. Es igual que saludar, pedir permiso o ceder el puesto a la dama o al anciano, cosas inútiles que enseñan en los colegios sin un valor legal, al igual que el orden, el aseo o los 10 mandamientos. Pero, y nunca falta el pero, ¿por qué no las uso yo? Y la respuesta es que si las uso, pero educo mi cerebro para que no repita como borrego lo que es capaz de decir un imberbe de cuatro años y un adolescente frustrado en un juego de fútbol; no las uso por el sólo hecho de ir contra quienes su argumento está basado en una docena de obscenidades y a cada intento de diálogo les aparece la muletilla de la buena costumbre. Incluso por ir contra la costumbre. Fíjense quienes emplean las palabras malsonantes: pillos, ladrones, asesinos, vendedores de vicio, prostitutas, mamá y papá, amas de casa, arrabaleros, quincalleros, conductores de buses, coteros, albañiles, vendedores ambulantes, voceadores, fariseos, publicanos, metaleros, punkeros, raperos, hip hoperos y reguetoneros... Hasta el tal Juanes, que cree que es cultura; futbolistas, escritores de quinta, humoristas de tercera, cantantes de cuarta, yuppies engreídos, adolescentes hormonales, sacerdotes pederastas, gallos de pelea, rufianes con ánimo de intimidar, patanes sin educación, coprolálicos y enfermos de Tourette, plebe augusta, fanáticos de cualquier índole, rebeldes sin causa, castos queriendo parecer duchos... razón más que suficiente para no adoptarlos por imitación.
PS: La verdad es que uno quisiera usarlas para no parecerse a un político o a un cura en sus arengas o sólo por ir contra ellos, pero la mente luchando contra la iniquidad no se rebaja por tan poco.
PS2: La RAE no penaliza ninguna palabra, pero le agrega a la definición, malsonante o vulgar que ya es algo de discriminación con el lenguaje, ella puede decir coloquial o arcaísmo, pero es cada sector el que estigmatiza algunas bellas palabras que no voy a usar porque no las necesito, pero que son tan palabras como cualquier otra.
PS 3: Deberé recordar de nuevo el "vergación" que se usa tanto en la Guajira y que es una vulgaridad según ellos o el "coger" que es la manera vulgar del acto sexual en algunas regiones. En argentina "estar al pedo" es estar muy cerca o "de papaya" dirían en otras partes. Vemos pues que la palabra vulgar depende del uso y la región y se condena por una tontería. ¿Les recuerdo que hay un jugador de apellido Cacá, un grupo indígena Chimbo y hasta un río del mismo nombre que nace en el volcán Chimborazo o que hay una ciudad Dildo en Canadá y un pueblo Fucking en Austria? El único problema que yo le veo a la vulgaridad es la imitación que de ellas hacen los humanos y las disculpas para decirlas, como eso de la tradición o la cultura y hasta eso de, llamar a las cosas por su nombre. Y pudiera alegarse Síndrome de Tourette, pero se necesita mucha intelectualidad para llegar allí donde la mayoría sólo alude la tradición, la euforia, la furia y el desconocimiento.
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