viernes, 23 de junio de 2023

Juegos estelares

 Pasaba una tarde en algún lugar de Bogotá de cuyo nombre no quiero acordarme, ni puedo. Me llamaron a compartir una rato entre amigos después de una larga noche acústica y les dio a los invitadores por invitarme a jugar el juego rudo y simple por excelencia que, mal no estando, es juego nacional en la tenaz suramericana. Tejo. El juego consiste en utilizar unas plastas de metal ─he de suponer que alguna de las formas del hierro forjado o no─ con forma de disco grueso, el cual se debe arrojar desde una cierta distancia a una pila de barro que se levanta en un ángulo agudo al otro lado del rectángulo que se llama cancha. La finalidad del lanzamiento consiste en atinarle a unas papeletas puestas en una circunferencia de metal también y a las cuales es deber explotar. No tengo idea de la cantidad de disparos que se deben hacer o cuanto dura una ronda pero allí estábamos ensuciándonos las manos con barro, porque a cada vuelta hay que despejar el tejo, que así se llama la maza de acero, del montón de barro semi duro. A cada vuelta se dispara en el sentido contrario o por lo menos eso hacíamos. Nadie más jugaba a esas horas de la tarde así que no pudimos preguntar por reglas o normatividad y quien trajo los bodoques de acero dijo no entender un pito de las reglas del juego. El encargado puso dos "mechas" o papeletas a cada lado del redondel de acero en el barro y nos entregó los troncos de acero. Jugamos hombres contra mujeres y las mujeres atinaron a estallar tres o cuatro papeletas, eso sí, únicamente cuando yo propuse aumentar la cantidad de mechas en el aro de acero, acercarnos a la mitad de la distancia señalada que eran unos 7 metros en un principio que estaban marcados con una línea blanca de partida que supusimos no se debía pisar al lanzar y arrojar los cinco turros consecutivos cada uno. Los hombres no estallamos más que dos. Ganadoras las chicas. Terrible desencanto y no porque ellas ganaran. Que juego más soso y tonto, creo que le gana al golf y al curling. No pido perdón porque mi opinión, sana, también cuenta y he de decir que prefiero que me entierren junto a un nido de hormigas bala untado de sirope de maíz o, seamos más claros, es más divertido que te den una patada en las turmas y agradezco la experiencia y el afán de regionalismo con la invitación, pero que deporte mas soso, ázimo y sin gracia. Creo imaginar el tedio que puede matar en los campesinos cuyo propósito es vaciar canastas de cerveza mientras se manosean y aplauden cada disparo del compañero y abuchean el del oponente. ¿Difiere del fútbol o de las carreras de camellos? en esencia si, pero su finalidad es exactamente la misma: entretener bobos y venderles trago. Terminada la partida me invitaron a jugar Bolirrana, otra maravilla autóctona que consiste  en arrojar unas bolas de acero a cierta distancia de una mesa donde hay unos agujeros y unas ranas con agujeros, el puntaje depende de por donde entren las esferas y, aunque se ha tecnificado con un computador que calcula los puntos y determina el cambio de jugador y el orden en el podio y hasta el límite de puntos para ganar, no deja de ser la misma ranita que hay en tantos negocios en la capital de ruanas que consiste en arrojar argollas a las bocas de los agujeros o a las ranas mismas que aumentan el puntaje. ¡Válgame dios de los jugadores! ¿No sé si han visto jugar a los desgraciados o agraciados que llaman gamines o desechables a tirar una caja de fósforos y gana quién, en su turno, le caiga "de pie"? panaceas para matar el tiempo se ha inventado el hombre en su afán de comprobar que mientras el tiempo nos mata, nosotros jugamos a matarle a él y que no hay manera de vencerle. ¿De donde surgen esos juegos? Seguramente un buen historiador podrá rastrear sus inicios en "la rayita" o el "Arroyuelo" pero a mí no me vengan con sandeces de esas que prefiero como les decía, arrojarme al charco de las pirañas o arrancarme la piel con un cortafrío que volver a empuñar tejos o bolitas de puntos y esperaré que el destino me arroje a una cárcel para poner mi vida en la cajita que queda de pie, si es que consigo cajita. Con amor a todos los juegos estúpidos que se ha inventado la humanidad y que pasan de generación en generación y se vuelven íconos, representativos y autóctonos de cada región. No se apuren yo también jugué "botatarro" "Yeimi" "stop" y "Chucha americana" y, seamos sinceros, prefería que nadie me encontrara.

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