Una aclaración pertinente para mi querido Filipo de Marinilla se me hace innecesaria, pero debo dar cuenta de las estupideces que digo. Sobre todo aquella bien grande sobre que me importa un pepino y tres adarmes que este año y el que sigue, según el SIATA, se vaya a ir en sequías proverbiales. La verdad es que si me importa un pepino porque a mí el pepino no me gusta pero sabemos de la importancia del agua en el ciclo vital de toda creatura sobre el planeta y que, si no llega el líquido vital, las flores se secan y ya no hay más jardines, ni como lavar la motoneta, ni el carro para que la gente los vea lindos y que si no llueve, toca enfrentar los abusos de los acueductos haciendo cortes y recortes cada santiamén. Toca recoger agua para bañarse o tener alberca o tanque de reserva y, aquello de tener que aguantarse los olores de los baños con excrementos y orina no tiene nombre. Sin agua, claritico está, la humanidad perece. Vaya usted a saber que si no hay con que regar las matas, tampoco hay como regar las cosechas, así sean de pepino y ahí si nos mortifican con la subida del alimento porque el dólar se quedaría en palotes en su subida si faltara el preciado líquido elemento que no es tal. Cuando no llueve la humanidad se queja del polvero en los caminos, por lo que no falta el que se queje de alguna cosa en particular y de todo en general (he anotado lo gracioso que resulta en quejarse de calor en el Sahara o de frío en El Carmen). Todo buen motociclista, agradece es no tenerse que disfrazar de condón usado y cada feliz usuario de automóvil de la distancia entre lavadas de su preciado coche de marca francesa o gringa. Total, pongamos por caso que los adivinos del clima no fallan y viene la sequía de canchilas, es decir el tal fenómeno del niño y de la niña que hoy llamamos el fenómeno de oscilación del sur se presenta en su fase seca y no vuelve a caernos agua ni en jeringa. Tal cosa no me preocupa demasiado, porque puede servir de advertencia a las comunidades que la derrochan sin motivo. No creo que el agua se vaya a agotar este año, ni pasado mañana y un poco de apocalipsis no le hace daño a nadie y finalmente no creo en las predicciones de las empresas estatales que aseguran que hoy no llueve pero que por si las moscas lleve paraguas. Al final mi tono despreciativo y poco sumiso se debe a estar llevándole la contraria a la humanidad y nada tiene que ver con sumercé como fungico de Hermes (entiéndase aquí mi variación personal del hongo como la aparición del síndico y no estoy inventando sino acomodando) que solamente me hizo la apreciación para que me enterase de los malos tiempos que se avecinan y en los que, muy sinceramente no creo. Malos tiempos estamos pasando desde que nacimos y apenas si nos damos unos vendajes con la casita recién comprada y que se le debe al banco o el vehículo tan hermoso que te esclaviza en todos los tonos. Los malos tiempos que algunos solivian agradeciendo el trabajo de esclavos en el que estamos sometidos y el mendrugo que cae de la mesa de los convidados. Olvidemos que dije tal cosa o hágame el favor de ponerle este contexto. Claro que me afecta y me afectará el que no caiga un chaparrón para que crezca el pepino y el garbanzo, el arroz y la papa, pero no seamos exagerados que las predicciones colombianas son más bien cegatas y si me equivoco, ahí tengo dos latas recogidas en la casa para espantar los malos olores del baño y hacer sopita de huevo sin cebolla o sea, changua pálida. Lo más peligroso puede resultar que sea verdad que el líquido vital desaparezca y con él, todo rastro de vida en este planeta, pero como va a ser que mi dios me haga ese milagrito.
PS: En su defecto puede uno sacar disculpas para no bañarse o para andar con la ropa sucia, pero tales improcedencias no son bien vistas por las masas sociales.