domingo, 13 de agosto de 2023

Taxofilia

 Eso de dar vueltas es una tontera. Vamos al grano. Si la humanidad no ha inventado esta palabra ahí se las dejo: Taxofilia que defino como la manía de agrupar, separar y codificar todo en el entorno. Si miramos bien las enseñanzas aristotélicas encontramos esa capacidad muy temprana, pero aún podríamos ir más atrás en la evolución para entender que en los árboles hacíamos clasificaciones de los mismos árboles, los que mejor nos protegían y los que mejores frutos daban. Era imprescindible reconocer las rocas aptas para ser talladas en hachas y puntas de lanza o flecha y hasta aquellas que servían para iniciar un fuego y el conocimiento de ello daba frutos, permitía la supervivencia o la mejoraba. Ejemplos no han de faltar, la manía clasificatoria se extiende a todas las ciencias e incluso a algunas que nada tienen que ver con ciencia, pero las últimas no me interesan en absoluto. Al clasificar los objetos estelares en errantes y estrellas fijas dimos un salto inmenso hacía su comprensión. Al clasificar la naturaleza en reinos pudimos comprender más sobre su evolución aunque hoy no nos decidamos por cuantos de ellos existen realmente, pero fue su observación la que nos permitió plantae y animalia y después fungi, monera y protoctista, seguramente más adelante clasificaremos los virus en otro reino y haremos más clasificaciones al entender mejor esas y otras estructuras. La taxonomía es un arte atribuido a Carlos Linneo y reservado para la naturaleza y los animales y plantas. Pero la clasificación existe en todos los ámbitos de la educación y de las ciencias: clasificamos los números y los conjuntos numéricos; clasificamos la música y los ritmos con sus velocidades; clasificamos los espejos, los zapatos, la ropa, los electrodomésticos, los gasodomésticos, los autos, las armas, las pantallas, las mesas, las sillas... Entendemos claro el concepto de silla, pero entendemos butaca y pupitre en otras categorías. Sabemos bien lo que es un auto motor pero distinguimos los de trabajo pesado de los otros; de dos puestos, de cuatro puertas, de dos y tres llantas. Sabemos lo que es un espejo pero hablamos de plano, cóncavo y convexo... Clasificar permite ahondar más en el conocimiento y crear nuevas rutas. No basta con hablar sino que debemos entender los conectores y sus usos, el plural y el singular, la conjugación, la sintaxis, la separación silábica, la cantidad de sílabas... Claro está que muchas de esas taxonomías son sintéticas, pero igual nos permiten despedazar un conocimiento para asimilarlo por partes, entenderlo, ampliarlo y explicarlo. Si existe la taxofilia, también existe la taxofobia que consiste en querer simplificar todo a su raíz primitiva: una silla es una silla y un coche es un coche. Sus ponentes o seguidores son aptos para infinidad de tareas, pero no para la enseñanza porque simplifican el conocimiento que no encuentra hacía donde expandirse. Bueno, mi afán no era atacar a uno u otro miembro de estas nuevas parafilias, era exponerlas y creo haberlo hecho para bien o para mal. Porque al exponerlas me uno a la manía clasificatorial y soy taxofílico, que de por sí no es bueno ni malo, simplemente es una herramienta de la que exageramos cuando queremos explicar algo.

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