jueves, 23 de junio de 2016

Ingenuidad

Yo tengo amigos muy inteligentes, pero todos padecen de alguna ingenuidad; Elkin Botero cree en la familia y hasta cumple con el ritual de la familia, todos son hinchas de un equipo particular, el "todos" es un eufemismo para la mayoría. Camilo cree que el mundo fue hecho para dulce y bienestar propio. Alejo es un evolucionista, cree que sin trabajo no se puede vivir y que hay que pasar por los siete sacramentos para ser hombre; bastará decirles que algunos de ellos apoyaron políticos -ningún político está limpio- que porque eran "mejores". Astrid es feminista y hasta se le salta la chispa cuando habla en favor de la izquierda colombiana, que ella cree ingenuamente representada en los grupos guerrilleros. Con decirles que muchos de ellos van a la iglesia y creen a pies juntillas en una entidad "más poderosa". La ingenuidad es un don que dios dio a los niños y a los colombianos. Empiezan un gran ruego por los partidos, se visten de "borregos tricolor" no se los aguanta el ciudadano promedio en cada esquina con la invasión del fútbol. Todos arreglan el mundo y expresan como pondrían la nueva alineación, oran a su "diosito lindo" por haberles dado tanta felicidad y al último momento, cuando el equipo no pasa a mayores, despotrican, echan culpas, mejoran la selección, se indignan con la actual y buscan el lado del prosélito que esté de acuerdo con ellos. Creen y votan por el político en turno, le hacen campaña y hasta pegan papelitos de su partido y claro: este sí, este es mejor, el otro nos va hundir... y apenas sube el dichoso al poder y anuncia que la posición que sigue es en cuatro, porque ni vaselina regala, los mismos con las mismas a despotricar y a decir que ninguno sirve, que no hay nadie bueno... a los cuatro años se les olvida y empiezan de nuevo. Salen a la calle y hasta firman plebiscito, algunos no saben que es y la mayoría no saben como se escribe, pero lo hacen y se dejan embadurnar las caras con leche de tarro con la amenaza de un presidente sobre el voto en contra. "Si el voto es NO, adiós sosiego, adiós bienestar, adiós paz, adiós salarios altos, la guerra llegará a sus casas, adiós justicia y adiós equidad y adiós..." ¿Cuándo hemos disfrutado de eso? ¿Por qué un presidente que se ha gastado millones, para firmar una paz falsa necesita preguntar tamaña idiotez? ¿quién no quiere la paz? ¿quién tienen problemas con los acuerdos que ya usufructan ellos y pagamos nosotros? Sobre los acuerdos y desmanes que se firmen el pueblo no tendrá voto. Y ahí va la ingenuidad: 60 años de guerra se acaban hoy... llegó el posconflicto... se acabó la guerra... llegó la paz... Y mañana cuando caigan en cuenta lo que se les ha repetido dirán: Hay ¿cual paz? ¿no que ya no había guerra? El problema de negociar con terroristas es que siempre habrá alguno dispuesto a convertirse en tal para conseguir las mismas prebendas. Ahí les dejo su ingenuidad. Pero eso sí, No queremos la paz del silencio que nos carcome del miedo que nos paraliza, del dolor que nos acostumbra, del egoísmo que nos aísla, de la muerte que nos anula, de la indiferencia que nos aleja, del hambre que nos mata, del desempleo que nos enloquece. No queremos la paz si es la tumba que nos calla, si es la ignorancia que insulta o la explotación que nos roba o la mentira que engaña. Ante esa paz prefiero la guerra, porque tu paz no es mi paz.

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