No he querido ni por pienso robarme los títulos de don Juan Jacobo, o como le decían en su tierra Jean Jacques y menos hablar de sus contratos, lo que me inspiró estas líneas fue un programa de la serie "House MD" con el mismo título, pero donde se ponen de manifiesto las cosas que una persona debe decirle a otro por la sola razón de tener que vivir con ella. Cosas como: "Ve estás como repuesta" (a una flacuchenta insípida) o "estás muy esbelta" (a una regordeta infame que no ha querido ni podido cerrar el pico). El jefe se dirige a sus subalternos en términos similares: "reconozco sus grandes logros" (apenas terminó el bachillerato o hizo una media vocacional con énfasis en un arte cualquiera); "Su trabajo es impecable y su sabiduría proverbial" (a lo sumo es un profesorucho de pueblo sin escalafón); Las chicas hablan así a los chicos o los profesores a sus alumnos: "Claro que usted es bella" (es más fea que un disparo en un ojo); "Si mijo usted tiene la capacidad intelectual lo que le falta es dedicación" (tiene más cabeza una aguja y no le gusta sino el perreo y la jodienda); "tan lindo el bebé" (es una rata, peluda, arrugada, cabezón y sin dientes); "Un sentido pésame" (a lo sumo se vieron dos veces y se odiaban a muerte por celos profesionales o materiales). A eso se refiere el contrato social, a una hipocresía ciega y una repetición del manual de Carreño y el catecismo del padre Astete. En una relación amorosa ella siempre querrá saber quien ocupa tus pensamientos y Ay del que diga un nombre cambiado o de aquel que profese, que dedicó sus pensamientos a la ciencia o a un asunto diferente. Pobre de aquel que no acepte a pies juntillas que en caso de renacimiento escogería la misma vida y hembra. En las cuestiones simples de la vida y la muerte nadie te perdonará que digas "Todos nos vamos a morir, que uno u otro lo haga primero es una insignificancia" y menos que no aceptes la piadosa mentira de que los muertos descansan y serán salvos en el día del juicio final. Se nos pide pues, mentir descaradamente frente a todos y para todos. La humanidad no resiste que se le digan las cosas a la cara y quienes así lo hacen sufren de una cierta discriminación o aislamiento por pertenecer a un selecto grupo de aterrizados. No es lo mismo carecer de tacto que decir las cosas simple y llanamente como son. No necesito decirle gordo a quien lo es, si no me lo ha preguntado, allá cada cual, otra razón bien aterrizada, pero si alguna modelo de don Fernando me pregunta, le explico el principio del IMC y le aclaro su nivel de grasa, no invento -debo aclarar que tengo una cierta aberración por tales modelos- tampoco necesito decirle a alguien que está calvo o flaco o que es un idiota, pero que no me pregunte porque le afirmo lo que es mi verdad. En cuestiones políticas no defiendo a nadie y cumplo más bien la teoría concreta de atacar a todos y que se defiendan si les cae, no creo en los estrechos círculos del poder, lo he repetido hasta el cansancio. Esto no afirma nada, pero ese contrato social es el que cumplen los noticieros que no hablan mal de nadie, pero afirman solo la maldad de tal o cual como la del régimen venezolano -todos sabemos que Maduro es un idiota manipulador que hace lo mismo, pero algo de bueno tiene que tener ese régimen para que sea tolerado por un pequeño grupo- o las bondades de tal o cual partido sin referirse nunca al otro, en clara manifestación de sus tendencias o dueños absolutos. Muy útil el contrato social para dar ánimo y motivar y, ¿Si mi intención es lo contrario? o ¿sólo no quiero repetir el normal de la humanidad? Esa es la razón, por eso, les llevo la contraria, aquí me cito: "Lo que a vos te suena mal a mí me suena bien, en algo tenemos que diferenciarnos, tú eres bondad, virtud y caridad, yo todo lo contrario. Si algo huele mal, no puedes ser tú, el hijo de dios nunca se equivoca. Culpable seré yo, por tú bienestar a mí me patina el coco... Por sentirme mejor, para no estar con vos, soy todo lo contrario". Queda claro lo que es el contrato social y queda claro que si no se cumple tenemos un problema de aceptación general, pero también queda claro que entiendo el contrato social y por tanto no requiero de pésames, adulaciones, comprensiones, mentirillas piadosas, blancas o negras, suavisaciones de la más cruel verdad. Estoy preparado, ya sabía que me tenía que morir y que mis actitudes no me depararían cielos y ángeles, sino infiernos y castigos y que mis canciones no son un legado más que de tres o cuatro pelafustanes que las menospreciarán en su momento. Ya entendía que la escritura que hacía era literatura de alcantarilla que pocos degustan y digieren y que por ninguna existe el mérito de un premio o reconocimiento, entendido todo esto y más que se quedó en mi mochila, decanto mis heces en vuestro contrato social.
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